Nos hacen un espacio al bajar y nos acercamos al lado opuesto de la caseta. Ahí, para mi mal gusto, hay un grupo de sureños esperando por nosotras. No podemos empezar una conversación porque Ted se acerca sin avisar, el chico muy apresurado se interpone entre su hermana y Jason, luciendo muy asustado. Edmon tampoco se demora, va justo tras de Ted.
—¡Esperen por favor! — dice con la misma rapidez con la que llegó —, haré cambio con mi hermana.
Volteo a ver a Anni, la cual no sé descifrar si luce aliviada o más nerviosa que antes —. No hace falta Ted, puedo hacerlo por mí misma — tartamudea.
—Anni no digas tonterías — la regaña su hermano, el cual luce demasiado pálido —, retenme a mí, haré lo que sea...
—Ted acabas de ser retado, no puedes hacerlo dos veces — le dice un chico moreno, que se encontraba al lado de Jason —, eso lo sabes de antemano sabes que no obligamos a nadie a subirse.
—Lo entiendo pero — tartamudea —, no habría manera de...
—Sería faltar al reglamento, además tú tienes cuentas pendientes —dice una voz detrás de mí, Edmon y yo saltamos del susto. Skandar pasa a mi lado, provocando escalofríos en mis brazos —, le quitaría credibilidad al juego.
Recuerdo el botón de pánico que tengo en mi bolsillo, solo lo traje para complacer a mi hermano, no quiero tener que recurrir a él, sería desastroso.
El grupo de Skandar se encuentra hablando y nos dejan esperando por unos minutos. Cuando se voltean el chico moreno nos desea suerte y se va. Nunca hacia envidiado tanto a una persona hasta ahora.
—¿Anni Robinson verdad? — pregunta Skandar al voltearse, el chico se toma su tiempo para acercarse.
—Si —le responde asintiendo muchas veces, la pobre en cualquier momento se va a desmayar.
—Muchas gracias por tu participación, ya te puedes ir — le dice Skandar con una sonrisa.
Ninguno dice nada por unos segundos.
—¿Qué? —se atreve a preguntar Edmon.
—Si vamos a seguir las reglas lo haremos como se debe — menciona arreglándose la chaqueta de cuero —. Jamás se ha aceptado a dos, y como soy el retador me he tomado el derecho de escoger.
Oh no, esto no puede ser cierto.
Casi ruego porque me rete a tirarme de un puente, casi pienso que es capaz de hacerlo.
—En verdad no tengo problema — interrumpe Anni —, yo puedo participar con Nataly.
—No hace falta Anni —le digo comprensiva, más bien resignada —. ¿Por qué no vas por algo de comer?
—Yo creo que es una excelente idea —nos dice Ted tomando del brazo a su hermana a la fuerza —, los invitaremos a unos helados.
—No por favor Nataly, lo digo en serio —insiste Anni —, déjame quedarme.
—Es que eso no le compete a ella —interfiere Skandar —. Fui yo el que la escogió, en pocas palabras te saqué de esto, de nada.
—Muchísimas gracias por eso, ya nos vamos — responde Ted, arrastrando a su hermana lejos de aquí a pesar de su resistencia.
Edmon y yo compartimos una mirada angustiosa por la situación, pero al final es lo mejor para ambos.
Bien, terminemos con esto de una vez.
—¿Qué se supone que tengo que hacer? —la voz me tiembla, pero no dejo que eso me afecte.
—¿Ya lo tienes pensado Ska? —Jason se acerca a nosotros tres.
Agradezco que Edmon aún no se haya ido, por lo menos tendré un apoyo.
—Por supuesto que si —me voltea a ver —, y nos vamos a divertir muchísimo— sonríe.
— Ven con nosotros —ordena, mientras saca unas llaves de la bolsa de su pantalón. Retrocedo al ver que son las llaves de un auto.
¿Qué pretende?
—¿Llaves? —le pregunto cruzada de brazos.
—Si, ¿No las conoces? — alza ambas cejas —. ¿Quieres que te enseñe a usarlas?
—¿A dónde me vas a llevar? — le preguntó en voz baja, procurando que no me tiemble la voz.
—Es una sorpresa — imita mi tono de voz.
—Tú no me puedes sacar de aquí —. Le digo sintiendo como se acelera mi corazón.
—Ah sí, ¿Y por qué no puedo? —me pregunta retador.
Tras pensar unos segundos en una respuesta, recuerdo algo que han estado mencionando desde que resultamos ganadoras.
—Quiero ver el reglamento —demandó, esta vez los miro a ambos. Jason y Skandar comparten una sonrisa burlona.
—¿Reglamento? ¿Crees que hay reglas? — me pregunta casi al borde de soltar una carcajada.
—Es de lo que han hablado todo este tiempo —argumento desesperada.
—Como te explico esto Sanderson, no hay reglas, las medidas que se han tomado es por costumbres, nada más.
—Y si las hubiera le quitarían toda la diversión — agrega Jason.
—Pero no pueden llevarme — insisto alarmada, mi cabeza empieza a crear las peores escenas posibles.
—Se hace tarde —dice Skandar sin dejarme terminar —, deja de quejarte, nadie te obligó a subirte, fue tu decisión, afróntalo.
–Qué pasa si no voy, si me opongo... – Jason suelta un silbido el escucharme.
—Nunca me ha pasado — me aclara Skandar sin lucir afectado —, pero quedaría como una cuenta pendiente. Y si no la pagas lo antes posible, está se te llenaría de intereses y la deuda se te incrementaría de forma considerable.
—¿Qué quieres decir con eso? — intento descifrar sus palabras —. Que te vengarías...
—No me gusta usar esas palabras, pero si con ello lo entiendes mejor — se encoge de hombros —. Te aconsejo que lo terminemos hoy de una vez, porque si no me dejaras más tiempo para ponerme creativo y digamos que eso no te conviene.
La sola imagen de Skandar con un destornillador y yo atada a una columna me hace aceptar.
—Está bien — dijo tras dar un suspiro.
Él se burla.
—¿Qué pasa? — le pregunto cautelosa.
Skandar cierra la distancia sin aviso y se acerca a mi oído —. Considera esto como una forma de pago, por escuchar conversaciones ajenas.
Mi pulso se acelera en un segundo.
Joder, joder, joder.