Mirada Cruel

Capítulo 88

—¿Y qué piensa don Alfonso? — le pregunta Jeremy.

—Pues qué más podría pensar — Fabio se ríe —, está satisfecho con el trabajo, no podía ser menos, felicidades a ambos, con esto no solo se ganarán su confianza, sino que los ascienda de puesto.

—¿Usted nos podrá ayudar con eso señor? — le vuelve a preguntar Jeremy, sonando esperanzado.

—Por supuesto, yo mismo los recomendaré — le contesta Fabio seguro —, y todo esto gracias a Craig — hace una pausa —. ¡A ver si el idiota se digna a ponernos atención!

—Craig has estado muy callado, ¿estás bien? — le pregunta Jeremy consternado.

Craig carraspea.

—Sí, perdone señor Grimaldi — aclara con rapidez —, es solo que me dio pena la chiquilla — continúa diciendo —, no ha dejado de preguntarme por su hermano.

Pego más mi oreja al escuchar esas palabras.

—¿Por eso? — Fabio chasquea la lengua —, ya déjate de niñerías, yo pensé que era algo más serio.

—Lo sé señor, pero no puedo evitar sentirme mal por ella, casi se le salen las lágrimas...

¿Por qué se sentiría mal? ¿Acaso ya le sucedió algo malo a Joseph?

—Es lo que te ganas por no ser directo — le contesta Jeremy —, si me la hubieras dejado a mí, ya estaría sosegada.

—¡Pues cómo no lo estaría! — exclama Craig —, si la querías sedar hasta mañana.

Pierdo todas las fuerzas en mis piernas, así que me tengo que recostar en la puerta para no caer.

—Es una excelente idea, así no molesta a nadie y tú dejas de comportarte como un maricón — le sermonea Jeremy —, todavía podemos hacerlo — escuchó el rechinar de su silla.

—Relájate Jeremy — le dice Craig —, además no será necesario, la última vez que la vi estaba dormida, me acerqué un poco, pero parecía muerta.

—¡No seas imbécil! — le grita Fabio de repente —, si Alfonso se entera de que la drogaste, te puedes ir olvidando de tu felicitación y mucho menos de tu ascenso.

Resoplo aliviada cuando lo escucho volver a sentarse.

—Entonces cuando despierte que alguien le avise que no tenemos ni idea de dónde está su hermano — prosigue Jeremy haciendo que mis manos se vuelvan incontrolables del temblor —, es más no sé si ese niño está vivo — me tapo la boca para que no se me salga ningún quejido inesperado.

—Ni siquiera lo digas en voz alta — le dice Craig sonando asustado —, jamás sería capaz de darle esa noticia.

—No se precipiten — la voz grave de Fabio vuelve a interrumpir —, aún no tenemos noticias, pero sea cual sea, al menos tenemos a la chica — dice como si se tratara de una mercancía o algo peor.

—¿Acaso el niño vale menos? — le pregunta la horrorosa voz de Jeremy.

—No, ambos valen lo mismo, por eso es que lo están buscando como locos — le aclara, abro más los ojos intentando entender el rumbo de la conversación —, pero con la chica nos estamos haciendo con algo que el hijo de puta de Donato no tiene...

¿De qué están hablando? ¿Donato? ¿Por qué nos tratan como mercancía?

—¿Y qué pasa si el chico no lo logra? — pregunta Craig con la voz tambaleando.

—Ya te lo dije, no lo pienso repetir — le recrimina Fabio —. Y mucho hicimos encontrando a la chica — le explica y no me podría sentir más ignorante —. Ahora la vida del chico ha bajado sus acciones a la mitad. ¿Es importante? Sí. ¿Es primordial? Ya no tanto.

Siguen hablando, pero apenas les puedo seguir el hilo. Y es que, con eso último, ya me quedan claras sus intenciones. Me queda claro su interés por la vida de Joseph. Eso es más que suficiente para tener una sola cosa en mente.

Tengo que salir de aquí, ahora.

Me toma unos segundos decidir si correr con tacones o quitármelos, al final opto por lo segundo. No sé si esto se vea paranoico, pero me llevo un cuchillo de la cocina y me acerco a la puerta. Jeremy movió un par de veces el pestillo por eso intento hacer lo mismo, la puerta cede con facilidad.

El problema es que hago demasiado ruido al intentarlo. Antes de salir corriendo escucho a los tres hombres levantarse de sus sillas con fuerza y a uno abrir la puerta de la oficina de sopetón.

No lo pienso dos veces antes de correr por el húmedo piso alfombrado. Intento recordar por qué pasillos caminamos, pero todos son tan parecidos, así que mejor me centro en no ser alcanzada por mi perseguidor. Por los gritos que me ha lanzado, sé que es Jeremy el que viene tras de mí.

Me meto entre pasillos, como una forma de perderlo, por suerte la oscuridad está de mi lado. El problema es que es rápido, y puedo sentir como empieza a cerrar la distancia al mismo tiempo que pierdo mis fuerzas. No sé cuánto tiempo llevo corriendo, pero empiezo a armar un plan en mi mente. Uno donde me volteo de forma inesperada y le apuñaló la pierna con el cuchillo, pero no creo que sea tan sencillo.

Un rayo de luz de forma literal, se pone frente a mí. Al acelerar, una puerta luminosa se aparece en frente, ruego que vaya al exterior, en donde pueda buscar ayuda. Esperando que la suerte esté de mi lado, la empujo con mi hombro derecho, la puerta cede y caigo al suelo lleno de tierra y lo que parece ser cerveza. Apoyándome con mis brazos, me doy cuenta de que caí en un callejón abandonado.

Me levanto apoyándome en la pared, en los restos de una tubería vieja. Recojo mis tacones y el cuchillo lo meto entre mis pechos, estoy por acelerar de nuevo cuando esa puerta se abre de nuevo y Jeremy sale rabioso. No es cuando sus ojos se posan en mí, que por poco se me tira encima.

—¡Usted tiene que venir con nosotros! — me toma del brazo con la intención de arrastrarme de regreso. Pongo todo mi peso del lado contrario para que me suelte, pero el chico es fuerte —, deje de resistirse, o tendré que llevarla cargada.

—Déjeme ir o me voy a poner a gritar — le advierto desconfiada de mis palabras.

El hombre se ríe de mi amenaza.

—No sea ridícula, me la tengo que llevar — me dice —, no porque quiera sino porque son órdenes de mis superiores...




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