Moonlight Serenade

Blues en la noche (Blues in the Night) Segunda parte

El sábado de esa semana, que Maia sintió como eterna, la chica se sentía un poco preocupada ya que iba a ser el momento en que el chico le había dicho que le comunicaría su decisión, para poder relajarse y sentir que tenía un plan B por cualquier cosa, decidió quedarse en el dormitorio toda la mañana para investigar un modo en que se pudiera regresar a su casa sin necesidad de gastar tanto dinero. Mientras estaba en ese asunto escuchó que alguien tocaba la puerta; a regañadientes Maia se levantó de su cama y abrió la puerta encontrándose con Andrew quien estaba más arreglado que de costumbre.

—hola ¿estás lista?—le preguntó el chico.

—¿Qué?— le contestó Maia un poco desorientada de porqué estaba ahí.

—¿no te acuerdas que habíamos quedado en salir hoy?—En eso Maia hizo memoria y recordó vagamente el día que le había dicho de verse antes.

—Ah sí, claro, pensé que íbamos a salir más tarde—mintió ella —.Pero ya estoy, sólo tomo mi chaqueta.

Ante esto ella entró rápido cerrando su computadora y tomando sus cosas.

—¿a donde vamos a ir a comer?—le preguntó Maia una vez que estaban caminando hacia la salida del edificio.

—la verdad no se me ocurría ningún lugar.

—podemos caminar y ver que hay—sugirió ella.

—suena bien—aceptó el chico.

Así fue como ambos chicos caminaron sin rumbo fijo por la acera. Durante todo el camino ninguno de ellos hablo, en especial Andrew quien siempre era el que iniciaba las conversaciones. En algún momento llegaron a una zona en donde había cafeterias y otro tipo de restaurantes, pasaron por uno donde en la puerta de entrada se encontraba una manta con las fotos de los platillos que vendían, se veían tan apetecibles que hicieron que a ambos chicos se les antojara.

—¿Qué te parece si entramos aquí?— ella le sugirió.

El asintió y ambos entraron sentándose en una mesa. Después  el mesero les dió un menú que estaba completamente en coreano, ambos chicos se espantaron al principio pero gracias a las fotos que tenian de los platillos lograron escoger algo. A pesar que habian saltado el primer obstáculo para pedir sin ayuda de alguien, rápidamente se dieron cuenta de las desventajas de pedir basandose en una foto ya que los platillos que les dieron estaban muy picosos; el pobre chico tuvo dificultad para comerlo más que Maia quien estaba más acostumbrada a la comida picosa, a la mitad de la comida ninguno de ellos pudieron terminar por lo cual decidieron irse a otro lugar.

Se levantaron para pagar en la caja, pero cuando Maia iba a pagar lo suyo el chico pagó todo.

—No te preocupes yo lo pago— le dijo su amigo.

—Muchas gracias, pero me sentiré un poco incómoda, ten— le dijo dándole el dinero, él lo aceptó de mala gana y lo guardó en su cartera.

Cuando salieron él le preguntó:

—¿Y ahora qué hacemos?

—Vamos a pasear—sugirió ella—. Tengo ganas de conocer más Seúl.

Con estas palabras ambos chicos caminaron mientras veían las tiendas y los lugares cercanos a donde estaban, mientras comenzaron a platicar un poco de lo que había en sus países. Maia se sentía tan calmada y cómoda con él que le recordaba tanto a su amigo, que se acordó mucho de cuando salían juntos a pasear y hablar de las cosas que les preocupaba.

Estos pensamientos fueron interrumpidos al llegarles, un mensaje de parte de los chicos quienes les decían que iban a ir a un parque que estaba a las orillas del río Han, Soon-Hee les mando la ubicación y el modo en que podían llegar. «Al parecer el chico le había comentado que ambos iban a salir » pensó Maia

Así se dirigieron al lugar siguiendo las instrucciones de su amiga, al llegar a la estación del metro, en la cual se debían de bajar, se encontraron con un conjunto de edificios que estaban rodeados por una barda en forma de pentágono y que tenía algunas notas musicales. A ambos chicos les pareció curioso por lo cual se quedaron un tiempo tomándose fotos, al terminar siguieron por la acera de fuera de estos edificios la cual los llevaba hacia el río, pasaron debajo de un puente en donde comenzaba una zona verde y que estaba separada del río por un camino.

Siguieron caminando hasta llegar a una parte en donde había una zona donde las personas podían patinar, e incluso había una especie de anfiteatro, al igual que sobre el río había una tienda. Ambos chicos se sentaron en unas escaleras de concreto que eran usadas como asientos, siendo el punto de encuentro con los demás chicos. Ahí pudieron apreciar mejor el río que era tan ancho y además tan largo que cruzaba y dividía la ciudad. En la otra orilla se podía visualizar los grandes edificios los cuales empezaban a ser iluminados por el color rojizo y amarillo del cielo que anunciaba que pronto oscurecería. Ambos chicos se quedaron callados viendo este espectáculo. Maia a pesar que estaba apreciando ese espectáculo natural pudo sentir como el chico tenía un aura de tristeza y decepción. Ella supuso que posiblemente él estaba así desde que habían fallado con la audición así que quiso ayudarlo un poco y le preguntó: .

—¿Y cómo te has seguido sintiendo?

—¿sentido? ¿de qué hablas?— preguntó desorientado el chico.

—Si, de no haber quedado como solista, ya se que me dijiste que decepcionado ese día ero con el paso del tiempo puede que te sientas mejor o más mal —le aclaró Maia




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