Al llegar a la parada el maestro ya estaba ahí. Maia respiró hondo y se acercó, el chico la vió y la saludó.
―Vamos a caminar― le dijo a ella quien lo siguió. Caminaron en silencio, esta atmósfera hacía a Maia cuestionarse de si estaba demasiado enojado el chico, porque ella había faltado a la clase, como para que le dijera algo. Aunque un poco de su actitud la hacía dudar de si la iba a regañar.
―¿A dónde vamos?― se aventuró a preguntar ella.
―Vamos a un café cerca de aquí. Es que tengo antojo de algo― le dijo alegremente él.
Después de unas cuadras llegaron a una cafetería, en la cual entraron. El chico se dirigió al mostrador y pidió algo, ella estaba nerviosa, así que se quedó parada en una esquina observando a su alrededor.
―¿yYqué es lo que pediste? ―le preguntó Maia al chico una vez que él se acercó a ella.
―Vamos a sentarnos primero― le contestó. Ambos chicos se dirigieron a la terraza donde había varias mesas vacías.
―Te traje para que probaras lo que te sugerí ayer ¿te acuerdas? ―le dijo el chico una vez que se habían acomodado. Maia se sorprendió de lo que había dicho ya que no se acordaba muy bien.
―No te acuerdas―dijo él mientras examinaba su cara.
―La verdad no― admitió ella.
―No te preocupes―dijo el chico.
―Entonces ¿qué es lo que vamos a probar?
― Es bingsu. Es un postre que lo comemos en estos tiempos de calor y quería que lo probaras.
―Muchas gracias. La verdad nunca había escuchado algo acerca de eso. Que bueno que lo recordaste―aclaró ella.
―Que bien que lo aclaraste, ya me iba sentir ― bromeó el chico.
Maia se dedicó a observar el lugar en donde la mayoría de las mesas estaban ocupadas por un poco de gente, especialmente parejas que compartían un plato en el que había como una especie de volcán blanco. Intentando descifrar qué era eso fue que la chica no se percató que él la estaba observando en silencio y detenidamente. El chico interrumpió sus pensamientos y le dijo:
―¿Qué tal les fue en la clase con la maestra Yoon? ― esta pregunta la sorprendió , no sólo por lo repentino que era sino porque significaba que él no había ido a la clase por lo cual no sabía que había faltado.
―Bien, ya sabes, estuvimos practicando― mintió ella.
―Me alegra escuchar eso ya que no pude ir.
En eso el aparato que tenía el chico en sus manos vibró anunciando que su pedido ya estaba. Él se levantó dejando a Maia agradecida por la coincidencia que el chico no hubiera podido ir a la clase. Así al regreso de él se sintió más cómoda y feliz.
La bandeja que traía había dos bowls con hielo en forma de volcán. Uno tenía polvo como de almendra y en la parte de arriba tenía frijoles, el otro tenía galleta de chocolate, a un lado de cada uno había una pequeño recipiente con leche.
―¿Nos lo vamos acabar? ― preguntó Maia mirando ambos recipientes.
―Lo vamos a compartir y así podrás probar cada uno. No te preocupes, siempre se derrite y queda menos de la mitad―explicó el chico.
Así ambos chicos tomaron una cucharada y comenzaron a comerlo. Al principio a Maia se le hizo raro la consistencia ya que a pesar que era hielo esté se encontraba en una forma más fina por lo cual la hacía sentir que estuviera comiendo una bola de nieve. Pero después de acostumbrarse lo saboreo mucho. Tal cual como el chico había dicho se empezó a derretirse reduciendo el tamaño de este a la mitad haciendo que se terminara rápido ambos postres.
― Y entonces ¿qué te pareció mi sugerencia? ―él preguntó una vez que habían terminado.
―Esta muy rico.
―Me alegro que te haya gustado―Dijo sonriendo
― ¿Y ahora qué? ¿Vamos al departamento a ensayar? ― le preguntó Maia para no sonrojarse con su sonrisa.
―No, pensaba hacer otra cosa. Vamos― se levantó el chico y se dirigieron a la calle en donde caminaron un rato.
Caminaron a una zona donde había mucha gente que paseaba viendo lo que había a su alrededor y como lo había visto semanas antes Maia vio varios grupo de jóvenes que bailaban o cantaban enfrente de un grupo de personas que los vitoreaban. Caminaron hasta un lugar donde estaba menos concurrido y en dónde el chico se detuvo.
―Bueno. Es aquí donde ensayaremos.
―¿Qué? ―Preguntó ella.
―Que es este el lugar donde vamos a practicar― le repitió riendo de su reacción―Pensaba que podrías tocar en público para que agarres más confianza.
―Es ¿en serio? ― le preguntó Maia un poco nerviosa y a la vez suplicante para que fuera una broma.
―Es en serio ―le dijo de nuevo con una sonrisa que mostraba su diversión. Le quitó el estuche a la chica que tenía en sus manos y se sentó en la banca que estaba detrás de ellos. Empezó a sacar su instrumento mientras Maia procesaba todo.
―Ten―le dijo dándole la trompeta ―vamos no tengas miedo, eres buena.
Ella la tomó y respiro hondo levantándose de la banca.