Montaña

Una fiesta

- ¡Siempre fuiste tú! – Exclamó Richard estando frente a quien había organizado todo desde un principio atado bajo una luz que dramáticamente era la única en una habitación oscura. Él no podía creer que todo este tiempo se trataba de la persona la cual consideraba tan cercana en aquel entonces…

(...)

Era un día nublado en la mañana, las gotas de agua caían de las abundantes hojas de las plantas y árboles. Conforme pasaban las horas el cielo no recuperaba su tono azul claro el cual parecía tener un efecto en las personas ya que un cielo despejado alegra a cualquiera, nos ubicamos en Estados Unidos en una pequeña ciudad llamada “Montaña”, esta es caracterizada por sus grandes e impotentes formaciones de piedra y arena las cuales en su punta la recubre una manta de color verde siendo estos los seres vivos que habitaban en cada una de ellas, pasto, árboles, plantas, animales pequeños, insectos y tal vez un sin número de vida silvestre alejados de la crueldad del mundo en la que están; a esto se le debía su peculiar nombre.

Por aquellas calles caminaba un miembro honorar de la policía, Richard Domínguez, hombre reconocido por su entrega a la justicia y todo lo que tenga que ver con ella, ayuda al que esta caído y era un ejemplo ha seguir, ese era Richard un hombre de estatura 1.85, tes blanca y cabello castaño, de ojos claros como la inconfundible agua; era un hombre fantástico en todos los aspectos, si ocurriese algo en el último que sospecharías seria de su persona, odiaba los secretos y las mentiras, definitivamente era un hombre transparente.

Paso tras paso mientras la lluvia iba cesando personas del lugar salían comprobando que el agua del cielo no caía, entonces lo vieron, vieron a Richard patrullando sus calles como siempre lo hacía a esa hora.

- ¡Buenos días, Richard! – Exclamo un ciudadano.

José Miller era un buen amigo del policía, era un agricultor de buenos valores y principios, siempre vestía con ropa holgada y sucia gracias a su trabajo, era un hombre esforzado, sin embargo, era codicioso y se obsesionaba con facilidad. Era de una estatura promedio; 1.73, su tono de piel era igual de claro que el de Richard, mas la suciedad de su trabajo lo opacaba, su cabello riso y negro solo brillaba a la luz del sol y su sonrisa era de envidiar sin duda, pero a veces ni se da cuenta de lo que tiene y eso lo lleva a fallar.

- Buen día, José, ¿Cómo amaneciste hoy? ¿Todo bien con los cultivos? – Contestó Richard levantando la mano en modo de saludo a lo lejos mientras se acercaba a José.

- Todo va bien, el clima húmedo le hará muy bien a las plantas, ¿Patrullando sin uniforme? – Contestó y preguntó con curiosidad, sabía que su amigo era policía y tenía de encargo vigilar el pueblo en donde vivían.

- Jaja sabes como soy, no dejo el trabajo, aunque esté libre… Hablando de eso, ¿Qué nunca piensas relajarte? Estás todo el tiempo en esas tierras.

- Mira quien habla, el que patrulla en su día libre.

- Esto es diferente, José, el bienestar ciudadano es indispensable. ¿Sabes qué? Te invito a la fiesta de hoy en la cancha matorrales, hoy estaremos celebrando el aniversario de Felipe y su esposa Karen.

Felipe Amparo Müller era el general, el jefe de los oficiales de policía en ese lugar.

Cancha Matorrales era una cancha grande común y corriente el cual le rodeaba una sábana o matorral, este estaba justo donde podían verse 2 montañas de frente, las más grandes de la ciudad, la luna salía justo detrás de ellas haciendo que al iluminarlas se pudiera divisar una letra la cual era la “M”, esto era todo un espectáculo en luna llena o cuando esta diera su resplandor en cualquiera de sus etapas.

Richard sonreía contento mientras que José parecía preocupado, el ojos claros al notar el descontentamiento de su compadre hace cara de extrañado, a decir verdad, no sabía el motivo del porqué de su preocupación, hasta parecía estar temblando nervioso.

- Pero José, ¿Y esa cara? Ira todo el pueblo y sería raro no verte por ahí, ¡Anímate, compadre! Sera divertido, la familia del jefe estará allí y quien sabe si logras hablar con alguien allá.

- ¡Richard, no soy un casanova! Hah, es que… escuché algo muy raro circulando en el pueblo y justo ayer pude escuchar algo mientras trabajaba, no sé a quién escuché hablar, parecía un extranjero. – Hablo de manera baja encogiéndose de hombros y tapando el costado izquierdo de su boca mientras hablaba, como si lo que saliera de sus labios no lo podía escuchar nadie a lo que Richard se queda extrañado, pero mantiene la firmeza poniendo su mano derecha sobre el hombro derecho de su compañero.

- ¿De qué hablas? – Pregunto Richard mirando de manera extrañada a su amigo, no sabía a quien había escuchado, pero aquello no podía quedarse así, si algo estaba amenazando la seguridad de los lugareños era él quien debía actuar.

- No lo sé… pero se me hizo extraño.

- Ay José, debes estar cansado por el trabajo y por eso escuchas cosas que no son. Debes darte un descanso.

- Richard…

- José, estar bajo del sol todo el tiempo no te hace bien. No faltes a la fiesta.

Aquello lo decía en un tono tranquilo y antes de que José respondiera al respecto, Richard palmo su hombro dos veces y se fue para con cada paso firme dejar a su amigo más atrás, aún este con la palabra en la boca.

- Hm… tal vez tenga razón. – Pensó José. – Un descanso no me vendría nada mal.



#1669 en Detective
#434 en Novela policíaca
#4007 en Thriller
#2082 en Misterio

En el texto hay: misterio, suspenso drama, templanza

Editado: 03.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.