Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

La Venganza Del Ángel

  Miré al doctor en una pausa más de mí relato.

_Lo siguiente que le voy a contar fue lo que Anharel me confesó la siguiente vez que lo vi.
_Vale.

Regresé a mis últimos momentos en la hoguera. Ya no me quedaban fuerzas para seguir gritando, era como si me hubiera acostumbrado finalmente al dolor.
Dirigí la mirada hacia Anharel. Las llamas habían devorado su vestimenta y amenazaban con hacerle lo mismo a su piel.
Empezó a agitarse violentamente, tirando de las fuertes cuerdas que lo ataban al mástil, el cual acabó cediendo ante la insistencia y la fuerza sobrehumana de aquella criatura. 
Aún pude sentir el horror de los presentes cuando oyeron el inconfundible sonido de la madera al astillarse justo antes de ser partida.

El mástil cayó con gran estruendo ante las atónitas miradas de los presentes. Entre las llamas y el denso humo distinguí las enormes alas blancas de Anharel extendiéndose hacia el cielo. 

_Aquello fue lo último que vi_ le dije al doctor_. Anharel estaba libre.

_Y furioso_ dijo.

_Y furioso. Se desató por completo. Usted no sabe lo peligrosa que puede resultar una criatura con un poder como el de Anharel fuera de control. Mi vida no acabó ahí, desperté en otro cuerpo, en otra vida, pero con todos los recuerdos de mi vida pasada, y sabiendo que tarde o temprano volvería a reunirme con Anharel. Mientras tanto, en la aldea donde nací se narraba como una criatura alada destruyó la ciudad de Egamar, lo llamaban Shathan, el ángel exterminador, traducido a su lengua.

El doctor me miró con los ojos abiertos de par en par.

_¿Satán? ¿Anharel? No es posible, no coincide con la historia que yo he oído de él.

_¿De dónde cree que se sacaron los humanos a los ángeles y arcángeles? Âncra- ahabel, palabra que más tarde evolucionaría a arcángel. No son la misma entidad, desde luego, pero aquellas razas antiguas son el modelo de las representaciones de los ángeles de esta época_. Hice una breve pausa_. Siempre supliqué porque no fuera Anharel el causante de tanto daño, pero creo que en el fondo siempre supe que era él. Aquella historia resonó en mi cabeza durante los veinte años que estuve separado de él.

"Y con el fuego del atardecer llegó la tormenta. Lo primero que sintieron fue un fuerte viento, y al alzar las miradas allí estaba, suspendido en el aire, planeando como las águilas. Descendió sobre la ciudad cargado de furia y odio con una espada en la mano. Con ella ensartó a la parte de la población que no cayó ante sus llamas y alzó en picas las cabezas de los habitantes, dispuestas a modo de bienvenida a la ciudad".

Sentí las lágrimas corriendo por mis mejillas mientras le recitaba la historia.

_Cuando cumplí los veinte abandoné la aldea, dejé mi nueva vida atrás para dirigirme a la ciudad de la que hablaba la historia, con la esperanza de encontrar a aquel ser. 

Llegué a la entrada de la ciudad donde una vez fui ajusticiado, efectivamente, clavado en la punta de una lanza había un cráneo humano que, supongo, una vez fue la famosa cabeza ensartada. Seguí avanzando a través de las ruinas de la antigua ciudad, parecía que la hubiera devastado la guerra.

Mis recuerdos me llevaron a las afueras, donde Anharel y yo construimos la cabaña tanto tiempo atrás. Subí la colina que se interponía en mi camino y, desde la cima, pude distinguir la envejecida cabaña cerca de la orilla del lago, y, sentada en el porche, me pareció ver la figura de Anharel, con sus cabellos dorados ondeando al viento.

Bajé la ladera de la colina y caminé hasta llegar junto a la cabaña, deteniéndome a unos metros de distancia, pero lo suficientemente cerca como para llamar la atención de la figura. Observé como se levantaba y me miraba fijamente desde su posición, con aquellos extraños ojos dorados fijos en mí.

_¿Quién osa acercarse a mi morada?_ preguntó con voz intimidante, cargada de ira, de rencor.

_Alguien a quien conoces muy bien_ le respondí sin más.

Al parecer mi airada respuesta hizo que le entrara la curiosidad por conocerme. Extendió sus inmensas alas y las batió con fuerza elevándose en el aire y obligando a la hierba de su alrededor a postrarse debido a la violencia de su movimiento.
Desde mi posición observaba a la formidable criatura fascinado mientras se acercaba.
Se posó junto a mí, imponente. Anharel había cambiado desde la última vez que lo vi. Había acabado de crecer y ahora alcanzaba una envergadura de cuatro metros más o menos con las alas extendidas. Además, la musculatura joven y atlética que una vez tuvo había dado lugar a una más marcada, pero igual de ágil. Sólo había una cosa que no cuadraba en él, y era las malas vibraciones que transmitía, ya no era la criatura armoniosa que una vez fue.

_¿Quién eres?_ me preguntó con tono seco_ ¿Y cómo te has atrevido a pasar la colina?

Lo miré con cierta lástima.

_No lo sé Anharel, ¿quién soy?

Mí respuesta lo obligó a mirarme con detenimiento.
Lógicamente, las marcas de la lepra que padecí en mi anterior existencia habían desaparecido, pero estaba seguro de que no le eran necesarias para reconocerme.
Me examinó durante un largo rato hasta que, pillándome totalmente desprevenido, me abrazó con fuerza.

_Gardar_le oí decir.

Mis brazos rodearon también su cuerpo.

Miré al doctor de nuevo.

_Anharel me acompañó hasta el porche de la cabaña, yo lo observaba mientras caminaba, era como si hubiera regresado a él la alegría que lo abandonó tanto tiempo atrás. Sus ojos volvían a brillar con tanta intensidad como la sonrisa que apareció en su rostro. Aquello me produjo una sensación de satisfacción, pues sabía que lo había pasado mal, aunque no me lo hubiera dicho todavía.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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