Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 21 - TIEMPO DE... 2

Los minutos pasan convirtiéndose en horas, dejando que el tiempo pase a cámara lenta, todo pasa sin prisa, sin importar lo rápido que queramos que pase el tiempo.  Es irónico la verdad, porque cuando queremos que el tiempo se detenga para permanecer en ese momento tanto como podamos, el tiempo se ríe de nosotros pasando a la velocidad de la luz. Pero cuando en cambio, lo que queremos es que el tiempo pase deprisa porque no queremos vivir más esa situación de agonía, nervios, vergüenza o cualquier situación que nos cause algún malestar, el tiempo vuelve a reírse de nosotros haciendo que se detenga, que vaya lento, prolongando así la espera y la agonía.

 

Y de esta manera nos encontrábamos María y yo, frustrados por no saber qué es lo que estaba pasando en el interior de la sala, nerviosos por saber qué es lo que iba a pasar a continuación. Sin duda alguna, nunca había necesitado que un momento pasara tan deprisa, que las agujas del reloj corrieran sin pausa, sin detenerse.

 

El dicho dice que dejemos que el tiempo tome su curso, que curas las heridas y que el tiempo decidirá cuando las cosas vienen o se van. Así que en un último soplo de esperanza, espero paciente a que salgan por la puerta.

 

Al cabo de unos minutos más de espera, la puerta se abre. De ella sale Sofía con su abogada. La vemos salir triste, se dirige a sus amigas y se van por el pasillo sin ni siquiera mirarnos. Al cabo de unos segundos sale Isco con su abogado y María y yo nos levantamos de los asientos y nos acercamos a él, esperando el resultado, ya que por su rostro no sabría identificar que es lo que ha pasado.

 

             -       ¿Cómo ha ido? – pregunto.

         -       ¿Le han dado la custodia? – pregunta esta vez María haciendo ver a Isco que estamos ansiosos por que nos cuente que es lo que ha pasado.

             -       Esto… Yo… - intenta decir pero no le salen las palabras.

 

Se echa las manos a la cara y se pone a llorar, allí en medio del pasillo. María corre hasta él para abrazarle y yo me quedo quieto en mi sitio. Verle así… Verle así, tan afectado, me hace una idea de cómo ha ido la reunión, de cuál es la decisión.

 

             -       Me han dado la custodia compartida – suelta Isco de repente.

 

María le suelta de repente para mirarle sin acabar de creerse lo que ha dicho, de la misma manera me encuentro yo, sin palabras y con la boca abierta. ¿Ha dicho lo que creo que ha dicho?

 

            -       ¿Qué? – digo sin creérmelo – eso es una gran noticia picha – le digo mientras me acerco a abrazarle feliz.

 

Nos fundimos en un gran abrazo y ambos comienzamos a reír.

 

             -       Pero una cosa, ¿por qué estabas llorando? – le pregunto sin entender nada.

            -       Cariño, yo te quiero mucho pero no te enteras de nada – me dice María mientras me da una palmadita en la espalda.

            -       ¿Qué? De verdad que no lo entiendo – digo indignado porque los dos comienzan a reírse de mí.

            -       Estaba llorando por liberar la presión y los nervios. Además de que no me creía que tenía la custodia compartida – explica ahora Isco.

            -       No importa, lo que importa es que has ganado, tienes derecho a ver a tu hijo y verle crecer, eso es lo que importa – dice María mientras le vuelve a abrazar.

 

 

De camino a casa de Isco, dónde nuestros compañeros le habían hecho una fiesta sorpresa por el éxito, nos fue explicando con detalle todo lo que pasará ahora con su hijo. Los días en los que puede verle al mes, los días que Isco Jr tiene que estar con su madre… En definitiva, la vida que va a tener que llevar ahora el pequeñín de un lado a otro. Aunque la verdad es que no veo una gran diferencia a la situación en la que estaban antes, prácticamente es la misma, solo que ahora hay un documento legal en medio, dónde han firmado y dónde queda constancia del hecho y de la vida de Isco Jr.

 

Al llegar a su casa todos le felicitan y entre risas, bebidas y comidas pasamos el resto del día. Ya entrada la noche, estábamos todos en el salón. Los chicos le piden a Isco que contara todo lo que había pasado dentro de la reunión. La verdad es que ni María ni yo quisimos preguntarle sobre ello porque creíamos que eso era algo entre Sofía y él pero… estamos hablando de los chicos… Son todos unos marujas y cotillas de cuidado, a la mínima que me descuido ya me la están liando, aunque para ser sinceros, yo tampoco me pierdo una.




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