Moda de amor

CAPÍTULO 6

 

Pequeña, demonio

 

Había pasado una semana desde mi encuentro con el Sr. Evans. Me preguntaba cómo estaría la pequeña Rachel.

Estaba de turno en el bar de Tag. Había confirmado que los días en que la banda tocaba, este lugar se llenaba, la banda tenía potencial para llegar muy lejos.

Sabía que no volvería a ver a Rachel o al Sr. Evans, a menos que un milagro suceda, de lo contrario, debía buscar trabajo en otra parte.

—Anne —Tag me llamó, fui de inmediato acercándome a la barra—. Mesa tres.

Obedecí, sumergida en mis pensamientos.

—Dos whiskys con hielo —hice el pedido, Tag me miró de reojo.

—¿Estás bien?—dijo preparando la orden—. Pareces distraída, ¿cuándo empezarás a buscar trabajo?

—¿Me estás echando, Tag? —sonreí falsamente.

—No, solo estoy preocupado por ti, Anne. Ha pasado una semana, necesitas buscar empleo, no en un bar, como diseñadora.

Baje la cabeza, —Desde que me acusaron de plagio, me he sentido tan miserable, ¿ser buena persona es la recompensa para queda así? Me pregunto si a esas otras personas les irá mejor que a mí.

—Escucha bien Anne. No tienes una vida miserable, mereces todo lo bueno del mundo, a veces en el camino nos desviamos para darnos cuenta de algo.

Apreté los labios, no quería llorar, suspiré profundo.

—No hablemos más de ello. ¿Hoy me toca cerrar?

Tag asintió.

—Está bien —dije alejándome, llevando el pedido.

Las palabras del Sr. Evans rodaban por mi cabeza.

"Rachel fue secuestrada"

No imaginaba el desespero del Sr. Evans. A pesar de todo el dinero del mundo, nada pudo evitar que se sintiera tan miserable e impotente.

Rachel no parece acordarse de eso, seguramente estaba más pequeña.

¿Fui demasiado injusta contigo, Sr. Evans?

Al terminar de cerrar el bar, me dirigí directamente a casa de Tag.

Mis ojos casi saltan al ver a la pequeña Rachel sentaba en la mesa con Reese, mientras Tag se encontraba apoyado en la encimera de la cocina, lo miré alarmada y él solo se encogió de hombros. Era muy tarde, ¿qué estaba haciendo aquí sola?

—¿Rachel? —me acerqué con cuidado. Ella se giró y corrió directamente a mis brazos, la cargué sin muchos esfuerzos.

Mierda, el Sr. Evans me iba a matar.

—¡Señorita Anne! —me abrazo con sus pequeños brazos, una sonrisa salió de mis labios —. Te extrañé mucho.

—Yo también te extrañé pequeño diablito —pasé las manos por su cabeza, acariciando su cabello —. Rachel, ¿cómo llegaste aquí? ¿Sabías mi dirección?

—Tomé un taxi y Reese me pasó tu dirección.

Mire a Reese, juzgándolo, —Pensaré nuevamente en porque te he dado un teléfono.

—Perdón mami. No me quites mi teléfono, es para llamadas de emergencia —miró mal a Rachel —. No tenías que delatarme.

Rachel le sacó la lengua, al igual que Reese.

¿Desde cuándo se han vuelto tan cercanos?

Para Reese era difícil tratar con otros niños. Era tímido.

Me pareció muy tierno. Pero la cara del Sr. Evans se me vino a la mente, debe estar muy preocupado.

—Rachel —ella se giró hacia mí con una sonrisa, dios, era muy linda —. No puedes volver a hacer esto, es muy peligroso y tu padre debe estar muy preocupado.

Estoy segura de que a punto de volverse loco, pero no puedo decirle eso.

—Pero señorita Anne —protesto.

—Nada de peros. Para un padre — miré a Reese quien estaba comiendo los fideos que les había preparado Tag —. Perder a un hijo de la vista es como si te llevaran un pedazo de vida.

—¿Cómo sabe eso, señorita Anne?

La pregunta de Rachel me tomó desprevenida.

—Porque soy muy sabia —pellizque sus cachetes con delicadeza, ambas sonreímos —. Bien, hora de llamar a tu padre.

—Sí, creo que es lo mejor —inquirió Tag, quien había estado observando la escena.

Baje a Rachel, se sentó en la mesa comiendo con Reese. Me acerqué a Tag dejándolos solos.

—El Sr. Evans me va a matar. Si algo me pasa cuida a Reese, Tag.

Saque mi teléfono para llamarlo.

Tag sonrió, —No digas eso. Lo peor que podría pasar es que terminaras en la cárcel.

Lo miré con los ojos abiertos. Puse una mano en mi boca.

—Solo bromeo.

—Buen momento para hacer una broma en esta situación — ironicé —. Tonto.

—Lo siento —respondió con una sonrisa en sus labios.

Antes de que pudiera marcar el número del Sr. Evans, se visualizó en mi pantalla.



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En el texto hay: destino, niños, romance

Editado: 10.12.2024

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