La siguiente semana fue peor que la anterior para los alumnos de trompeta ya que durante sus clases se sentían más presionados cada vez más. Esto se debió al método que utilizaba el profesor: cada día les daba una melodía nueva para aprender aparte que repasaban de nuevo una de las melodías anteriores escogidas al azar, si en este repaso alguno de ellos cometía un error, aún por pequeño que fuera repetían desde el principio la canción. Esto en vez de ayudarlos empeoraba el ambiente y provocaba que los chicos se sintieran tan temerosos de equivocarse que cada vez todos lo hacían un poco peor, el maestro con esto se desesperó tanto que el jueves acabó la clase antes.
El viernes fue el peor día que hizo a todos arrepentirse el haber ido. Ese día el maestro cambió la dinámica e hizo que cada uno tocara una pieza que él escogía enfrente de la clase. Al finalizar les iba diciendo sus equivocaciones en voz alta, esto lo hacía sin tener piedad. Cuando fue el turno de Nguyen, quien se veía demasiado nerviosa, lo hizo fatal, el maestro decidió que era mejor que se saliera de su clase argumentando que si no lo tomaban con profesionalismo no tenía caso que siguieran ahí.
Después de este incidente fue el turno de Maia, quien igual o peor de nerviosa que la anterior chica, lo hizo aún peor principalmente porque sus manos comenzaron a temblar un poco. En el momento en que terminó de tocar se hizo el silencio y después el maestro dijo:
— no sé qué decir porque ni una cosa lo hiciste bien. Si tuviera que decir que es lo que hay que mejorar sería todo: tu respiración, tu ritmo, tu postura, todo no hubo nada que se salve pareces principiante. Incluso un niño es mejor que tú. Así que fuera — le dijo señalando la puerta. Todos los demás alumnos se quedaron callados agradeciendo no ser ellos.
— Sino es de su interés mejorar y hacer las cosas bien, sólo desperdician el nivel de esta escuela por lo cual los sacaré así quien no actúe así les pido que tome sus cosas y salga de mi clase de una vez — agregó diciéndole a la clase.
Maia tomó sus cosas y se salió. Estaba indignada y enojada, sabía de sus deficiencias pero el modo en que lo había dicho hizo que se enojara. «Era un imbécil» pensó ella.
Cuando salió vio a su compañera Nyung recargada en el barandal de concreto tenía sus ojos llorosos.
— ¿también te corrió de la clase? — le preguntó la chica Maia.
— si— contestó ella —¿vas a esperar a que él salga?— le preguntó Maia ya que esta miraba a la puerta esperando algo.
—Si debo de hablar con él y pedirle perdón— dijo con tono desesperado.
Esto sorprendió a Maia ya que ella sólo quería irse de ahí. En ese momento se volvió abrir la puerta en donde salía uno de los chicos, Alek , estaba furioso y mientras salía balbuceaba una serie de palabras que ella no conocía pero bien que comprendía, estaba tan metido que sin voltearlas a ver se marchó y se dirigió a las escaleras.
Influenciada por el chico, Maia se dispusó a marcharse también, le deseó suerte a su compañera y se dirigió a la salida. Una vez fuera de la escuela comenzó a caminar sin rumbo hasta que su mente se despejo, provocando que faltara a la siguiente clase, esto ni la afectó, ya que le tocaba con su mismo profesor el cual por obvias razones no tenía ganas de verlo, aunque una parte de ella pensó en ir sólo por orgullo. Pero prefirió seguir caminando hasta que se cansó y se sentó mientras su mente más lógica la empezaba a molestar ya que una voz en su cabeza le decía que tal vez él tenía razón pero ella en voz alta se contestó: "a lo mejor sí, pero aún así no es la forma de hacerlo."
Con esto su voz se calló, pero una parte de ella se cuestionaba la razón de porqué estaba ahí y porque debía de aguantar esas humillaciones. Al no encontrar en ese momento una razón, ya que su mente no se despejaba completamente, tomó una decisión: irse de ahí, podría buscar un hostal, disfrutar unas semanas de Corea paseando y después irse a su casa.
Con esto se levantó y regresó a los dormitorios en donde empezó a recoger sus cosas y a guardarlas en la maleta. Pero de repente mientras ponía su ropa en la maleta visualizó un paquete de cartas en las cuales iban acompañadas de tres fotos: la primera era de una joven con un bebé en brazos, la siguiente era una foto de un joven abrazando a una señora, por último sacó la foto de una pareja joven abrazados, siendo la chica mexicana y el chico coreano.
Suspiro y se repitió así misma: «Esta es la razón por la que había ido y debia de recordarlo»
Con esto Maia quitó su maleta de la cama y tomó su computadora.