Monte Cristo: El Carnaval Continúa

Casa de los Lombard: 12:10am.

La reja de hierro ya tenía abolladuras por todos lados. Los abuelos se sentían cansados y se les estaban acabando las balas.

En ese momento, la radio hizo un ruido de estática.

Don Teodoro levantó el radio.

—Si Emin, dinos ¿Qué pasa? —preguntó el abuelo.

—Abuelo, soy yo Natalia —exclamó la chica del otro lado del radio.

—¡Natalia! —exclamó Doña Emilia—. ¿Te encuentras bien? —preguntó.

—Sí, estoy bien, no se preocupen, ahora mismo vamos para allá —respondió Natalia.

—Está bien. Emin ¿estás ahí? —preguntó Don Teodoro.

—Sí, aquí estoy —exclamó el hombre sin despegarle la vista al camino.

—Ya sabes que hacer —exclamó Don Teodoro.

Segundos después se cortó la transmisión.

—Bien, ahora debemos…

Un machete atravesó la reja de hierro, clavándose en el costado izquierdo de Doña Emilia.

—¡NO! —gritó Don Teodoro con desesperación mientras soltaba su arma y se acercaba a ella.

Doña Emilia no emitió ningún ruido, pero por su expresión, se entendía que le había dolido bastante, aunque luego apretó los dientes para soportar el dolor.

El machete desapareció dejando una grieta en la reja de hierro y Doña Emilia cayó lentamente de espaldas.

El anciano tomó a su esposa en brazos y la alejó de la reja. Al estar a una distancia prudente, revisó la herida.

—Vas…vas a estar bien querida, aguanta un poco —gimoteó con desesperación.

 

12:10am

—¿Ya tienes el arma cargada? —preguntó Emin.

Natalia cargó el cartucho en el arma.

—Sí —afirmó.

—Ponte el cinturón, esto se va a poner feo.

Natalia extendió la cinta sobre su pecho hacia la izquierda y lo abrocho el cinturón

—Listo —exclamó.

—Bien —dijo Emin con un suspiró. Acto seguido, le dio un codazo a Natalia en la cara que le hizo aflojar el cuerpo, golpear su cabeza contra la cabecera del asiento y quedar inconsciente.

—Espero y me perdones algún día.

 

12:20am.

Natalia abrió lentamente los ojos, pudiendo solo ver imágenes distorsionadas y brillantes.

Al pasar algunos segundos, la imagen fue unificándose en sus pupilas dándose cuenta de que lo que estaba viendo era un techo color blanco.

Al girar la cabeza a la izquierda pudo ver por el rabillo del ojo que se encontraba acostada en un sillón. Mas adelante había una mesa de centro, con un florero blanco encima y flores adentro.

La chica se movió un poco a la derecha, pero se cayó al piso tirando la mesa de centro y rompiendo el jarrón en el proceso.

Empezó a gimotear del dolor. La cara, el pecho y la espalda le dolían, pero hizo un esfuerzo por levantarse apoyándose en el sillón.

Al estar de pie, empezó a caminar con dificultad hacia el frente, llegándose a recargar en el marco de la entrada.

Volteó hacia a la derecha y vio la puerta.

Dio unos pasos hacia la derecha, arrastrando un poco los pies y cuando llegó al picaporte de la puerta, lo sujetó con su mano izquierda. Intentó darle vuelta, pero por algunas extraña razón no se podía abrir.

 

12:20am.

—Acabo de dejarla en la casa —exclamó Emin mientras sujetaba el radio con su mano derecha y giraba el volante con la izquierda.

—Muchas gracias Emin —dijo Don Teodoro del otro lado.

—¿Cómo van por allá? —preguntó Emin.

—Nada bien, mi esposa esta herida —dijo Don Teodoro con frustración.

—Aguanten un poco, ya casi llegó —exclamó Emin alarmadamente.

Después de apagar el radio, lo dejó en el asiento del copiloto y centró su vista en el camino.

Faltaban unas calles para llegar cuando, de una alcantarilla, salió un niño con piel gris, sin ojos y con los dientes en forma aguja.



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En el texto hay: secuela, misterio del pasado, secretos

Editado: 03.07.2018

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