La noche se desliza suavemente sobre el dormido cielo, la luna te ilumina con su hermoso resplandor, el sol siente envidia de ella, siente celos.
La brisa acaricia tu piel, el amanecer se levanta junto a ti con un nuevo día, no, no digas nada, solamente deja que todo pase y sea simplemente mágico.
El día transcurre con completa normalidad, pero, hay una pequeña peculiaridad, ya no hay luna, ya no hay noche, no dices nada, no guardas rencor y sin reproche.
Las cosas suceden por razones misteriosas, no sabemos qué va a pasar, en un segundo todo puede terminar, sin dejar ningún rastro, con la conciencia encima y los ánimos tumbados.
Aveces es mejor callar y esperar, mientras yo esté con ella a mí me basta cuando la resplandece el iluminar del sol en sus pupilas.