Mirada Cruel

Capítulo 6

—¡Pero si tenemos a un par de espías! — exclama gozoso Skandar, el resto de sus amigos se ríen de nuestras expresiones asustadas —. Debemos tener suerte, Lily, ¿de casualidad sobro más cuerda? — el corazón se me acelera de solo escuchar eso.

—Creo que un poco — le responde con una sonrisa cómplice —, aunque nada más para una persona — se cruza de brazos.

—Supongo que con eso bastara — dice regresando su mirada en mí —, no pongas esa cara, solemos ser hospitalarios con los espías.

La sola idea de quedar igual que el pobre Roger me quita la respiración. Prefiero que me noquee, al menos solo sentiré el golpe un segundo.

—Y no bromea — se entromete Jason —, ¿quieres la mitad del hot dog? — se acerca a Edmon, mi amigo niega amable.

—¿Tú también quieres algo? — me pregunta Skandar fingiendo un tono cordial, niego repetidas veces con la cabeza —, en serio tú escoge — vuelvo a negar esta vez más brusca —, ¿acaso no hablas?

—No creo que este muy cómoda, mírala como la tienes — comenta Lily, aunque no sé si lo dice para ayudarme o solo para echarle más leña al fuego.

—Tienes razón, prefieres tomar asiento ahí — me señala hacia arriba, donde están los restos del puente —, es muy agradable, hay mucha ventilación y la vista es maravillosa.

—Solo que tenga cuidado con los bordes metálicos marrones — agrega el chico golpeador, Jack —, porque se rompen con facilidad.

Después de ver lo que le hicieron a ese muchacho, creo que son capaces de obligarme a subirme solo para verme caer.

—No te asustes, hay otra opción, puedes ser vecina de Rogers — menciona Skandar muy emocionado —, míralo, se le ve muy tranquilo — ironiza con la vista puesta en el agonizante chico —. Los castigos de los espías son más misericordiosos que el de los traidores, te lo aseguro — me susurra sonriendo de un lado.

—Incluso les dejamos ir al baño — agrega Jason, comentario que le hace gracia a sus amigos.

—Pero no nos adelantemos, estamos siendo muy injustos — Skandar voltea a ver a sus amigos por un momento —, qué tal si comenzamos por la pregunta más obvia — hace una pequeña pausa —. ¿Qué estaban haciendo aquí?

Ninguno de los dos dice nada, Edmon y yo volvemos a cruzar mirada, como esperando a ver quien de los dos se atreve a responder. Estoy por tomar la iniciativa, cuando la cálida mano de Skandar me toma de la barbilla y la regresa al frente, justo chocando con su mirada.

—Las respuestas van dirigidas a este lado — me dice alzando una ceja —, a menos que con esas miradas estén ocultando algo — frunce el ceño —, en ese caso no me queda más que aumentar mis sospechas.

Intento decir algo, pero todas las palabras coherentes desaparecen de mi mente, quedo en blanco ante el tenebroso toque de este chico.

Por suerte Edmon no padece de ese mal.

—Nosotros tomamos este atajo — suelta mi amigo, desde el otro lado —, no queríamos demorarnos en la siguiente clase, por eso es...

—Digamos que eso es cierto — responde Skandar aun sin apartar su mirada de mí —, ¿por qué consideraron buena idea espiarnos?

—No los estábamos espiando — logro decir sin tartamudear, el chico abre más los ojos al escucharme.

—¡Así que si puedes hablar! — exclama exagerado —, ya me estabas asustando, aprovechando este milagro, te pido que justifiques tu respuesta — me dice como si esto fuera una estúpida prueba de matemática.

Me demoro un poco, pero logro seguir el hilo de la conversación, a pesar de que no me ha quitado las manos de encima.

—Tomamos el atajo, cuando los escuchamos — mi voz tambalea un poco —, no nos queríamos meter con ustedes por eso...

—¿Se escondieron? — me interrumpe —, no era más sencillo dar media vuelta e irse...

—O pasar a saludar — interrumpe Jason, recostando su brazo con el hombro de Edmon —. Te hubiera enseñado la técnica de tortura número trece, ¿te gustaría saber cuál es? — mi amigo se sonroja al percatarse de la atención de todos.

—Preferiría que no — murmura tímido.

—¿Estás seguro Edmon? — insiste.

—Claro, no creo que sea... — hace una pausa, confundido, luego voltea a ver a Jason con el ceño fruncido —, ¿te sabes mi nombre?

De no ser por la situación en la que estoy metida, me hubiera carcajeado de la cara sorprendida de Edmon.

—Claro, estuviste en las olimpiadas de informática el año anterior — se encoge de hombros —, nos aplastaste a todos...

—Eres el chico que construyo ese lanzador, ¿verdad? — pregunta Skandar de repente, muy interesado, lo voltea a ver, pero no se aleja de mí.

—Si, lo soy — mi amigo yergue su espalda un poco menos nervioso —. ¿Cómo lo saben?

—Puede que me haya servido un par de veces tu experimento — responde el desalmado —, buen trabajo, nunca falla.

—¿Pará que lo...? — Edmon ni siquiera puede terminar la pregunta.

—Oh, no te asustes nadie salió herido, a menos alguien que conozcas — interfiere Lily, dejándome aún más asustada.

Tenemos que salir de aquí.

—Haré una excepción, solo por ese lanzador — le dice Skandar —, así que Lils suéltalo — estás palabras me hacen resoplar aliviada, veo como Lily libera a mi amigo, Edmon se arregla la camisa antes de esperarme.

El problema es que Skandar aún no se mueve, intento moverme dando un paso adelante, que claro que él ya había precedido. El chico me regresa a donde estaba en cuestión de segundos.

—Eh, eh, ¿tú a dónde vas? — me pregunta burlón —, creí dejar claro quien se podía ir.

—Pero, pero — repito evadiendo su mirada —, ¿por qué no me puedo ir? — pregunto sintiendo toda la situación ridícula —, ya te dijimos a que veníamos, yo no...

—Porque si, aún me hace falta hacerte preguntas.

—¿Qué clase de preguntas? — dirijo mi mirada a su pecho, para no tener que enfrentarme a sus congelados ojos.

—Las comunes — voltea a ver a mi amigo, que aún no se ha ido —, a él ya lo conocíamos, pero tú eres una recién llegada, no sabemos de donde vienes y... — esta vez sí lo miro de frente extrañada.




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