Miedo al fracaso [2º parte]

Capítulo 9

Ashley

Toda la mañana la pasé viendo pisos con Isa. Estábamos emocionadas porque nos íbamos a vivir juntas a un piso dentro del campus por dos razones: ella tenía que ir a la universidad y ahí estaba mi vida.

Habíamos encontrado uno muy pequeño con dos habitaciones, dos baños, un salón con cocina americana. Nos daba pena abandonar nuestra habitación, pero íbamos a hacerlo.

El piso era de alquiler con opción a compra en el momento en el que queramos. Así que, si algún día lo queremos, lo tenemos al alcance de nuestra mano entre las dos. Íbamos a medias con el alquiler, con la compra, con todo.

Dash, Oliver y Mónica nos ayudaron a colocar todo en la casa, a remodelarla a nuestro gusto. Las habitaciones quedaron chulísimas, el salón estaba lleno de fotos, la cocina llena de infusiones que Isa compró…

Estaba muy emocionada, por fin me sentía independiente de verdad.

Isa estaba más emocionada que yo, me atrevería a decir. Vivíamos muy cerca de donde las residencias, así que va a ser como si estuviéramos allí. Nos dio mucha pena abandonar la residencia, estaba lleno de nuestra amistad, de nuestras vidas.

Así que, decidimos salir por la noche a la discoteca del campus, aunque Isa se negara. Alas doce tenía que hacer mi huida para ir a la maldita biblioteca con mi ¿enemigo? ¿Chantajeador existe? Da igual, tenía que planear una huida sea como sea.

Pensé en decir la excusa de ir al baño, pero esa está muy vista, así que, pensé en la de ponerse borracha (Sin estarlo obviamente) y decir que me voy a mi casa. Estaba muy vista, pero bueno, no había una idea mejor.

Isa me hizo ponerme un vestido demasiado corto para mí. A ver, me gustaba, pero tenía que estar bajando el borde cada dos por tres.

Esta noche era la noche donde había strippers. A los chicos no les moló ni un pelo, a mis amigas y a mí nos hacían gracia sus caras de desaprobación. Total, íbamos a ir igual.

Mónica, Isa y yo nos pusimos justo en el medio de la aglomeración de la gente. Iban saliendo y cada uno que salía estaba más bueno que el anterior.

—¡Hostias con ese!—nos dice Mónica con la boca abierta.

Salieron más y más. Eso sí, no perdí la hora que era en ningún momento. Eran las once y media. Todavía quedaba mucho tiempo para ir. Además, no sé a qué demente le hicieron construir una discoteca al lado de una biblioteca.

Chalados de la vida.

Un chico nuevo se subió al escenario y la cara de Isa lo decía todo.

—¿Por qué sigue este aquí?

—¿Quién?—pregunta su amiga.

—Dejarlo.

Ese debía de ser su primo, que no recuerdo bien su nombre. No me extraña, vaya…

—Yo debería irme, estoy muy borracha.

—En el mejor momento te vas.

—No te vayas, Ash.

—Te espero en casa, ¿vale?

Ella asiente con decepción. Me da pena irme y dejarla sola con Mónica, pero tengo que hacerlo.

Me voy sin que los chicos me vean, sumergiéndome en la oscuridad de la noche para llegar a mi destino.

La biblioteca está sin cerrar como siempre. Ese recuerdo cada vez que pisé este lugar, siempre acecha en mi mente.

—¿Sabes que me gusta que me pegues?

—Eres un puto desgraciado. No me busques que me encuentras.

—Y eso me pone más.

—Eres un cerdo.

—Insúltame más, eso me encanta.

Cierra la mente, Ashley, por favor. No estás aquí para tonterías.

—Déjame salir.

—Deja que me lo piense. No.

Relájate, Ashley. Solo son estupideces.

—Sí.

—¿Qué pasa? ¿Que solo quieres a Dash? No me seas y aléjate de él.

—¿Y por qué debería hacerte caso?

—Me lo agradecerás algún día cuando abras los ojos.

El grito de la puerta al abrirse me asusta.

—Suéltame.

—No.

—Responsable como siempre.

—Dime a quién tengo que matar y déjame ir, por favor.

—¿Qué pasa? ¿Que no te gustan los recuerdos de aquí? Pues deja que te diga que a mí me encantan—se acerca lentamente a mí.

—Vale, tú ganas. ¿Qué coño quieres de mí?

—¿Qué crees que quiero?

No llores, no llores.

—Vamos a matar a Oliver.

—¿Cómo?

Isa

Me encontré muy mal cuando mi primo salió al escenario a bailar y a restregarse contra una tía que había sacado del público. Así solo conseguía que le cogiera más asco que el que ya tenía hacia su asquerosa persona.

Mónica me miró preocupada, yo le dije que no pasaba nada, que solo eran mis cosas, pero no me creyó. Porque claro que no es idiota y ella sabía que algo pasaba y no tenía valor ni ganas para decírselo ni a ella ni a nadie en general.

No estaba de humor para más fiesta, así que, le mandé un mensaje a mi compañera de piso de que ya iba para allá, ya no pinto nada aquí.

Oliver y Dash estaban fuera fumando con tranquilidad. Busqué las llaves de mi coche, pero no estaban.

Mierda, mierda y mierda.

—¿Buscas esto? Se te han caído.

Mis llaves estaban en las manos de Marc, que iba con un tanga rojo. Por favor, me entraron ganas de potar. Caminé hacia él y tendí mi mano para que me diera las llaves, pero no me las dio, las intenté coger, pero como siempre, las alzó para que yo no las cogiera. Siempre me hacía eso cuando éramos pequeños.

Yo quería jugar con mis muñecas y él las cogía para que no jugara. Me pongo molesta, sabe que nunca me ha gustado que me hicieran eso.

—Marc, dame las putas llaves.

—¿Por qué debería de hacerlo?

—Sólo déjame irme.

—Pero yo no quiero que te vayas.

—Pues yo sí quiero irme.

—Te echo de menos, Isy, te echo mucho de menos y me duele no verte todos los días, me molesta estar así contigo porque sé que no te lo mereces, y aun así lo hago, te hago daño, te destruyo, pero saber que estás así por mi culpa, me destruye más a mí.



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En el texto hay: asesinatos, amor, suspenso

Editado: 25.07.2023

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