Aborrezco a las ratas, son criaturas inmundas y sucias que traen consigo enfermedades que infectan a la gente incauta, ajena a la idea de esas criaturas se encuentran a su alrededor. Lo peor del asunto es que no importa si una es atrapada tras una jaula siempre hay más que viene a sustituirle. La facilidad con la que se multiplica es alarmante y a las personas les es indiferente este hecho, yo en cambio no puedo simplemente ignorarlo. Por ello comencé a envenenarles para impedir que siguieran multiplicándose, con la idea de que hacia mi deber social ante la comunidad. Aunque debo de admitir que no era mucha la diferencia que con el otro método de simplemente enjaularles. Sin embargo, el deshacerme de ellas me generaba satisfacción porque una rata menos es un mundo mejor.
Pero en estos últimos días una plaga de estas criaturas asedio mi localidad haciendo estragos y arrumando la vida personas inocentes. No importaba si eran grandes, medianas o pequeñas, todas y cada una fueron atrapadas y puestas en una jaula y enviadas al lugar en que trabajaba como vigilante.
Las ratas solo pasarían un breve tiempo en las jaulas de este recinto, luego serían liberadas esas eran las reglas, pero a mí no me agradaba en la que mis superiores acataban sin rechinar dichas reglas. No era más sencillo solo ignórales y hacer lo que debía de hacer, pero eso no podía decirlo tan abiertamente debido a que aquellas criaturas tenían derechos como seres vivientes. Así que idee un plan ingenioso para eliminarles sin levantar sospecha en mi persona. Después de todo a ninguno que trabajaba conmigo le importaba que muriesen de pronto y mucho menos a los superiores.
Así que mi plan consistía primeramente en introducir pequeñas cantidades de veneno de efecto retardado el resto solo era esperar hasta que enfermase y eventualmente muriese. Al menos unas tres o cuatro de ellas moría al mes y eso elevada mucho mi ego sacándome una enorme sonrisa de mi rostro. Lo cual notaban mis compañeros de trabajo, pero rápidamente atribuía mi felicidad a otras cosas.
No fue hasta después de que una de las más grandes ratas muriese que uno de mis compañeros se me acerco para decirme.
----Veo que esta también feliz hoy.
Lo cual hizo que le prestara mi atención a las palabras que salían de su boca.
----Y ya se a lo que se debe, y es a que ya te enteraste sobre tu nuevo acenso a guardia de seguridad del bloque B de la prisión.
Yo solo le respondí con un leve gesto de la cabeza sin borrar la sonrisa de mi rostro, a lo cual el solo seguía ablando sin parar. Él tenía razón me encontraba feliz con mi nuevo cargo, pero también era que tenía la oportunidad de deshacerme de más ratas del lugar.