El tipo que siempre se sentaba en la estación de autobús escribiendo en una libreta no era un loco como pensé, era un dibujante y lo sabía porque tenía su libreta de dibujo personal en mis manos y sabía que era una libreta de dibujos personal porque lo decía en la primera página junto con una iniciales F. F, vaya ¿cuál sería su nombre completo?, Eso no era lo importante. La cosa era que ahora estaba de camino a la universidad usmeando la libreta del deconocido que parecía un vagabundo, si que tenía bastante talento, aunque algunos de sus dibujos eran un pocos extraños la verdad, pero bueno así son los artistas, que se le va a hacer.
De todas formas iba tarde a mi primera clase del segundo trimestre por lo que se la devolvería mañana cuando lo viera en la estación, en todos estos meses.
***
Eran treinta minutos tarde y todo por el idiota de Corian, quien la noche anterior no me había dejado dormir por la "pequeña" celebración que tuvo con sus amigos por haber ganado un partido, literalmente estaban invictos en la puta temporada y ellos seguían celebrando los triunfos que obtenía cada semana. Me colmaba la pasiencia por completo, pero bueno al menos agradecía estar discutiendo con él y su nuevos amigos y divertirme en ocasiones, que estar pensado en todas las persona que extrañaba. A lo largo de los pocos meses que llevaba en mi nueva vida habían pensado en todo lo que dejé de atrás en lo que se incluía Diana, por desgracia la racha de suerte de mi hermana había terminado y se estaba enfrentándose a la crueldad del mundo y lo difícil que es superarlo, ella misma cree que no podrá lograrlo, pero yo la anime porque si se que esa rubia testaruda puede con todo, su determinación no puede ser doblegada en este momento, no cuando más necesita fuerza para superar los problemas que tiene con su novio y el padre del bebé, porque si ya la verdad se sabe y fue muy duro para ella encarar a los dos hombres.
De tanto divagar e insultar mentalmente a Corian caí, caí como una completa estúpida en la entrada del salón, genial primero llego tarde a la clase y luego me tropiezo frente a la entrada llamando la atención de todo la clase y como vergüenza adicional esparciendo todas las cosas de mi bolso frente a todos.
Para mi más grande sorpresa nadie se comenzó a reír de mi miseria, pero eso no quitaba el hecho de que todas las miradas estuvieran sobre mi.
—¿Qué haces aquí? —una mano se extendió en mi dirección para ayudarme y estuve apunto de ofrecerle un gracias multiplicado por infinito cuando deduje quien era.
Sus ojos azules y cabello castaño despeinado junto con su poblada barba era muy familiares, yo veia a ese sujeto todos los días cuando tomaba el autobús, era el mismo que siempre se mantenía con esa libreta que ahora estaba en el suelo, era el artista y además por lo que la placa en su pecho derecho dictaminaba mi profesor de diseño.
Este sería un genial momento para morír, no se piénsalo Dios.
—¡Eres el vagabundo dibujante! —solté arrepintiendome al instante al caer en cuenta que ese tipo era mi profesor.
Ahora si sería un gran momento para morirme Dios y lo decía porque el vagabundo literalmente gruñó soltando mi mano con brusquedad mientras el resto de la clase rio, los ojos del hombre me decía que el quería matarme, su mirada si que era intensa, para mi fortuna o desgracia él noto su libreta en el suelo he ignoro mi presencia para tomarla.
—Lo siento no quise decir eso, eso solo que...
—Largo de mi clase. —No me permitió que terminará de disculparme y cuando obtuvo su Preciado objeto me echo muy quitado de la pena, ni siquiera me agradeció por la libreta.
Su potente voz me dejó atónita en mi lugar y debía admitirlo con ganas de llorar por lo Torpe que había sido, justo pensé que todo en mi vida iba a mejorar y ahora el sujeto que me dará clase me odiaba, además que luego de eso tenía la certesa que me etiquetarian del bufón de la clase y no me dejarían olvídarlo.
Que gran suerte tienes Calipso Benson.
Sin ningún rastro de dignidad en mi ser tome mis cosas y me retire del lugar teniendo como última imagen el tipo con la libreta de dibujo en sus manos como si fuera un gran tesoro, tal vez para él si lo era.
***
El semestre transcurrió con la guerra declarada por Francesco Figueroa o como a mi me gustaba decirle el profesor vagabundo, cuando estaba en su clase se notaba el odio que me tenía y ni siquiera me gustaba recordar cuando nos topabamos en la estación de autobús, él literalmente me miraba con su ojos asesinos, soltaba un bufido y se alejaba a la otra estación, todo con tal de no estar cerca de mi presencia, yo a pesar de todo eso y que él se empeñaba en que yo fallara los trabajos no lo odiaba, mi vida y mis sentimientos estaban muy ocupados como para meter un poquito de odio a mi profesor con aspecto de vagabundo, simplemente le dejaba pasar todo y en cualquier ocasión que podía le regalaba una enorme sonrisa que lo irritaba a un más, aunque esa no fuera mi intención precisamente.
Pero todo cambio ese día donde me desperté justo como el clima, triste, muy triste, Corian se habia marchado por dos días a un campamento que organizo su clase por lo que la soledad era mi única compañía, lo que me hacía caer en la melancolía y pensar cuanto extrañaba a todos y como quiero estar al lado de Diana apoyándola más que nunca por esa dura etapa de su vida, pero la realidad era otra, por más que quiera tomar un avión y decirle a todos que me arrepentía de mi decisión y quería volver a lo de antes, no podía, yo tenía que aprender a enfrentar mis problema sola, a acostumbrarme a ellos para superarlos, no todos iban a estar conmigo siempre y fue justo esa idea de aprender a no ser dependiente de los demás lo que me trajo aquí, no podía renunciar ahora.
Pero eso tampoco impidió que llorara en la estación con la lluvia y el frío de la mañana mezclandose con mi tristeza.
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Editado: 03.02.2022