Mis 5 Chicos (m5c #1)

Parte 1

CAPITULO UNO
 Samantha


 No te voy a mentir, ir al plantel hoy es lo menos que quiero, pero todo por las notas. 


Para poder estudiar lo que deseo tengo que tener las notas suficientes.  Además, el estar de aquí allá debido al trabajo de papá, no me permite transferir las notas. Dicen que es engañoso.  Yo digo que es una pérdida de mi tiempo en el ámbito estudiantil. Pero ni porque mi papá sea el empresario más reconocido, tenemos poder sobre las decisiones del plantel. 


 Salí de casa, un poco enojada porque no estaba nadie allí. Ni mi madre, ni mi padre. 


Mi padre vive en el trabajo, es uno de los empresarios más reconocidos del país. Y para tener todo perfecto tiene que andar de aquí para allá. Mi madre, ella a veces sale y no sé a dónde se va. Y yo quedo sola, estudiando, recordando mi pasado, llorando.  La verdad, la falta del último es algo rutinariamente normal, pero mi madre siempre está allí. Lo qué digo extraño es que ella no esté aquí. 

Y mi hermano, bueno, él no vive con nosotros, se auto nomino independiente, luego de empezar a trabajar. 

De mi casa al plantel es, relativamente, unos 10 minutos y sabiendo que voy justo de tiempo. Aun así, tomó el tiempo necesario para observar todo a mi alrededor.

 Se puede decir que somos como nuevos aquí, no nos presentamos como los buenos vecinos. Solo llegamos, nos instalamos y a vivir.

De seguro piensas. Que poca pisca de buenas personas tenemos ¿No? Déjame decirte, que no es así. Pero, o sea, mudarte a cada momento es cansón. Y luego de cierto tiempo, la rutina cansa y dejas de hacerlo. 

 Hay demasiados niños por aquí, al menos ninguno es tormentoso o rompió algo en el jardín. La verdad que rompan algo en el jardín, es algo superficial, no nos importaría mucho. No por el dinero, sino porque, tenemos muchas otras cosas bastantes estresantes en nuestra vida. 


 Mi madre, nada. Mi padre, su obsesión con su trabajo y con cuidarme que no hable con nadie. Y yo bueno, tengo mis pequeños — grandes — secretos. Poco a poco verás que nosotros no somos superficiales, somos más que eso. 


 Camino, a la escuela sentí ojos en mí, volteé y nada.  Seguí mi camino y aún estaban ojos en mí. Me asusté un poco y caminé rápido. Tenía ese presentimiento de miradas sobre mí desde hace tiempo, al principio, creo que estaba alucinando, pero empiezo a creérmelo. 


 (...) 

 

Llegando a la escuela gritan mi nombre. Sabía quién era. 

 —¡Sam!!—grita exaspera, mi rubia amiga. 


 —Hey —digo ahogando risas, por la forma en que corre, el deporte no es lo suyo— ¿Todo bien? 


 —De maravilla. — me mira con esa cara. La conozco, quiere algo— Sam...  La detengo. —¿Que deseas? — Entre cierro mis ojos. 


 —Me preguntaba ¿si quieres salir a una disco está noche? —Sonríe ampliamente. 


 Oh no, conozco esa sonrisa en verdad quiere ir. Cam es mi amiga desde que llegué aquí, no le he explicado como llegué aquí y espero no tener que hacerlo. Ella es mi mejor amiga aparte de Jay Jhonson, son los únicos con los que hablo, más allá de un hola. 


 —Umm veamos, por tu cara sé qué, deseas ir. Pero sabes que no iré tan fácil. —Digo demostrando lo mucho que la conozco, y lo mucho que ella sabe que me tiene que dar algo a cambio. 


 Así somos, eh. 


 —Si lo sé, por eso...— saca algo de su mochila —Te compré algo.  En mi boca se forma una enorme "O". Sabe perfectamente como comprarme. 


 —No, ¿en serio? Me compraste el libro que quería. —ahogó un sollozo de felicidad— Me lo compraste. 


 —Auch, no respiró. — la suelto— Si, sé lo mucho que te gusta y pues nada mejor que eso. — Sonríe ampliamente otra vez. 


 —¡¡Gracias, Gracias!! Eres la mejor amiga, en serio—digo sonriendo honestamente— Si, voy contigo a la disco. Sabes, igual hubiese dicho que sí, pero gracias por el libro. 


 —Lo sé, mamá escucho lo mucho que te gusta ese libro...— me cuenta todo, solo prestó mucha atención. 


 «Y lo ordeno hace algunas semanas, y decidí dártelo hoy, porque, sé que no aceptas un regalo si no lo necesitas. 


 Y así era, el recibir regalos era demasiado preciado para mí, antes, recibía uno casi todo el tiempo, ahora también, solo que está vez no es lo mismo. Me los dan como si quisieran llenar ese vacío que hay en mí, que luego de mucho, aún no logra sanar. 


 —Oh Dios, como amo a esa señora. De verdad, es como una mamá para mí. — Sonrió recordando todo lo que hace por nosotras. 


 — Debo agradecerle esto. Pero...— soy interrumpida. 


 —¡Hey, nenas! — dice nuestro amigo, castaño. 
 —Que no me digas nena—reproché cruzándome de brazos, tratando de verle a los ojos, ya que es dos cabezas más alto que yo. 


 Jay Jhonson, mi otro amigo, el de sonrisa resplandeciente, cabello castaño, personalidad única y físico de ensueño. 


 —Por mí, da igual. —dice Cam— Hola, y adiós. — Se despide, en abrir y cerrar de ojos se va. 

Ok, eso es raro. 


 —Entonces. —dice Jay. Alzando la vista. Busco su mirada, y la encuentro. 


Observando a un chico que jamás ví en la escuela. 


 —¿Y él que tal? — me miró y volvió a mirar al chico. 


 —¿Qué? — miró incrédula al chico que está llegando.  Le observó, es alto un poco más que, Jay. Es castaño. Con ojos verdes casi esmeraldas. 


 Dah, el tipo fuckboy. 

Salgo de mi transe de observar a ese chico y su mirada cruza con la mía. Y sonríe. 


 Patán. 


 —¿A qué te refieres? —vuelvo a mirar a mi amigo. 


 —Qué opinas de él— él castaño dice, alzando las cejas. 
 Le vuelvo a mirar, y ¿me sigue viendo? 



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En el texto hay: realidad, suspence, romance +18

Editado: 04.06.2021

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