2 de Junio del 2018
Caminaba por el camino de regreso a casa, estaba oscureciendo muy rápido. Y el frío empezaba a arrasar. El aire se empezó a sentir un poco húmedo. Tal vez la neblina ya estaba bajando.
No le tome importancia y seguí caminando pero un llanto hizo que dejara de caminar, mire a mis lados confundida y trate de ver si había alguien aquí pero no. Fruncí el ceño y seguí caminando, esta vez más rápido, el llanto volvió a sonar. Esta vez más fuerte y más cerca.
Mire a mis lados y a lo lejos note a una sombra moverse, parpadeé tratando de enfocar y cuando lo hice, la vi. Era una chica llorando en el suelo cerca del rio. Sin dudarlo me dirigí hacia ella.
-¿Quién eres?-preguntó cuándo noto mi presencia.
-Me llamo Annabelle
Se rio de manera ronca sin verme. Me acerque más a ella quedando a unos pasos de distancia.
-¿Qué es lo divertido?-pregunte desconcertada.
-Nada, nada Annabelle-respondió de manera irónica
-¿Tienes frío?-pregunte sacándome mi abrigo y arrodillándome quedando detrás de ella.
-No
-Pero está haciendo mucho...
-He dicho que no tengo frío-me cortó-¿Cómo alguien muerto puede tener frío?
-¿Qué...?-pregunte con voz ahogada y con mi mano en el aire a unos centímetros de su hombro desnudo
-¿No me reconoces?-cuestionó de manera burlona.
-¿Quién eres?-murmure asustada-¿Q-qué quieres?
-Nada especial-se paró sin verme-solamente quiero lo que tu querías.
-¿Qué?-me pare para empezar a retroceder asustada.
Se empezó a reír con fuerza y su risa resonó por todo el lugar. Retrocedí asustada, pero ella viró un poco la cabeza y observe con terror como movió su dedo huesudo de lado a lado, en signo de negación
-No debiste hacerme eso-soltó de manera brusca dándose la vuelta-¡Te arrepentirás!
Grite al ver como aquel espectro se abalanzo sobre mí, mandándome con fuerza hacia atrás. Su rostro aunque estaba tapado por cabellos lo podía ver, su cara pálida y sus ojos fríos me prometían una cosa: mi muerte.
Cerré los ojos esperando sentir el golpe pero me levante sobresaltada en mi cama. El sudor me recorría mientras mis manos temblaban sin control alguno. Me acosté en posición fetal mientras cerraba los ojos con fuerza.
-Solo fue una pesadilla. Solo fue una pesadilla-me repetí una y otra vez.
Solo que no fue una.
Cada noche soñaba cada vez cosas más extrañas. Yo en un bosque, yo cerca del rio, y en todas había algo aterrador. Podía verme en ellos en tercera persona y ver como aquel espectro desde las sombras me observaba con una sonrisa torcida.
Como se reía de mi cuando al regresar a ver no la encontraba.
Y como gozaba de verme aterrada, presa del miedo.
Ahí lo entendí, me costó noches pero finalmente lo entendí. Ella siempre me estuvo viendo, y aquello que me mostraba en sueños eran sus recuerdos. Fueron mis días.
Ella todo el tiempo me había estado acompañando, no me había dejado sola. Ni siquiera cuando creí que se había ido, lo había hecho. Solo había estado escondida, esperando la oportunidad para atacar de nuevo.
Y la había encontrado.
En los días podía sentir su presencia pero comparada con la noche esta era muy débil. Ella lo sabía, y ahora yo también.
Así que cada noche solo cerraba mis ojos mientras pensaba en cualquier cosa posible que pueda. Sin querer quedarme dormida. Si lo hacía, ella entraría en mi cabeza, en mis sueños y los convertiría en pesadillas. Como si de alguna manera quisiera que yo viva el infierno que ella está viviendo.
Lo que no entiendo es por qué lo hace
Así que con esa incógnita en mi cabeza y miles de hipótesis, me desvele esa noche y no conseguí pesadillas. Lo entendí, finalmente lo entendí.
Ella es fuerte en la noche, mientras que en el día no es más que una sombra oscura.
Después de todo es un ser de rencor y ellos no pueden ver la luz.
Al menos eso creí mientras caía dormida. Ese día dormí tranquila, sin saber que lo único que provocaría con eso, sería su ira.