Las clases no iban todo lo bien que Mira hubiera esperado. Ni una sola de las asignaturas que estudiaba se le daban bien. Ni si quiera física y química donde siempre había destacado de manera sobresaliente. En la ultima clase, en el laboratorio, no había sido capaz de reconocer ni uno solo de los elementos de los que hablaba la professora Pussett. Desconocía de qué tabla periódica estarían sacados, pero desde luego no era de la tradicional. Fue la única que no consiguió llevar a ebullición su mezcla de orenta y sodio, pero es que su cerebro era incapaz de olvidar los principios químicos que conocía, los más tradicionales, para formular unos nuevos. Y qué decir de la clase de algebra donde el Professor ya la había tomado por la tontita de clase. Se sentía muy frustrada, francamente, porque siempre le había ido bien en la escuela. Lo de sacar malas notas era algo nuevo para ella. Excepto en mitos y leyendas donde la professora Birdwishtle le había puesto un nueve en su trabajo. A toda esta frustración debíamos sumarle que Antía no le dirigía la palabra desde la intrusión en su habitación. Ni si quiera había podido explicarse para hacerla entrar en razón asique, simplemente, la ignoraba. Lo que Mira no había podido comprender aún era como demonios llegó Antia a su habitación, aquel día, si ella la había dejado en el comedor con Mafalda quien, pensándolo bien, quizás supiera algo al respecto.
Mira se dirigió a la biblioteca con paso firme para buscar a su compañera, tenían horas libres y Mafalda siempre se recluía allí. La encontró en una mesa apartada y sola como venía siendo habitual.
Mira se quedó perpleja durante algunos segundos. Nunca sabía por dónde saldrían las ocurrencias de la chica por lo que era imposible de predecir.
Mira se lo tuvo que pensar poco para mentir y decir que sí, que era una excepción que el Maestre había comunicado para aquella mañana. Mafalda pareció satisfecha y más colaborativa en cuanto creyó que que no incumpliría ninguna norma que pudiera perjudicar a Fleming.
Mafalda asintió sin perder la expresión que siempre mostraba. No estaba en absoluto sorprendida ante las explicaciones de Mira y esta no entendía el por qué. A veces se hacía demasiado frustrante la falta de expresión de la muchacha.
Mira suspiró exasperada intentado controlar sus palabras para no dañar a Mafalda. Era extraño, pero cuando trataba con la chica comenzaba a comprender a sus padres. Los imaginaba intentando mantener una conversación seria con su hija mientras ella no paraba de dar respuestas y conjeturas fuera de lugar. A lo mejor ese había sido el plan de su madre desde el principio. Quizás FireWell la estuviera ayudando a madurar después de todo. Dedicó una leve sonrisa apaciguadora para que no se sintiera violenta tras lo que le iba a decir.
Mafalda asintió sonriendo.
Unos cuantos alumnos que se sentaban en una mesa cercana sisearon guardando al silencio a Mira y su compañera.
Era la primera coherencia que Mira le oía decir, pero también era algo imposible dada la insistente costumbre de su compañera por eludir cualquier conversación que se intentara mantener con ella.