Llegaste tú de la nada en una fiesta sombría llena de mucha gente y a la vez vacía totalmente, yo con mi vestido rosa pareciendo un pequeño ponqué salido recién del horno, y tú con tu atuendo de gala, mirándome como quien te ofrece a manos abiertas barra libre de poesía, acercándote a mí lentamente con la mirada pero manteniendo tu cuerpo distante, comportándote de una manera tan misteriosa que ni siquiera tu imaginarías la intriga que causabas; bebías un vaso de whisky y dejabas tus labios empapados como quien dice ven acércate a mí, bebe del néctar del amor que te puedo brindar; y es enceguecedor ese atractivo místico tuyo, trato de fingir que no te observo, como si pasaras desapercibido ante mis ojos, pero de tu parte el anzuelo ya estaba echado, era hora de ver si yo podría resistirme a tus encantos o no. Sonrío y te miro de manera firme y coqueta y tú me llamas con la mirada, como si en ese momento desaparecieran todas las mujeres del lugar y solo existiera en tus ojos, la chica vestida de rosa; me acerco y te ofrezco un vaso de cerveza con pretexto solo de hablar, no me había dado cuenta que había caído en tu hechizo, en tu juego mental o como lo quieran llamar; en ese instante mi vida cambio por completo, aunque trate de fingir que no era así; y pensé estas cosas no pasan, esto es como un cuento de hadas de esos que son demasiado fantasiosos, yo ya estaba completamente envuelta en tu trampa.
Me miras y me dices que buena fiesta y sonríes, juro que en ese instante pensé: Esta es la sonrisa más bella que he visto; tu voz y tus manos temblaban como si estuvieras junto al amor de tu vida, ese que habías esperado por tanto tiempo; te devuelvo la sonrisa y te digo una noche de poesía y música valen la vida, y tú me observas con tus hermosos y grandes ojos brillantes, tan claros como el mismo sol y me respondes: si sale de tus labios es una poesía que vale la vida, sin saberlo en esa simple frase me enamore de ti; hablamos de música recuerdo claramente que fue de rock and roll, y me dijiste que los clásicos eran música de verdad y la actual simplemente no sabías de lo que está hecha, ni que pensaban los que la oían, haces las críticas más graciosas que he escuchado y te quejas de la manera más loca que he visto; recuerdo que dijiste que tocabas guitarra, batería, piano y demás, seriamente pensé este hombre es un todólogo; intercambiamos contactos como asegurándonos que nos volveríamos a encontrar; de repente exclamaste, ¡qué buena canción!, me tomaste de la mano como un loco y me sacaste a bailar, obvio que no bailas muy bien, pero ese entusiasmo y tu locura me cautivaron desde el primer instante, y a pesar de todo aun los llevo conmigo; me tomaría tiempo descubrir que no eres quien decías ser y que por la vida no caminabas solo.
Termina la noche, la fiesta, el encuentro fortuito y cautivo de nuestras mirandas impactantes, titilantes, esperanzadas en el amor; tomas mi mano, miras mis ojos y dices no quisiera marcharme, pero niña hay que descansar, me brindas tu ultima sonrisa de la velada y dices hasta luego, hasta que el destino nos vuelva a encontrar, me brindas un beso tan dulce y suave, como si pasaras el pétalo de una flor por mi mejilla; y yo sonrío atónita, perpleja, sin saber claramente que pensar y te miro marchar, alejarte de mí; y por primera vez siento que no quisiera que te marches ni un instante, y esa sensación es atemorizante porque apenas te conozco y tu ser retumba mi alma para no soltarte.
Regreso a casa, están las luces apagadas y tu recuerdo ilumina mi sendero hasta mi cama, no lo sabía, pero la huella que dejaste en esa noche clara, impacto mi alma de una manera que parecía magia; inconscientemente al caminar sentía que flotaba, recuerdo que esa noche pensé que era la ilusión más bonita de mi vida y que tal vez de hecho, aunque no creía en esas cosas el “amor a primera vista” existía.
Editado: 10.07.2018