Ale llegaba a las 8 de la noche de ese martes, así que me fui a trabajar normalmente. Tenía tiempo de sobra para prepararme antes de que llegara.
Al mediodía, salí a buscar algo de comer y me tropecé afuera de la revista con aquel hombre inmenso con el ramo de girasoles más lindo que había visto en mi vida.
Me quedé tiesa, van a pasar mil años y no iba a parar de sorprenderme.
- ¿Tú no llegabas a las 8? Me vas a matar del corazón muchacho.
Me besó.
-Hola amor. Quería darte la sorpresa. Me encanta la cara que pones cuando te sorprendes, no me canso de verla.
-Te extrañé.
-Yo más. ¿Adónde ibas?
- A almorzar, me estoy muriendo del hambre.
-Qué raro eso en ti.
Me dijo irónicamente.
-Deja la gracia.
-Mira, dile a tu jefa que te tienes que ir, que llegó tu paquete.
-Jajajaj ni loca le digo eso. Espérame aquí.
Entré y hablé con Claudia, me dijo que no había problema con que me fuera y recogí el trabajo pendiente que me quedaba.
-Vamos.
Me tomó de la mano y fuimos para la casa. Lo notaba algo ansioso, pero bueno él me dijo que me tenía una sorpresa. Iba a esperar a escuchar la suya para soltarle la mía.
Cuando llegamos a la casa aprovechó y me besó responsablemente.
-Ven que te tengo que decir algo.
Me puso frente a la puerta del cuarto que estaba cerrada. Así que ahí debía estar la sorpresa.
-Amor, tú sabes que yo no soy una persona normal y qué hago las cosas a mi manera. No me gustan los convencionalismos. Te voy a preguntar algo, que no se pregunta así pero
así soy yo.
-Dime Ale que me va a dar una cosa.
-Cierra los ojos.
Los cerré. Sentí que abría la puerta del cuarto.
-No vayas a mirar.
Me tapó la cara con las manos.
-Niño me vas a ahogar con esas manos por dios.
-Ahora sí, abre los ojos.
Me destapó y delante de mí tenía el vestido de novia más lindo que había visto en mi vida.
Lo miré boquiabierta.
-Evelyn con Y. ¿Te quieres casar conmigo?
-Ay por tu vida. Claro que Siiiii.
Le dije y me le guindé del cuello. Ese hombre era maravilloso. Por supuesto que quería casarme y pasar toda la vida con él.
-Iba caminando, vi el vestido en un cristal y te vi a ti con el puesto, fue como una película. Yo quiero estar toda la vida contigo amor. Llegar a viejo y que tú seas lo último que vean mis ojos.
Me moría con él.
-Ale, pero hay un problema.
- ¿Cuál amor?
-No sé si el vestido me va a servir.
-Claro que te va a servir si es tu talla. Yo me sé tu cuerpo de memoria y ese vestido te va a quedar perfecto, como un guante.
-Es que, mi cuerpo va a cambiar de aquí a unos meses. Al guante le va a salir una bolita.
Me miró atónito. Me miró la cara, después me miró la barriga.
-No, no puede ser. ¿Me estás diciendo que estás? No, no ¿Qué estás embarazada?
Yo nada más podía decirle que sí con la cabeza porque ya se me había trancado la garganta de la emoción. Me alzó y dio vueltas por todo el cuarto. La felicidad se le salía por encima de la ropa.
-Pero, ¿Cuándo te enteraste, de cuánto estás?
-Desde que te fuiste me empecé a sentir mal así que me hice un test y dio positivo. Me moría por decirte, pero quería verte la cara. No me iba a perder este momento por nada del mundo. No sé qué tiempo tenga, hay que hacerse un ultrasonido para saber.
-Pues no se diga más, vamos a maternidad a hacerte uno.
-Ale eso no es así como así, llegar y ya.
-Ah no, tú vas a ver. Agarra el bolso que hoy mismo lo vamos a conocer.
Llegamos a Maternidad de Línea y en menos de 20 minutos estaba acostada en una cama lista para mi ultrasonido.
-Bueno vamos a ver. Aquí tenemos el útero y sí, efectivamente estás embarazada, aquí está el saquito. Felicidades, tienes un bebé de más o menos 6 semanas dentro de la panza.
Nos dijo la doctora que al vernos tan emocionados se emocionó también.
Nos besamos y las lágrimas nos salían solas. Íbamos a ser papás de un frijolito. Llamamos a mi mamá y a sus padres saliendo del hospital. Todos gritaban como locos. Ese niño o niña iba a ser súper malcriado, era una certeza.
No era posible que hubiese en el mundo dos personas más felices en ese instante. Me dolía la cara de reírme y Ale andaba como bobo.
Ese mes fue fatal. Náuseas, mareos, inapetencia, decaimiento.
Todos los males del embarazo me cayeron juntos. No aguantaba nada en la boca. Tuve que dejar de trabajar y me pasaba el día durmiendo.
Yo dormía un aproximado de 36 horas al día.
Ale se preocupaba, pero el médico le explicó que era normal, que el primer trimestre era así y que también era el período de más riesgo de abortos espontáneos, por lo que había
que cuidarme.
Aquello le puso la tapa al pomo, si hubiese existido una urna de cristal, él me hubiera metido en ella. Canceló los compromisos de trabajo que tenía en esos meses y no se me despegaba ni para ir al baño.
Cada tres horas exactas lo tenía delante con algo de comer, le agarré un poco de mala voluntad la verdad. Yo solo quería dormir y que me dejara tranquila.
A principios de abril, comencé a sentirme mejor. Le volví a coger amor a la comida y ya no vomitaba con tanta frecuencia. Reanudé mi rutina poco a poco y decidí que era momento de volver al trabajo.
-Tú estás loca. ¿Al trabajo? ¿Para qué Evelyn?
-Amor porque ya me siento bien, estoy aburrida y quiero terminar los proyectos que tengo pendiente.
-Pero eso puede esperar. Ponte a leer no sé, a ver películas.
-Ale, el lunes empiezo a trabajar. Ya estoy cansada de ver el televisor.
Me conocía y sabía que cuando tomaba una decisión era la final.
-Bueno está bien, pero te llevo y te recojo. Si no es así, no vas.
-Oye oye, sin pie.
-Es que no quiero que te pase nada. Si a ustedes les pasa algo yo me muero. Son mi vida.
-Lo sé amor, pero nada va a pasar. Te lo prometo.
Empezar a trabajar me vino de maravilla. Todo el mundo me malcriaba y vivían pendientes de mí.
Vale ya me estaba haciendo una recogida de las cositas más pequeñas de Lucas y Sara ya se estaba organizando para poder venir para el parto.
Estaba agradecida con la vida.
A principios de mayo Ale tenía que viajar a Canadá por unos compromisos que llevabaretrasando más de dos meses por mi causa.
-Ve amor, que nada me va a pasar.
Le dije para tranquilizarlo.
- ¿Estás segura? ¿Por qué no vas para casa de tu mamá o de la mía hasta que yo regrese?
-Que no Ale. No te preocupes, si yo me siento mal o algo mi mamá viene para acá. Ya yo estoy bien, ya pasó lo peor.
Me besó y nos despedimos. Esos 15 días se me iban a hacer eternos, pero no le digo nada para no sumarle más pena a la que ya él tenía.
Me llamaba cada 5 minutos, nos pasábamos todo el día escribiéndonos por correo.
Yo no sabía vivir la vida sin Ale. Éramos una misma alma en dos cuerpos.
El día 15, junto a mi equipo de reportaje, partimos hacía Holguín para cubrir un evento cultural. Ale se puso como loco cuando se lo dije.
- ¿Y no puede ir más nadie? Tú estás en estado para esos viajes por carretera Evelyn.
-Exacto, estoy en estado, no enferma. Me siento bien y ese es mi trabajo, lo que me gusta hacer. Yo te he apoyado en el tuyo, en tu pasión ¿no? Ahora me toca a mí.
Suspira al otro lado del mundo.
-Es verdad amor, pero ten mucho cuidado y come por favor.
-Beso amor, te amo.
Salimos para la carretera y llegamos tardísimo. El evento empezaba el 18 de mayo así que teníamos dos días enteros para organizar el rodaje.
El miércoles 16 y el jueves 17 contactamos con las personas encargadas del evento,
planificamos las entrevistas y visitamos los lugares donde íbamos a grabar. Todo iba sobre ruedas.
O al menos eso pensaba yo.
El viernes 18 salimos para el lugar donde iban a comenzar las grabaciones. Llegamos temprano y preparamos todo. Me sonó el móvil y vi que es la mamá de Ale.
-Dime Clari, ¿Cómo estás? ¿Pasó algo?
-Mi vida sii. Te llamo porque a tu suegro le dio un dolor en el pecho y disculpa que te lo diga así en tu estado. Él está bien, estamos en el cardiocentro no te asustes.
-Ay dios mío Clari, ¿Ya Ale lo sabe? ¿Lo llamaron?
-Es que por eso mismo te estoy llamando. No me queda más remedio que estropear la sorpresa. Él llegó anoche de Canadá, terminó antes y hoy salió para el aeropuerto a coger un avión para Holguín para regresar contigo. Tú sabes que a él le encantan las sorpresas,
pero no logro comunicarme con él. Parece que ya apagó el móvil.
-Sí, yo sé que él es así. No te preocupes que nada más que llegue aquí, regresamos para La Habana. Cuida mucho a Martín. Nos vemos más tarde. Un beso.
Miré la hora. 12 y media del día. Si ya Ale estaba montado en el avión debía esperar por lo menos 2 horas para llamarlo.
En ese momento entró Claudia corriendo en el local de grabación. Venía que parecía que había visto un fantasma. Más pálida que un papel nos dice:
- ¡Caballero recojan todo urgente que tenemos que salir para la Habana, pero ya!
- ¿Qué pasa Claudia?
Le pregunté y un puño me apretó el pecho.
-Se acaba de caer cerca del José Martí, el avión que venía para acá. 113 pasajeros.
Recojan vamos vamos, que tenemos que cubrir eso.
El mundo se vino al piso.
Todo a mi alrededor se puso negro como la muerte.
Editado: 03.03.2024