Era como la recordaba, con sus característicos rizos negros, que con la luz se veían azules... su piel blanca y ojos verdes como esmeraldas.
Grité de manera eufórica: -iMAESTRA!-
Esta fue mi única palabra. Salí corriendo para abrazarla. Me aferré con fuerza a su vestido, un par de lágrimas corrieron por mis mejillas. En ese momento no podía ni pensar en otra cosa más que en lo feliz que estaba de que estuviera bien, y de vuelta en casa, el corazón se me aceleraba y mi nariz, un poco húmeda, pegada al vestido al cual yo solo llegaba a la cintura de mi querida maestra. Levanté mi cara para volver a verla, después de tanto tiempo si era ella, luego de soñar tantas noches en las que ella regresaba y me dormía llorando, noches en las que la tristeza y soledad inundaban mi corazón; Esas noches ya habían acabado. Ella era como mi madre: siempre me cuidó y me apoyó en los momentos más difíciles, aunque nunca conocí a mi verdadera madre, ella era lo más cercano que tenía –supongo-. Ella baja la mirada y se percata de que estoy viéndola con mi cara un poco ruborizada y sonriente por el llanto luego extiende sus brazos y me carga dándome el abrazo más cálido que pudiera haber recibido. La verdad no me quería separar de ella nunca más...
-Maestra: -¡Hola pequeña!, ¿cómo estás? Discúlpame por preocuparte tanto; las cosas no salieron como esperaba-.
- No te preocupes-, respondí-, sacudiéndome la nariz y limpiando mis ojos. Ven, entra y descansa. Por cierto; ¿de dónde sacaste un unicornio? No son los animales más fáciles de encontrar y mucho menos que se dejen montar -anuncié con tono de intriga-.
-Maestra: ¡Ah! Pequeña, no lo notaste, ¿verdad? creí que entrenarías más, durante mi ausencia (con voz risueña)
-No le veo la gracia maestra-, - En ese momento noto que el unicornio estaba herido-, ¿cómo no lo pude notar? Era muy evidente. Algo negro y viscoso escurría de su pesuña derecha.
-¿Sabes qué es esto?-
-¿No?, Inquirí-
Bueno, pequeña esto es una maldición que absorbe la magia vital de esta criatura, yo sola no la puedo liberar, necesitaré tu ayuda. Busca todos las `piedras y plantas que están en el último gabinete de la cocina ¡ya!
Corrí lo más rápido que pude: Por el tono en el que mi maestra dijo las cosas, pude notar que era muy grave y que tal vez no teníamos mucho tiempo para salvarlo, así que me apresuré a encontrar el gabinete pero, por desgracia, estaba trabado. En ese momento recordé un hechizo muy básico que me permitía tener un poco más de fuerza. Dije las palabras del conjuro, y en lo que sentí la fuerza, tomé la manilla del gabinete y la tiré con cuidado para romperla... poco a poco se abrió y pude tomar las cosas que me había pedido mi maestra... salí por la puerta del frente con mucho cuidado de no botar las cosas necesarias para curar al unicornio. Me percato de que mi maestra no estaba en la entrada de la casa, muevo la cabeza de lado a lado buscándola, cuando de repente escucho un grito... ¡Alison por acá! Salí corriendo, pero esta vez tropecé con una raíz de arce que se levantaba de la tierra, lamentablemente, termine soltando todo el material que necesitaríamos en ese momento. Sin percatarse del accidente, mi maestra se aproximaba hacia donde yo estaba...
-Maestra-, -¿Por qué tardas tanto Alison?, ¡Mejor ni pregunto!, ven, apóyate en mi... ¿te lastimaste?-
-no maestra, estoy bien;
-Maestra-, -Entonces ayúdame a recoger los materiales... No nos queda mucho tiempo pequeña-.
Me levanté y limpié mis rodillas, noté que se habían raspado un poco, pero luego las curaría... terminé de llevar las cosas hacia la parte trasera de la casa donde yacía el unicornio. La baba negra como petróleo, ya no solo estaba en su pierna sino que se podía apreciar cómo estaba recorriendo las venas del pobre animal. Con un relinche agonizante comienzo a mover de un lado a otro su cabeza y cola como si estuviera luchando por el control de su vida...no dejaba de hacer ese agonizante sonido. La verdad, nunca había escuchado algo así en mi vida.... bueno no es que ha sido muy larga, pero la verdad me dejó temblando de los nervios al ver esa escena...
-Maestra-, ya tenemos todo, solo nos falta agua... Por favor ve al pozo y trae un poco. Yo terminaré los preparativos, date prisa ya no nos queda mucho.-Mientras hacía las marcas en el suelo con hierbas y sal-
Fui lo más rápido que podía al pozo. Era un pozo corriente con una base de piedra y un pequeño techo de madera, con un balde y soga para poder sacar agua. Lance el balde y giré la manivela para subirlo. Poco a poco sube el balde lleno de agua, lo tomo con mis dos manos y abrazo el tobo y lo llevo con mi maestra. Tengo mucho cuidado de no tirar el agua... cuando al fin llego veo que mi maestra esta tirada de rodillas llorando mientras acaricia el frío cuerpo del unicornio el cual en un abrir y cerrar de ojos con su último aliento se convirtió en un destello de luz produciendo un hermoso arcoíris. Me quedé inmóvil, no lo podía creer… Se me formó un nudo en la garganta, ¿Habrá sido demasiado tarde? la fuerza abandonó mis brazos y solté el balde, aun impresionada mis pies se mojaron con el agua... en ese momento una gélida briza otoñal sopla llevándose con él un espíritu puro...
Maestra-, -Ya era demasiado tarde, yo lo encontré a tres bosques de aquí agonizando al pie de un árbol... Tal vez tenía dos o tres días sin poder levantarse y sin comer, lo ayudé pero no tenía todas las cosas necesarias para poder curarlo. Pobre criatura, lástima que no pude hacer más-
Se limpió la cara y se levantó, miró al sol, suspiró y levantó la mano en señal de que la siguiera.
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Editado: 05.06.2018