Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 37 - Soñando

Y mis sueños viajan a través de mi dolor, como cada noche desde que tú no estás. Y hoy es una fría noche, pero aún así sigo pensando en ti, en el amor que nubla mis sentidos, en cuánto desearía poder tenerte a mi lado para pegarme a tu cuerpo y sentir ese calor que presiento cada vez que rozo tu piel, para percibir ese aroma que desprendes y que a mí me gustaría que me llenara los sentidos. No tienes ni idea del enorme caudal de sentimientos que guarda mi corazón para ti, ni que es esta constante espera la que me roba las horas de sueño, que ideo fantasías en donde solamente existes tú. Tú nombre ronda mi mente a todas horas, pensando, imaginando qué harás en esos momentos en los que no sé nada de ti. Sí, sé que es difícil saber que no te tengo a mi lado, que no me tienes a tu lado, pero sé que nuestro amor nació, en la distancia, entre fronteras que nos separan.

 

Y aún cuando sé que todo es así, no puedo evitar el soñar contigo, el soñar que estamos juntos y que mis noches y las tuyas no son más en soledad. Esa soledad compartida en la que la tristeza abarca mi alma, mi ser y mi corazón, haciendo que el sueño escape de mí, haciéndome volar a través de los recuerdos, a través de recuerdos que me hacen daño.

 

Sueño contigo desde el horizonte de mi cielo invisible, que a pinceladas, ha sido trazado con la mezcla de colores que nacieron en mí, con cada palabra de amor que me has entregado, con cada carta escrita desde el corazón.

 

Y así, de esta manera, dormida, sigo soñando contigo, con estar a tu lado y que me despiertes con un beso…

 

 

Siento como si estuviera flotando, como si volara. Al principio pienso que sigo soñando, pero luego me he dado cuenta de que no. Oigo el latido de un corazón, la respiración acelerada… Y no es la mía.

 

Abro los ojos y me encuentro con el pecho y el cuello de una persona, una persona que tiene nombre y apellidos. Marco Asensio. Me está cargando entre sus brazos y me debe de estar llevando a una habitación para acostarme en ella.

 

A pesar de todo, a pesar de lo que nos está pasando… Me sigue cuidando como lo hizo desde el primer momento en que nuestras miradas se conectaron. Desde el primer momento en que nos miramos a los ojos. Y sé, que pase lo que pase, voy a tener a Marco en mi vida para siempre.

 

Ahora solo está en mí que volvamos a estar como antes.

 

      - Marco – le llamo para que se dé cuenta de que estoy despierta.

     - No quería despertarte, lo siento – me dice mientras sigue caminando – sigue durmiendo. Voy a llevarte a la habitación de invitados.

      - No Marco, por favor – le digo y se para sorprendido.

 

Marco se gira para verme, ya que yo desde que le he llamado no he dejado de mirarle para ver sus reacciones, para ver su rostro, sus ojos.

 

      - ¿Qué? – pregunta confundido.

      - Para por favor, tenemos que hablar – le contesto con mirada suplicante.

     - María… - dice con desgana – ahora no quiero hablar, te he dejado entrar porque no quiero que duermas en el frío suelo de la escalera, ni que te pongas mala – sigue diciendo.

      - Por favor, Marco – le miro a los ojos.

 

Me sigue mirando y veo como se forma una batalla en su interior, en si ceder a mis suplicas o hacer lo que tenía en mente. Se debate durante un rato y finalmente asiente mientras me baja al suelo con cuidado.

 

No me suelta del todo, ya que coge una de mis manos y nos lleva directamente al salón, dónde nos sentamos uno en cada punta. Y sé que Marco está evitando el tener contacto conmigo.

 

      - Tienes cinco minutos, después me iré a dormir – me dice de manera brusca y borde.

 

Asiento con la cabeza, respiro y me preparo para contarle toda la verdad. No sé por dónde empezar y cada vez me estoy poniendo más y más nerviosa. Y eso no es nada bueno.

 

      - Lo que viste no es lo que parece – intento empezar de alguna manera.

     - ¿A no? – pregunta incrédulo mientras levanta una ceja – ¿me vas a decir que no te vi besándote con ese tío?

      - Sí, ese tío me beso, pero yo no quería – le contesto.

      - No te vi que te resistieras mucho – me dice borde.

      - Porque no podía moverme, estaba en shock, muerta de miedo, me quedé congelada – le intento explicar.

      - No te creo – me dice cortante.

     - Marco… - no quería llegar a este punto, porque sé lo que va a pasar, pero no me deja opción – el tío que viste que me besó era Harry – le suelto sin más, como si fuera un balde de agua fría.

 

Veo como sus ojos se abren como platos, como sus puños se cierran en torno a su mano y se vuelven blancos los nudillos.




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