Durante los días siguientes se repitió la misma rutina. En la mañana Maia iba a las clases con todos sus compañeros y después de comer se encontraba con él maestro en la parada para dirigirse al departamento, regresando practicaba más y dormía. A pesar que era monótono y cansado había algo que hacía que Maia disfrutara todo eso y la hacía querer mejorar aún más; esto se debía no sólo porque se sintiera más cómoda con el chico, ya que cada día hablaban más entre ellos y comenzaron a acercarse como si fueran amigos, sino también empezó a disfrutar de nuevo el tocar trompeta y se sentía mejor una vez que escuchaba que mejoraba.
Para el viernes había mejorado demasiado y había acabado el libro, aún así el chico sugirió practicar también los sábados.
Al día siguiente fue el primer ensayo con la orquesta por lo cual quedaron en verse más tarde y ella esa vez iba a llegar sola al departamento, así cuando terminó el ensayo Maia salió corriendo hacia la parada de autobús donde espero el camión que tenía el número que él le había indicado. Cuando llegó a los departamentos ya estaba oscureciendo, se apresuró a subir pero se detuvo cuando al llegar al piso escuchó música que salía del departamento, se quedó un rato ahí en la estancia escuchando, cerró sus ojos para disfrutar mejor la canción, la cual transmitía un poco de nostalgia e hizo que la chica recordará su casa, se dio cuenta que ya llevaba casi 3 meses en Corea y a pesar que una parte de ella quería regresar a su hogar todavía estaba emocionada por conocer muchas cosas de ahí. Cuando terminó la canción, Maia decidió tocar pero al abrir los ojos vio al maestro parado en la pared del lado del elevador viéndola. «¿Cuánto tiempo había estado ahí?» pensó ella apenada, él sonrió y caminó hacia ella mientras le preguntaba:
—¿Disfrutando de la música?
—Si, un poco— contestó ella.
—Bien, entremos— dijo él.
A diferencia de los demás días él tocó antes de entrar. La puerta se abrió por un chico que se veía unos años más grande que Maia alto y delgado, quien era todo lo contrario a su maestro y a todos lo coreanos que había conocido , ya que por su barba y cabellos largo recogido en una coleta le daba una apariencia más relajada,
—ohh ya llegaron— les dijo el muchacho en un perfecto inglés y sonriendoles. Se puso a un lado y los dejó pasar mientras les decía — Bienvenidos.
Al pasar Maia se sorprendió ya que por primera vez había más personas adentro, eran en total ocho contando al chico de la entrada, cuatro de ellos eran hombres y cuatro mujeres, una de ellas estaba sentada en el sillón a diferencia de los demás que se encontraban parados por todo el departamento con un instrumento. Al entrar Maia y el chico saludaron a todos los que estaban ahí, quienes les respondieron con un saludo.
El chico de la puerta les dijo a todos algo en coreano que Maia no entendía, pero que parecía que los estaban presentando al igual que les dijo algo más que hizo que todos asintieron y dejaran sus instrumentos para descansar.
—Él es mi amigo Daniel, es quien me prestó este departamento— le dijo el maestro a Maia una vez que el chico se acercó a ellos.
—Hola — le dijo ella, él se acercó y la saludó con un apretón de mano.
—Mucho gusto, al fin te conozco, he escuchado mucho de ti— le confesó el chico
—¿en serio? — dijo ella, curiosa de que tanto había hablado el maestro de ella con su amigo.
En eso fueron interrumpidos por uno de los chicos que les dijo algo en coreano y se reunieron ya que cada quien empezó a dar dinero. Ante esto el maestro se les acercó a los chicos y les dio dinero mientras les decía algo a ellos. Maia estaba un poco confundida, era la primera vez que estando en Corea que no entendía nada, ya que en la academia siempre se hablaba en inglés y cuando había estado con Rebeca ella se encargaba de todo, pero esta vez tenía problemas para saber cómo reaccionar o qué decir. Cuando acabaron de reunir el dinero, la mayoría de los chicos salieron del departamento dejando a ellos dos con Daniel, la chica que estaba en el sillón y otros dos chicos que se habían apartado y estaban viendo algo de un instrumento.
—Vamos a sentarnos— le dijo el maestro Choi a Maia, ella asintió y se dirigieron al sillón sentándose uno al lado del otro mientras que Daniel estaba enfrente de ellos. Ambas se voltearon a ver y sonrieron, la chica le dijo algo al maestro Choi quien comenzó a tener una platica con ella. Mientras ellos hablaban Maia se dedicó a observar un poco ya que era una chica muy guapa, estaba sumamente arreglada y a Maia le encantaba la manera en la que ella articulaba las palabra, de un modo sensual, al igual que sus actos tenían una sensualidad y elegancia que a la chica le encantó. A lado de ella muy pegado estaba el amigo de el chico, Daniel, quién estaba relajado y estaba viendo como ambos conversaban, de vez en cuando le lanzaba a la chica de su lado unas miradas llenas de admiración, demostrando así la relación que había entre ellos.
Maia se vio disfrutando con solo observarlos.
— Perdón creo que hoy ya no los vamos a dejar practicar— Le dijo Daniel en un momento
—No te preocupes— Maia contestó.
—Pensé que ibas a decir eso, me imagino lo cansada que has de estar por tener un profesor como él— dijo de nuevo el chico señalando a su amigo.
—oye— dijo él chico fingiendo estar herido