~ ELETTRA ~
Cuando había aceptado acompañar a mi madre y a Nicolás a Suiza nunca pensé en cómo terminaría. Alessa había bromeado conmigo un par de veces que en ese lugar encontraría a alguien, tal vez a un príncipe, pero que equivocada estaba, me había encontrado en una situación que jamás había pensado estar. Una amiga a la cual no veía desde hace años me había invitado gracias que había publicado una historia en mis redes diciendo que estaba en Suiza, la mujer y yo no es que fuéramos grandes amigas, habíamos estudiado juntas hace un par de años, poco antes de abandonar la carrera, así que fue de lo más extraño cuando recibí un mensaje de su parte por mis DM’s.
—¿Vas a salir? —preguntó mi madre al verme usando un vestido. Había pasado todo el día en pijama, pero después de pensarlo por un par de horas, decidí que salir sería una buena idea para despejar mi mente de todo lo que ha estado pasando en nuestras vidas. Mamá no quería quedarse sola en la habitación, pero no podía hacer mucho por eso—. Promete que te vas a cuidar.
Entendía la preocupación de mi madre, hace mucho que no salía de fiesta, no desde que entré por última vez a rehabilitación, podía controlarme y entendía mis limites, no podía dejar que mi vida se vuelva a arruinar por unos ratos de placer.
—No tienes nada de lo que preocuparte madre —Me acerqué para dejar un beso en su mejilla. Ella y Santino se habían visto afectados luego de verme destruida por las drogas, por suerte lograron hacerme entender rápido, antes de que realmente fuera demasiado tarde. Pero tenía en mi cabeza desde hace un tiempo que no sentía nada, me sentía vacía con ganas de salir corriendo lejos. Solo que me contenía. Tal vez podría huir de mi realidad en ese lugar.
Estoy abajo
Mire mi celular, Dianna, mi amiga, me había ido a buscar al hotel donde nos estábamos quedando, yo había insistido en que no era necesario, pero ella era difícil de convencer así que terminó yendo por mí. Me despedí de mi madre quien se iba a quedar viendo alguna película.
Estaba usando ropa bastante casual, unos jeans claros, un suéter color mostaza con un abrigo negro, todo por recomendación de Dianna, me había dicho que iríamos a un lugar donde haría frío, así que estaba preparada. Solo que para lo que no me había preparado es que mi amiga llegaría en una moto por mí.
—¡Eleee! —Corrió a mi abrazándome, yo me había quedado un poco extraña de verla y más que me abrazara con esa energía, no me acordaba que fuera tan alegre—. Qué bueno verte otra vez, estás súper cambiada…
—No nos vemos desde hace 6 años Dianna, ambas cambiamos —Le regresé el abrazo, hace un tiempo que no salía con nadie y hacerlo con ella sería una experiencia diferente, no mala, esperaba que fuera buena—. Así que nos iremos en moto…
—Ah sí, acá el tráfico es horrible así que me tocó aprender a manejar moto y también me ayudó a hacer amigos —Ladeé la cabeza sin entender a lo que se refería—. A ver, te explicaré… Acá hay clubes para motociclistas de la ciudad, nos reunimos y somos como una familia… Yo soy la más joven, pero son divertidos…
—¿Vamos a ir con ellos? —Ella asintió con una sonrisa, me entregó un casco, pero yo no me sentía del todo seguro que eso fuera una buena idea—. ¿No crees que va a ser raro que yo esté ahí?
—Ellos siempre traen a sus novias, esposas, amigas… Además, hoy haríamos un torneo de póker, así que no tienes nada que preocuparte —Yo hubiera imaginado que iríamos a algún discoteca o bar, pero que fuéramos a una reunión del club me había extrañado, podía ser divertido. Me encogí de hombros y me puse el casco.
Aunque siempre me habían dado miedo las motos, muy en el fondo había estado con ganas de aprender a manejar una. Pero mi padre las odiaba y mi hermano había seguido por ese mismo camino, así que había renunciado a esa idea. Esperaba que nadie me viera subida a esa moto, tendría problemas.
—Ya vamos llegando —Anunció la mujer cuando estábamos entrando a lo que parecía un bosque. Luego de unos minutos disfrutando de las vistas, llegamos a lo que parecía una casa, se podía escuchar música y voces dentro. Me sentía nerviosa, no podía negarlo—. Bienvenida a la casa de los “Black Angels” —No quise decir nada sobre el nombre del club, pero no tenía pinta de que fueran las mejores personas.
Sé que era algo prejuicioso de mi parte y que debía comenzar a sacarme de ese lugar de privilegio y darme cuenta de que no todos tenían que aparentar. Suspiré y traté de relajar mi espalda que estaba tensa desde que entramos a la casa. Solo se escuchaban voces de hombres.
—¡Buenas noches! —Dianna saludó levantando sus manos, haciendo que la mayoría de las personas nos viera, era la primera vez que me sentía cohibida por tantas miradas—. Llegó por quien lloraban…
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Editado: 28.09.2023