Monocromático

Capítulo XXIX: Nueva presencia.

Cassandra parpadeó más que un par de veces, algo que le resultó raro a Lysander, la joven parecía estar soñando despierta. Si era sincero consigo mismo, simplemente había acompañado a Cassandra porque quería pasar unos pocos minutos más en su compañía y pese a todo, ya era momento de despedirse, dado que habían llegado al dormitorio de la joven, el que ella misma le había indicado.

No comprendía su estado de estupor pero le generó cierta extraña sensación en el pecho, como cuando recordaba las sonrisas verdaderas de Selene, algo inusual pero encantador a su manera. 

Él se despidió dándole una última mirada al rostro de la joven, el cual había enrojecido de repente, exponiendo los pensamientos que la tenían absorta y luego se encaminó en dirección a su dormitorio, sin notar que a sus espaldas la joven se cubría el rostro sonrojado con ambas manos mientras su fantasía se evaporaba. 

Cassandra no fue consciente de cuánto tiempo estuvo parada en la puerta de su dormitorio a punto de golpearse la frente como regaño a su imaginación desaforada. A duras penas fue capaz de murmurar un "adiós" antes de que Lysander se fuera mientras intentaba lo imposible: contener la sangre que subió a sus mejillas cuando cayó repentinamente en la realidad. 

Ella tomó una respiración profunda y entró en el dormitorio.

Helena, su compañera, se encontraba en el escritorio de su lado de la habitación frente al portátil con un lápiz en mano, a primera vista Cassandra pensó que se trataba de un marcador pero al mirar sobre su hombro para detallar lo que hacía con curiosidad se dio cuenta que en realidad era una tableta digitalizadora, Charlie tenía una de esas también. 

Después de todo, su arte era digital en su mayoría.

Por suerte, Helena no notó su presencia gracias a los audífonos que llevaba puestos y su extrema concentración en la pantalla, Cassie incluso podía escuchar la estruendosa música amortiguada y ver lo trazos rápidos que hacía, siendo así, aprovechó para mirar la hora en la esquina inferior derecha de la pantalla.

11:23 p.m.

Pasó con Lysander mucho más tiempo del que había previsto, incluso su celular yacía sin batería en su bolsillo, ya se lo había imaginado dado que la iluminación en el instituto era casi inexistente pero igual, el tiempo se había pasado con la velocidad de un suspiro.

Cassandra se dejó caer en la cama y decidió que aprovecharía el fin de semana para ponerse al día con las lecturas que tenía de sus diversas clases, con todos los trabajos como tal. No tenía razón alguna para pasar tiempo con Lysander, además, como ya sabía, los fines de semana pertenecían a su hermana y el enigma de L'hiver Institut desaparecía al medio día.

Por otro lado, podría pasar tiempo con Amely, conociéndola, seguramente se echaría sobre ella para hacerle preguntas sobre lo ocurrido y quizá podrían ir a la ciudad para ver una película o simplemente pasear sin rumbo, eso era mucho más tentador que quedarse todo el fin de semana leyendo sobre poesía antigua o arte moderno.

Con eso en mente, Cassandra durmió.

El inicio de una nueva semana no se hizo esperar, el lunes llegó con prontitud y el tiempo que Cassandra se la había pasado estudiando parecía mínimo, no había alcanzado a terminar dos de sus asignaciones y eso era mucho decir, teniendo en cuenta que ni siquiera se había visto con sus amigos, como pensó, sus trabajos eran demasiado extensos como para darse un respiro y como la persona responsable que es, era incapaz de dejar todo tirado para salir por un rato.

Además, la joven siempre debía tener en cuenta su beca. 

Cuando su despertador sonó, Cassie no fue la única que despertó en la habitación, extrañamente Helena no realizó su rutina de ejercicio sino que prefirió dormir un rato más hasta tener que ir a clase. 

  — Es extraño verte tan cansada —admitió Cassandra mientras ambas caminaban de un lado al otro del dormitorio, alistando todo.

— Muchos trabajos, muy poco tiempo— fue lo único que la joven respondió para luego empezar a organizar el desastre que había en su lado del cuarto.

Estaban en la misma situación.

Al cabo de un rato, Cassandra se despidió y se encaminó a su primera clase, se preguntó si por el camino hacia el auditorio podría ver a Lysander pero por más que lo buscó con la mirada, no fue así. 

Ella frunció el ceño y al entrar a su respectiva clase decidió que no se distraería más, estaría plenamente concentrada en todas su clases del día y parecía que realmente iba a ser así, hasta que llegó la clase de Historia de Arte y el maestro Jouvet la saludó con su esplendida actitud habitual: una mirada mordaz que la siguió sin miramientos hasta que estuvo sentada. 

  — Siento que no hablamos hace siglos — murmuró Charlie en cuanto llegó a su lado y depositó su cuaderno de notas sobre el escritorio—  Con tantos trabajos ni siquiera he tenido tiempo de respirar en paz ¡Y el sábado falte al club de arquería!  



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En el texto hay: oscuridad, amorjuvenil, arte

Editado: 25.01.2019

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