Miedos

TE VAN A DESCUBRIR

Odio a la gente acaudalada, pero irónicamente trabajo como mozo para ellos. Mis dueños, la familia Núñez de la Cruz, han organizado una fiesta por el bautizo de su nieto, y debo desvelarme toda la noche atendiendo a esta muchedumbre de ricachones, que no hacen más que mirarme con superioridad.

Pero esta noche tengo un plan que me sacara de estaba vida de servidumbre. Robare las joyas de la patrona que guardaba en un cajón escondido de su tocador. También tomaría el dinero de la caja fuerte del patrón, para después huir, cubriendo mi fuga entre el bullicio de la fiesta.

Entre el sonido de la de las melodías de la orquesta y las charlas de los invitados, no me fue difícil moverme a través de la estancia y llegar a la recamara principal. Tome las joyas y todas las pertenencias de plata y oro también, al igual que las fajes de dinero. Sin embargo, antes de atravesar la puerta y retirarme, de la nada, una voz menciono “te van a descubrir”.

Analice aquellas palabras de advertencias, tenía razón, si me atrapaban después de dame a la fuga. Los parones no tardarían en mandar a la policía y por ende terminaría siendo arrestando y mandado a la horca para mi ejecución ante la mirada de todo el pueblo. No, no podía terminar de esa manera, debía haber una forma.

Y si mataba a los patrones, ellos no podrían poner una denuncia de robo, y yo podría poderme así salirme con la mía. 

Me encamine a la cocina y llene dos copas de vino, en las cuales vacíe un poco de veneno. Las entregue a mis patrones, lo cual gustaron mucho puesto que pidieron otra copa la cual nunca tomaron. Cayeron muertos frente a la mirada de la gente, el pánico no se hizo esperar, gritos, intentos de reanimarlos no surtieron efecto. Ahora podía escabullirme y abandonar la casona, pero de nuevo escuche “te van a descubrir”.

Sentí como si me arrojaran un balde de agua fría, todo el ruido se esfumo y las personas parecían que caminaban lentamente a mi alrededor. Escapar, no, no podía los invitados y compañeros de trabajo sospecharían de mi ausencia, notarían la desaparición de los bienes. Ahora no solo me arrestarían por ladrón sino por acecino. Mire a toda la muchedumbre, nadie debía abandonar el lugar, fue lo que paso por mi cabeza.

Obstruí las puertas y ventanas, excusándome que el asesino un podía encontrase entre nosotros, y con aquello otros se sumaron en la labor y pronto todo el lugar estaba bloqueado. Las damas estaban inquietas, los caballeros miraban a otros con recelo y las sirvientas servían bebidas amargas y café para calmar a quienes el susto les sobrevino. Y fue precisamente eso lo que causo sus muertes. Sirvientes, invitados e inclusos los niños, todos consumieron la comida envenenada.

Por fin, era libre de cualquier posible preocupación sobre mis crímenes, pero la voz reapareció “te van a descubrí”. Nuevamente tenía razón, los cuerpos sin vida de aquellas personas debían desaparecer.

No sé qué ocurrió conmigo, después de pensar aquello, solo sé que mi cuerpo se movió por sí solo, tomando el hacha y destrozando los cadáveres, reduciéndolo a solo pedazos de carne, tiñendo de sangre paredes por cada hachazo que daba. Al final todo a mi alrededor se redujo a más que un color rojo y un olor metálico, mientras aquella voz canturreaba “te van a descubrir”. Pero de la nada dejo de escucharse, lo que alivio mi ser, sin embargo, no duro mucho.

“Te han descubierto”

Mire a una persona parada en la entrada de la cocina, mirando horrorizado la hacha que sostenía. Su grito hizo que recobrara el control sobre mi cuerpo, levantando mis manos, las lleve a mi rostro. No soportaba la idea de ser ahorcado como un criminal, ahora que no podía esconder los crímenes.

Deje caer el hacha he ignorado a aquella persona, subí las escaleras dirigiéndome a la habitación de mis patrones en busca del rifle. Mis problemas pronto se resolverían.



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Editado: 05.05.2018

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