El presentimiento de Cassandra no había fallado, era de esperarse, la mirada de Lysander y la seriedad en su expresión habían avisado el caos antes de que llegase. Sí, porque precisamente eso era esa pregunta: caos.
¿A ti te gusto, Cassandra?
Caos en su mente.
En su corazón.
En el diminuto espacio que los separaba, que cada vez aparentaba ser más pequeño.
La pregunta se repitió una y otra vez en la mente de Cassandra, hasta el punto en que las palabras se distorsionaron en medio de sus pensamientos acompasadas del latido errático que se había desatado en su pecho, un batir incesante y penoso que incentivó a la sangre a correr hasta acentuarse en su mejillas.
La joven ocultó el rostro de tal manera que Lysander no viera la evidencia de su vergüenza.
¿Cómo debía responder aquella pregunta?
La verdad, claro está, pero ¿Cómo se lo tomaría Lysander? El jamás había demostrado tener un ápice de interés por la joven. Por el contrario, desde el principio Cassandra se vio girando al rededor del joven por una fuerza invisible como la gravedad que le impedía alejarse y le hacía querer saber más sobre él a cada instante.
La joven estaba segura que no se trataba de un comportamiento obsesivo. No del todo, admitió, considerando que cada quién al enamorarse tiene un poco de obsesión por la persona que aprecia, después de todo, esa insana necesidad de conocer un poco más sobre el otro hace parte fundamental de lo que todos llaman amor.
¿O ella se estaba equivocando?
Un sonido seco la sacó de sus pensamientos.
Lysander se aclaró la garganta, como si le hubiese costado formular la pregunta. Si la situación fuese al contrario para Cassie sería imposible ser así de directa, menos aún con sus sentimientos, los cuales guardaba con esmero. Preguntar aquello debió ser difícil para el joven y lo mínimo que Cassandra debía hacer era responderle con sinceridad.
— ¿Qué si así fuera?¿Si tu me gustaras? —habló la joven con un hilo de voz, respondiendo con preguntas dado que no era capaz de admitirlo sin más.
— Comprobaría si es recíproco lo que siento.
El corazón de Cassie se saltó más de un latido, se detuvo por completo. Al igual que el tiempo y cualquier sonido, durante un instante todo estuvo quieto, mientras las palabras de Lysander se acentuaban en la mente de la joven. Parecía imposible que aquel joven de trazos lúgubres en sus obras y una permanente mirada invernal acabara de admitir lo que sentía, de una manera tan propia y audaz, sin tartamudear o dejar lugar a la duda, de haber sido de otra manera, Cassandra podría jurar que le estaban tomando el pelo.
— Sí —murmuró ella mientras enfrentaba su mirada— me gustas.
Nunca en su vida había experimentado tantas emociones juntas: temor, ansiedad, alegría... Podría tratarse incluso de una reacción poco favorable y aún así, una parte de ella no podía terminar de creer lo que el joven acababa de decir, aunque al mirarle directamente a los ojos, no vio más que verdad en aquel reflejo azulado.
Una expresión indescifrable cruzó las facciones de Lysander, imposible decir cuál fue, aún así, la joven debía admitir que lucía un tanto más relajado, sus hombros no estaban tan tensos y en su mano el pincel se balanceaba con suavidad, no con la vivacidad de su trazo habitual. Parecía que una extraña tranquilidad se había apoderado de él y aunque no dijo nada en un breve periodo de tiempo, el pequeño indicio de sonrisa en sus labios fue más que suficiente.
— ¿Temías preguntarlo?
— Sí — admitió él de inmediato y aunque Cassie no le pidió una explicación, él de cualquier manera se la dio:— He leído unos pocos libros de romance, siempre consideré que la idea de que alguien te empezara a gustar de un momento a otro era como una simple utopía pero... No hay otra forma de describir lo que empecé a sentir cuando te veía, no lo creía, antes jamás me pasó algo similar ¿Comprendes?
— Me gusta creer que los dictámenes del corazón es lo único que el ser humano no puede controlar — Cassie cerró los ojos mientras una enorme sonrisa se posaba en sus labios — Una persona puede tomar decisiones sensatas o irracionales, pero siempre hay una corazonada por algo o alguien, un impulso.
— Exactamente, por otro lado... ¿No te parezco extraño? — la pregunta fue murmurada con apenas un suspiro de fuerza, como si Lysander no quisiera decirla del todo, como si hubieran verdaderas inseguridades tras ella.
— Nunca me lo has parecido — soltó la joven con convicción — Sin duda alguna eres singular y tu comportamiento es totalmente diferente a otros chicos que conozco, pero eso te hace quién eres, no sé que clase de vida habrás vivido hasta ahora pero tengo curiosidad por la clase de experiencias que han formado a alguien como tú, misterioso en todo el sentido de la palabra.