Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

La Ceremonia

Me despertó un golpe en la puerta y una voz masculina. Abrí los ojos con trabajo y traté de enfocar. Mi habitación tenía una pequeña ventana en lo alto de la pared sellada con barrotes, pero el cristal traslúcido dejaba que se filtrara la luz del sol.

Mi puerta se abrió y entró Dysaj.

_Prepárate, el doctor te espera_ me espetó de mala gana.

A penas tardé quince minutos en vestirme y desayunar. Dysaj me acompañó hasta el despacho del doctor. Llamó a la puerta.

_Adelante_ dijo una voz alegre desde el otro lado.

Abrí la puerta y entré. El doctor me miró con una sonrisa y un brillo de alegría en los ojos.

_Entra Baldwin_ cerré la puerta detrás de mí y sentí que me internaba en un lugar tranquilo y agradable que me llevaría a otro aún mejor_. Siéntate y empieza a contar.

_La guerra acabó, aquella mañana el ejército ghenda comenzó a retirarse.

Estaba asomado a la ventana sin dar crédito a lo que veía.

_¿Qué ocurre?_preguntó Balder.

_Se retiran.

_¿Cómo?_ preguntó a la vez que se incorporaba_, tengo que verlo.

Al volverme vi como se levantaba y comenzaba a caminar hacia la ventana donde yo estaba.

_No, espera_ dije yendo hacia él_, aún debes descansar.

_Por favor, déjame_. Ayudé a Balder a llegar hasta la ventana. Se apoyó en el marco, con una de las manos puesta en la herida_. Es cierto. ¡Por fin una buena noticia!_ dijo mirándome con una sonrisa.

Yo lo miré y asentí  con la cabeza. Entonces oí que Balder dejaba escapar un gemido de dolor.

_Siéntate _dije llevándolo hasta la cama más cercana. 
_Gracias. Lo siento, ha sido la emoción, sabía que no debía levantarme pero... _. Yo le sonreí. Balder me miró _. Peleaste bien, y lo mejor de todo, cumpliste la promesa que me hiciste_, el elfo hizo una pausa_. Sólo espero que Drizzt se recupere. Me pesa no poder verlo.

Justo en aquel momento entró Ivar con mirada apagada y cabizbajo. Balder y yo lo miramos.

_¿A qué viene esa cara? _preguntó Balder _. No hay ningún  motivo para esa expresión.

Ivar levantó la cabeza y lo miró.

_La retirada es sólo temporal, una breve tregua, en breve volverán a atacar_dijo con desánimo. 
_Deberías alegrarte, los gendhas no suelen dar tregua, yo de ti la aprovecharía para fortalecer a tu ejército.

Ivar lo miró con una sonrisa y asintió.

_Es por esto que tú eres mi general.

Balder sonrió satisfecho, pero pronto su expresión alegre fue sustituida por una mueca de dolor.

_Espero poder estar para entonces. 
_Deberías descansar _le sugirió Ivar. 
_No, estoy harto de descansar _. Balder miró a Ivar_. ¿Crees que Varg podría hacer algo?

Ivar se encogió de hombros. Balder no dijo nada más, se levantó y comenzó a andar hacia su cama. Rápidamente fui a ayudarle, pero él rechazó mi ayuda.

_No te lo tomes a mal, estoy harto de necesitar ayuda.

Ivar puso su mano sobre mi hombro.

_Balder es así, terco como una mula_dijo.

Balder se volvió y lo miró a penas una milésima de segundo para luego proseguir su camino. Ivar me miró con una amplia sonrisa.

_Tarwe y yo hemos estado hablando, consideramos que, después de todo lo que has hecho, estás preparado para pertenecer a nuestro pueblo. Hemos decidido iniciarte para que puedas formar parte y así habitar en el bosque y estar en comunión con él para siempre, ¿estás de acuerdo?

Yo me quedé sin palabras, era tan grande la alegría que sentía en aquel momento...

_Sí, sí claro que sí _dije con una sonrisa.

_Esta noche tendrá lugar la ceremonia, en ella obtendrás tu lugar entre los habitantes del bosque, y a partir de mañana, ya podrás buscar tu propio "kirszak".

Yo sonreí. Me volví a Balder, que nos estaba mirando con curiosidad. Oí unos pasos ligeros que se alejaban. Ivar acababa de abandonar la estancia. Me acerqué al elfo oscuro que me miraba con una sonrisa.

_Veo que vas a formar parte de nuestra "familia". 
_¿Tú sabes en qué consiste la ceremonia?

Balder se llevó el dedo índice a los labios en señal de silencio.

_No puedo decírtelo.

Él médico me miró.

_¿En qué consistía?

Yo no respondí enseguida.

_Me iban a presentar ante el espíritu del bosque y a purificar mi alma.

Él médico me miró sorprendido.

_¿Qué? 
_Para ver el bosque, para escuchar sus palabras, primero hay que morir.

Aquella noche nos sentamos en el centro del patio, formando un círculo a los pies de un gran árbol, muy antiguo y muy estropeado. La suave brisa de la noche movía las hojas del bosque dando lugar a sonidos similares a susurros, como si el bosque estuviera hablando, como si estuviera decidiendo si aceptarme entre los suyos, o no. Nuestras miradas estaban clavadas en el suelo y nuestras voces estaban apagadas. 
Entonces oí unos pasos aproximándose, se detuvieron en el centro del patio, delante de mí. Levanté un poco la mirada y vi unos pies descalzos, seguidos de una piernas contorneadas y fuertes, unas piernas que conocí al vuelo. De repente una prenda de ropa cayó bruscamente cubriéndolos y una gran hoguera se encendió de repente detrás de la mujer. Levantamos la mirada, Tarwe estaba ante la hoguera. La brisa se había convertido en un viento débil pero cada vez más notable, que hacía ondear su pelo hacia atrás a la vez que la luz del fuego le daba un tono rojizo a su piel. Los otros comenzaron a decir algo, palabras en un idioma que no entendía nada, uno que no correspondía al suyo. Vi cómo el fuego se avivaba a la vez que los extraños colgantes que todos portaban comenzaban a brillar, cada vez con más fuerza. 
Tarwe se volvió y me miró. Sus ojos negros brillaban casi tanto como las llamas que crecían tras ella. Vi cómo me tendía la mano.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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