Misterios del corazón humano

3. Andrés

Después de conocerlo no podía dejar de pensarlo, quise llegar temprano a cada clase. No sabía cuando me lo iba a encontrar por los pasillos, era realmente un misterio completo. 

Hubieron días en los cuales no podía verlo, fue  difícil  reencontrarme con él. Los días  que sí podía verlo fueron  en las clases de latín que eran martes y jueves de 20.30 - 22:00 PM.  Para mí era muy poco tiempo, realmente necesitaba poder hablarle y no necesariamente sobre la tarea o algo sobre la clase, tenía la necesidad de saber más sobre él, qué  música le gustaba escuchar (porque siempre traía consigo los audífonos),  cuántos años tenía, cuándo es qué cumple años, cuál es su plato favorito... Y lo más importante, qué hace aquí.

A diferencia de las primeras clases él empezó a tomar asiento a lado mío. Saben... No podría engañarlos, desde aquel momento no quise dejar de sentir su fragancia a corta distancia. No podía dejar de mirarlo de reojo, aunque, creo que fuí demasiado obvia.

 Como siempre yo distraída, no supe cómo responder a las indicaciones y cuestiones del profesor, fue  ahí donde él se prestó ayudar a esta  chica realmente tonta.  En cierto modo, me tocó agradecerle por aquella acción que me acerco aún más a mi muchacho misterioso.

Así pasaban los días... 

En medio de una aglomeración estudiantil, se encontraba él, desde las gradas de la facultad podía verlo, aunque  toda el alma gritase para que por fin se detenga a mirarme, él estaba atento a la conversación de esa misteriosa "reunión".  Asi fue que baje, me acerqué por donde estaba aquella aglomeración, pero solo para que él pueda verme o para que al menos notase mi insignificante presencia, y como no fue así, decidí dirigirme al baño (disimuladamente, claro que sí). Al retornar él ya no estaba...

Me quedé un poco en el patio de la facultad, a ver si él volvía, pero no fue así. Entonces me quedé observando el cielo. 

El cielo... Trasmite una linda paz en lo más íntimo del susurro y canto del alma. Quería dejar de pensar en esa obsesiva razón, debía dejarlo pasar, de todas maneras él es alguien inalcanzable. Quiero detenerme aquí. Me dije a mí misma; aquella tarde quise resignarme a ya no verlo más que en clase, ni tratar de entablar alguna conversación, muy en el fondo yo sabía que él debía estar en alguna relación con alguien más, puesto que no actuaría como si yo no existiese, tan indiferente. ¡Alguien como él no estaría soltero! 

Una noche... salí rápidamente al terminar la clase de latín, y él simplemente me miró sorprendido. Estaba confundida, solo quería despejar mi mente y aquellos sentimientos que se apoderaban de mí. Mientras caminaba, siempre mirando el cielo,  aquella inmensidad sobre nosotros; observando las pocas estrellas que se dejaban percibir a nuestros ojos por culpa de las luces artificiales que son una venda a nuestra vida. Recibí una llamada de mi madre, le comenté que ya había salido de clase, que ya pensaba ir   en dirección a casa. En esos años yo vivía sola, mis padres se encontraban al Sur de la ciudad de La Paz, exactamente, en Valencia - Río Abajo. De modo que no había mucha restricción por la hora de llegada.

 Al finalizar la llamada me dí cuenta que se aproximaban mi  profesor y Andrés. Mi profesor se apresuró en saludarme, procediendo a preguntar, a dónde me dirigía. 

A mí casa. —Respondí con entusiasmo. Entonces caminemos me dijo.

Así fue como me uni a su caminata. El profesor contaba su experiencia mientras realizaba su maestría en el extranjero,  exactamente en Alemania. Mientras, nos dirigíamos hasta el Prado de la Ciudad de La Paz, solamente podía pensar, en cómo es que pasó este casual encuentro, pero muy dentro mío estaba realmente contenta. Supe que era la mejor oportunidad de entablar una conversación más profunda con Andrés.

Yo seguía el paso, hasta que de repente el profesor se detuvo. Me preguntó, dónde tomará movilidad Katrina?

—Un poco más hacia arriba (en línea recta), respondí algo confundida y aturdida por aquella pregunta tan inesperada. Porque lo que realmente quería era continuar la caminata juntamente con aquel muchacho que había tomado mi último suspiro de amor; con el causanye de mis noches largas de insomnio...

¿Y tú Andrés? Cedió a preguntar el profesor, a lo que él respondió.

— A San Pedro.  

Yo tenía entendido que San Pedro es doblando la esquina y hacia arriba. Solo pensaba...  ¡fue la mejor oportunidad de mi vida!

En mente ya tenía visualizado caminar juntamente a él, hacerle las preguntas que me inquietaban todas las noches. Me pase tantas noches imaginándolo. 

Mi profesor prosiguió a despedirse de nosotros, sin antes recordarme.

 ¡Estudia Katrina!

Realmente no era necesario recordarmelo frente a él, pero lo admito, definitivamente no era muy buena en latín.

Finalizando esa pequeña despedida, rápidamente me dirigí doblando la esquina y cuesta arriba, pensando que él haría lo mismo. Sin embargo, el continúo la caminada en línea recta. 

Fue ese día en el que me sentía de lo más estúpida, pero no podía mirar atrás. Si él realmente hubiese querido hablar conmigo habría venido hacia mí. El error en ese momento fue mío, porque yo no le di tiempo para que se acercase. Los nervios me temo. Ahora es algo con lo que cargo hasta el día de hoy, una pequeña culpa que no deja descansar a mi alma.

Mientras más pasos daba, más era mi tristeza. Miré hacia a tras, pero él ya no estaba. Solo me quedaba seguir caminando, no sabía, si llorar o reírme de lo estúpida que fui por tomar aquella decisión tan apresurada. 

<<Por algo debió pasar>>

Era lo que siempre me repetía en mi mente...

Un 14 de mayo  me quedé a una clase que fue cancelada para poder ver la exposición y  defensa a un exámen con un compañero amigo. Mientras el profesor nos agradecía por quedarnos nos presentó a los expositores, y ahí estaba Andrés, quedé anonadada  y agradecida por tan "buena suerte". No pude evitar mirarlo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.