Mira Luna y la Academia Farewell

CAPITULO 34

Mira se despertó en una sala oscura y fría. Le llevó demasiado tiempo ser consciente de la realidad. Se sentó en la cama y observó su alrededor confundida. ¿Dónde estaba?

  • ¿Bemus?

La oscuridad le devolvió un eco prolongado. Aunque no podía ver nada si que podía sentir la soledad de aquella estancia. Intuía , por la corriente de aire que llegaba hasta ella, que estaba completamente vacía. ¿Pero habría alguien más en algún rincón escondido? Sintió el miedo trepar por su columna vertical y respiró hondo para intentar equilibrar sus sensaciones. Entonces recordó algo. Era una bruja. No era de las mejores pero había aprendido cosas. Cosas que podían ayudarla después de todo. 

 

Se concentró.

 

  • Luxo- susurró.

 

Un haz de luz creció en la palma de su mano. Mira se maravilló ante la reacción de sus palabras. Todavía le costaba asimilar la nueva realidad en la que se había sumido. Dejó las ceremonias para luego, no era el momento, y se levanto lentamente para inspeccionar aquella habitación. Parecía un suerte de mazmorra antigua de piedra oscura. No había ventanas, ni muebles , ni cadenas ni rastro alguno de persona. Tan solo había una puerta, un arco de piedra más bien, al fondo de la estancia. Mira no lo pensó dos veces, no quería arrepentirse, se dirigió  hacía la puerta con el haz de luz sobre su mano intentando averiguar donde estaba y si tenía compañía. La siguiente sala no era muy distinta, se encontraba totalmente vacía, nada de muebles, nada de ventanas y nada vida humana. Tan solo algunas ratas correteando a su anchas sin nadie que las molestara. Entonces Mira se topó con algo frío, algo rígido y duro. Alumbró hacía sus pies y descubrió una cadena oxidada. La siguió, lentamente y con precaución, en busca del principio de aquella secuencia de eslabones metálicos. No esperaba encontrar nada parecido al final de la cadena. Un cuerpo huesudo , menudo, encadenado a una pierna. Una maraña de pelo blanco le salía de la cabeza. Estaba semi desnudo. Tan solo llevaba un pañal de tela amarrado a la cintura. El hombre se mantuvo de espaldas a pesar oír los pasos de Mira acercándose . Era extraño. Debía de llevar encadenado muchísimo tiempo a juzgar por su apariencia. Mira no sabía si sentir miedo o lástima.

 

  • ¿Hola?- preguntó Mira- ¿Está usted bien?

 

Pero no obtuvo ninguna respuesta del anciano. Ni si quiera un mínimo movimiento por parte de aquel cuerpo inerte.  Levantó el brazo lentamente. Acercando sus dedos con mucha precaución. Tan solo tocarle era peligroso. El hombre podía haberse rebelado. A saber qué poder podía esconder en aquel amasijo de huesos. Después de todo, si estaba encadenado debía de ser por algo. Sus dedos estaban a tan solo unos centímetros de la espalda. A punto de rozar una piel que, a corta distancia, se veía pálida y azulada. Cerca, tan cerca que podía notar el calor que desprendía. Unos centímetros más. Solo un poco más … el hombre se dio la vuelta de golpe dejando a la vista unos ojos blancos y saltones y una boca de dientes negros donde faltaban más de la mitad. Mira retrocedió de un brinco. Aquel rostro era el de la misma muerte. 

 

  • Magnus…

 

¿Magnus? ¿Dónde había escuchado ese nombre antes? No podía recordarlo. Al menos no bajo tanta presión pero ya lo pensaría más tarde.

 

  • ¿Quién es usted?
  • Magnus…- repitió el hombre. 

 

En realidad era la única palabra que el extraño individuo repetía sin cesar pero Mira estaba segura de que no era su propio nombre. Fuera quién fuera Magnus no estaba en aquella habitación. Siguió estrujándose la mente. Recorriendo cada recóndito lugar de su cerebro en busca de aquella palabra que no terminaba de recordar, una palabra y dos sílabas. Magnus. 

 

  • Magnus…- insistía aquel prisionero.
  • No soy Magnus. No sé quién es Magnus . No consigo recordarlo. Mi nombre es Mira, Mira Luna señor.

 

Su nombre pareció causar una reacción en el hombre que abrió los ojos con asombros. Comenzó a ponerse nervioso. Daba pequeños saltos en el sitio mientras emitía unos extraños gemidos. Parecía que se hubiera olvidado de hablar. Las palabras no conseguía salir al exterior quedando atrapadas en su garganta. El hombrecillo luchaba contra sí mismo para convertir los rugidos en algo entendible. Mira podía notar su lucha interior pero todos sus esfuerzos eran en vano. El hombre estaba tan frustrado que tiró de las cadenas con fuerza haciendo que Mira se sobresaltase.

 

  • Voy a intentar soltarle, déjeme que…

 

El hombre protestó enérgico a la vez que escondía las cadenas tras su espalda. Era como si no quisiese que le liberaran o eso es lo que Mira interpretó por su reacción. 

 

  • ¿No quieres que te libere?

 

 

El hombre negó con la cabeza.

 

  • ¿Pero por qué?

 

Mira cada vez entendía menos de todo aquello. No sabía dónde estaba y muchísimo menos cómo había llegado hasta allí. No sabía quién era aquel hombre tan extraño ni quién lo tenía prisionero ni por qué. Y luego estaba ese nombre, Magnus, que se repetía una y otra vez en su cabeza causándole una gran irritabilidad. Se hubiera dedicado más tiempo a entrenar podría haberse defendido mejor. Ahora era cuando se daba cuenta de que realmente no había aprendido nada. Demasiada teoría inservible y poca magia. No entendía la metodología de Firewell ni or qué no dedicaban más tiempo a entrenar a los jóvenes magos para situaciones como esta. Seguramente se debía a lo que Bemus le contó. El mundo mágico había vivido demasiado tranquilo. No se imaginaba a Barros Spencer reconociendo que los pilares de su congregación pudieran tambalearse de forma tan brusca. Ni imaginaría la cara de Birdwhistle si le viera ahora mismo en esa situación. Comenzó a pensar en la idea de que pudiera estar soñando. Si, quizás era eso. Un simple sueño , como muchos de los que había tenido hasta el momento. Pero parecía tan real…Y no podía olvidarse de las marcas con las que había despertado en las ocasiones anteriores. Marcas que nadie podría hacerse en un simple sueño. Cabía la posibilidad de que se hubiera autolesionado sin ser consciente, había leído sobre ello. Un dos por ciento de la población mundial se autolesionaba durante un sueño violento. Es un porcentaje muy bajo, es cierto, pero no tan bajo como la posibilidad de haber sido una maga. Si se comparaba con eso, todo era posible. También había leído que la violencia durante un sueño podía ir desde un simple golpe hasta caerse por una ventana. Lo que vendría a entenderse como sonambulismo en alguno de sus grados. Había intentado convencerse a sí misma de que esto era lo que le estaba sucediendo. De momento, no había tenido demasiado éxito. Sobre todo cuando pensaba en la figura de Abaddon junto a ella. Demasiado real. Demasiado terrorífico para ser una simple invención de su mente. ¿Y todo lo que Abaddon le había dicho? ¿Cómo podía la mente de Mira inventarse un discurso así? Era demasiado improbable.




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