Toda la noche me la pase hablando con las chicas de distintas cosas relacionadas con la magia, hechizos y demás. Los grimorios eran casi los mismos, pero teníamos distintas anotaciones. Cada uno tenía su receta propia. Trataron de practicar el tema de los mensajes de vela; y ahí recordé que le había mandado uno a Derek.
-¿Realmente confías en él, a ese nivel?- Preguntó Gwen.
-En los días que no estuviste Stef trato de hablar conmigo, pero si excusas fue absurda.- Dijo Brenda.
-No sé si es confianza, pero algo me dice que guardara el secreto.-
-¿Y si no?- Brenda y Gwen tenían razón; pero ya era tarde para arrepentirme de lo que hice.
Las horas no pasaban más en clases. Necesitaba irme, tenía que hablar con Derek. Había estado toda la noche pensando en lo que me habían dicho las chicas ¿Realmente confiaba en él? Como estaba en duda busque algo para borrarle la memoria, aunque sea de corto plazo. Y si, lo hay; pero, entre que no tengo experiencia y mi magia desborda, corría el riesgo de dejarlo con amnesia o matarlo.
-Ey, Audry. ¿Cómo estás? No te veía hace una semana- Preguntó Stefano. Intente eso de ver las auras con él.- ¿Estas bien? Parece que viste un muerto caminar.- Un lobo.
Su aura es de lobo. Aura de lobo, Luna llena. Uno más uno es igual a dos. No pude evitar abrázalo, necesitaba hacerlo.
-Eres mi mejor amigo, y no importa lo que pase siempre lo serás.- No quería soltarlo. Su aura era de un gris oscuro y en forma de lobo.
-¿Te estas despidiendo de por vida?- Dijo en broma. Respondió mi abrazo con otro.
-Tengo mil cosas para decirte, pero no puedes decirle a nadie. Jura por la tumba de tus ante pasados que no dirás nada.- El juramento del meñique. Él y yo nos lo tomábamos muy en serio.
-Lo juro por el meñique y por la tumba de mis ante pasados o caeré de las escaleras.- Un día rompió una de esas promesas y cayó por las escaleras.
-Después te lo diré. No es el lugar ni el momento.- Esa cara de “estas tomándome el pelo” era única. Me odiaría.
-Te odio. No me puedes hacer jurar y no decirme. Eso es maldad pura y dura.-Fingía su enojo, sabía que no lo estaba.
-Prometo decírtelo.-
El día termino más rápido de lo que pensaba. Pero recordé que tenía práctica, asique tuve que retrasar mi cita con Derek, por suerte no se lo tomo nada a mal.
Como formamos parte de un equipo deportivo no tenemos educación física como tal. Pero eso no quiere decir que no seamos evaluados. Nosotras entrenamos en el campo de futbol, junto con Lacrosse y futbol. El campo al ser grande podemos dividirlo en tres partes para que todos practiquemos.
Todos juntos nos pusimos a correr la cancha de futbol, era nuestro calentamiento, obligatorio.
-Stefano es hombre lobo.- Les dije lo bajo posible a las chicas, una vez que vi que no había nadie.
-¿Cómo?- Dijeron en coro.
-Sí, mamá me enseñó a ver el aura de las personas, eso revela que especie son. Lo intente con Stefano y su aura es de forma de lobo. Por ende, es un hombre lobo.-
-Eso no lo esperaba.- Dijo Brenda sorprendida.
La clase se resumió en risas, pelotazos, heridos y mis amigas haciéndome mil preguntas sobre como ver el aura de la gente. Les tuve que decir cómo se hacía o iban a volverme loca.
-Franco es humano. Un simple mundano.- Dijo Gwen un poco decepcionada.
-¿Derek será algo?- Pregunto Brenda mientras estirábamos. La práctica había terminado.
-Eso voy a saber hoy.-
Aproveche a ducharme en la escuela. Sabía que no iba a hacer tiempo de ir a casa y demás, asique me traje una muda de ropa para cambiarme. En nuestros casilleros siempre teníamos cosas de higiene y demás cosas.
Termine de prepararme cuando vi que Derek me había dejado un mensaje diciendo que estaba afuera. Me ponía nerviosa el verlo, estaba afuera y moría de ganas por verlo; por más que lo negara.
Ahí estaba. Sobre su moto, hablando algunos de los chicos, con su vaqueros negros, con su camisera gris clara, y esa campera de cuero que era súper pesada. Era hermoso, no podía negarlo. Sus ojos se encontraron los míos y no me saco la vista ni un segundo. Espere que se fueran para hablarle.
-Entonces te veo en la noche, amigo.- Derek y Stefano chocaron los cinco. Todo se fueron y yo me despedí de mis amigas.
Me acerque a él para saludarlo pero me sorprendió que me agarrara de la cintura y me diera un beso en los labios. Se lo seguí. Debería hacerme la dura pero no podía, no me salía con él. Me derretía como mantequilla bajo el sol.
-Perdón, no debí hacer eso.- Dijo después de que nos separáramos.
-No importa.- Debía estar roja como un tomate.- ¿A dónde iremos para hablar?- Quería saber si tenía alguna idea.
-Súbete.- Dijo dándome un casco.
El viaje lo sentí corto, no quería bajarme. Amaba estar abrazada a él, me generaba seguridad.
Editado: 07.08.2020