Mis Historias De Facebook

A SU PROPIO RITMO

Tiene pocos pero claros recuerdos de su infancia temprana. Sabía que era pobre porque lo escuchaba con frecuencia pero no porque así le pareciera. Hacía tres comidas al día y su ropa estaba limpia. No pasaba frío o calor, jugaba todo el tiempo, no recibía más ni menos maltratos que los niños de esa época (que dicho sea de paso, eran disciplinados a cintarazos). Si le preguntan, contestará que esos primeros 6 o 7 años fueron normales, ni felices ni tristes. La timidez era su compañera infalible. Modelar un traje típico, regalo de su bisabuela, causó carcajadas en los presentes y provocó sus lágrimas. También lloró cuando una tía bruja soltó a un perro embravecido a su lado como castigo por tocar algo; cuando una niña le puso un ojo morado y su madre lo regañó por no defenderse.

Su familia emigró a una ciudad alejada de su pueblo natal. Vivió con sus padres en una humilde vivienda al lado de un pantano y era común ver en el piso y paredes, amenazantes cangrejos azules. A los 3 años de edad fue olvidado (accidentalmente) en una feria por su madre. Después de caminar lo que le parecieron kilómetros llegó a su casa; los niños de aquella época sabían resolver situaciones de la vida desde temprana edad.

Aprendía rápido. A veces volteaba hacia arriba y se preguntaba el sentido de la vida. ¿Quién nos creó? ¿A dónde vamos si morimos? ¿Qué hay más allá del cielo?

En la escuela conoció la sensación de ser rechazado por otros niños, eran pequeñas tragedias que le preocupaban. Era común que le preguntaran si era pobre o rico; ahí fue consciente de las diferencias al comparar sus humildes prendas con las de los demás. Un día acudió al velorio del hermanito menor de un compañero de clases (sin permiso, por supuesto, en ese tiempo los niños podían salir de la escuela sin que alguien se enterara). Escapó de la escuela varias veces, solo o con otros niños, iban a un campo de fútbol cercano o al mercado a ver golosinas, solo a verlas porque no tenía siquiera un tostón (muchos saben qué es un tostón).

En su pequeña familia nunca había festejos o regalos, tampoco primos, tíos o abuelos. Estaba solo y en libertad porque la madre trabajaba todo el día. Jugaba en la calle por las mañana y a cierta hora medio comía, medio se bañaba y se iba a la escuela vespertina medio mugriento.

Cuando el abuelo llegaba de visita, después de un largo viaje desde el pueblo, solía llevarlos al cine a ver películas de karatecas y a comer tacos. Con su poco conocimiento culinario los hacía cenar día tras día frijoles secos con tortillas quemadas y un litro de coca cola.

Hay más recuerdos desperdigados de aquella época, previa a grandes cambios y sucesos menos afortunados.

Adriloch

5 de Noviembre de 2018



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En el texto hay: misterio, amor, drama -romance

Editado: 28.04.2024

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