Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

El Último Buen Recuerdo

Estaba en el patio del recinto, sentado solo, como siempre. Miraba al resto de pacientes, algunos habían conseguido encontrar a alguien que los acompañara durante su larga estancia en este sitio, tal vez por tener el mismo problema, tal vez por apoyar, daba igual, en ambos casos era por empatía.

Yo, en cambio, llevaba ya unos siete años aquí, y no había encontrado a nadie que me acompañara, ni psiquiatras, ni psicólogos, ni enfermos. 

Me apoyé contra la pared y miré el gran árbol que había en el centro del patio, aquel árbol me transportó a un momento muchos más feliz, al momento del que hablaría hoy con el doctor. Pareció que lo hubiera llamado con el pensamiento, al momento un hombre alto y corpulento se detuvo enfrente de mí, con la chaqueta doblada en el brazo, la camisa remangada  a la altura de los codos y un sombrero color marrón oscuro que se quitó a modo de saludo. Yo le sonreí.

_Sólo otra vez_ dijo.

_Sí doctor.

_Y pareces feliz.

_No los necesito.

Se sentó a mi lado.

_¿No los necesitas o no quieres necesitarlos?

_¿Disculpe?

_Que ¿por qué estás sólo?

Me encogí de hombros.

_No he conseguido empatizar con nadie, usted es la persona que más se ha acercado a mí hasta ahora.

El doctor miró el árbol que yo miraba.

_¿Qué te parece si hoy hacemos la consulta aquí?

Yo sonreí mientras mi mirada seguía perdida en la nada.

_Me parece bien.

_Continúa con el relato, ¿qué ocurrió con el espíritu?

_Anharel consiguió expulsarlo, pero le costó. Al principio respondía de una forma muy violenta, una de las veces llegó a levantar a Anharel un metro y medio más o menos por encima del suelo y lo lanzó contra la pared. Fueron momentos en los que lo pasamos realmente mal, yo sobre todo por Anharel, quien casi me idolatraba, jamás quise eso, ¿sabe? Pero logró expulsarlo y estuvo sin manifestarse durante doce años.

_¿Fue el mismo día en que levantó a Anharel?

_Sí, justo ese día.

Estaba curando los rasguños que le produjo el golpe contra uno de los muebles.

_Déjalo, Anharel, esto te supera.

Él me miró con incredulidad.

_No puedo dejarlo ahora.

_Sabes que puede acabar mal.

_Me trajiste para esto, me  salvaste porque tenías esperanza en mí, y no pienso fallarte_ dijo clavando sus ojos en los míos.

No me atreví a llevarle la contraria de nuevo. Con mi permiso, Anharel regresó a la habitación. Realizó un extraño dibujo en el centro de la habitación y de sentó en el centro del dibujo. Supe que estaba diciendo algo por el movimiento de sus labios, pero no oía nada.

De repente vi cómo se levantaba y comenzaba a levantar las losas del suelo, seguidamente la madera que las reforzaba, y así hasta llegar al fondo, donde comenzó a cavar. Ivar, Balder y yo nos levantamos del suelo y fuimos hacia él. Entre la tierra comenzó a  asomar un cuerpo en un avanzado estado de descomposición. Balder y yo lo ayudamos a desenterrarlo. Cuando acabamos, ante nosotros había un cuerpo de unos tres metros de altura, con tan solo algunos trozos de carne pegados a los huesos. Presentaba signos de violencia, como los huesos del costado totalmente destrozados. Balder y yo nos quedamos un momento observándolo ensimismados, sin saber qué hacer, ni qué decir. Todo este tiempo había estado enterrado bajo el suelo de nuestra habitación el último rey sigmalita.

_¿Por qué lo has sacado? ¿Y cómo has sabido que estaba ahí?_ preguntó Ivar rompiendo así el silencio.

_He sabido que estaba ahí porque él me lo ha dicho, y lo he sacado porque lo único que quería era un entierro digno, no quiere que desconocidos lo estén pisoteando como si de un simple elfo muerto se tratara, y quiere que se lo des tú, Ivar, una vez que lo hagas, se irá para siempre.

Pude distinguir una mueca de odio en la cara de Ivar.

_Te ha pedido disculpas_ prosiguió Anharel.

Finalmente Ivar habló.

_Tendrá su entierro, pero no porque le haya perdonado.

El médico apuntó todo lo que le había contado hasta ahora.

_Pensaba que no se arrepentía de lo que hizo, que quería expulsaros.

_Ese no era él.

_¿Entonces?

_Todo a su tiempo_ dije mientras veía cómo una de las hojas del árbol caía al suelo.

Los elfos del palacio adoraban a todos los elementos, pero a la hora de enterrar a sus muertos, su preferido era el fuego, creían que era un símbolo de pureza, una costumbre introducida sin duda por la cultura sigmalita. Balder,   sin embargo, se empeñaba en que cuando muriera lo enterráramos, según su cultura, si enterraban a sus muerto, con el tiempo pasarían a formar parte del bosque y así se mantendrían siempre con vida.

_¿Y tú que opinabas? ¿Qué opinas Baldwin?

_Yo no sé lo que creo. Balder decía que cuando se pasaba a formar parte del bosque, pasabas a formar parte de la naturaleza, así, si prestabas atención, podrías oír las voces de tus muertos cuando el viento soplaba entre las hojas, o cuando el agua corría. Alguna vez me he quedado a escuchar el viento esperando escuchar sus voces.

_¿Y las has escuchado?

Yo sonreí.

_Aún no.

Las llamas devoraron rápidamente el cuerpo decrépito de Marshell mientras nosotros lo observábamos. Vi cómo Anharel elevaba la mirada ligeramente hacia el cielo.

_Ahora está en paz_ dijo, luego me sonrió_, ya es libre.

_Como tú_ le respondí_. Has hecho un gran trabajo, has cumplido tu palabra, ahora ya eres libre, para siempre, puedes volver con los tuyos, con tu familia.

Se acercó más a mí.

_Tú eres mi familia ahora, no quiero irme_ dijo casi en un susurro.

El humo se elevó hasta el cielo ante nuestras atentas miradas. Miré a Ivar, quien sacó un colgante de su traje y lo dejó sobre el cuerpo a medio quemar.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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