Mosaico

5. Bajo el puente (parte 3)


"El alma de tenebroso seguirá imperecedera hasta que todo vuelva a la nada, mientras el hombre sea hombre"
Inio Asano - Héroes.

EL CUARTO INVITADO.

No sé el momento exacto, pero, cuando mi instinto se activó, nada fue lo mismo. Algo anda mal.
Ya estamos más ebrios y ya no hay botellas. Uno le dice a Tres que vaya a conseguir otra, y éste, sin más, se va a cumplir la misión recién encomendada.
Dos está casi dormido por tanta hierba. Yo estoy avivando el fuego en el tambor metálico, con unos leños, cartones y plásticos porque el maldito frío ha empeorado. Y pensé en la grandísima suerte de haber recibido el abrigo justo ese día. 
Uno quiere sacarle jugo a la botella vacía pero se rindió al final y se quedó quieto un momento, titiritando y maldiciendo. Perro está bien acurrucado en su cartón sin poder dormir. 
La nieve ha comenzado a entrar por los costados, pero no llega a nosotros.
El mastodonte pero débil para el frío, Uno, se para al lado de la fogata calentando sus manos. Y dice:

- Dos está dormido, Tres no llega todavía, nosotros no tenemos que beber.- Gira su vista hacia donde está echado Perro- Ah, y ese estúpido animal también sigue en la pelea.
- ¡Cuida tu boca! No es ningún estúpido- le espeto con la sangre hirviendo. 
- Oye, viejo. Me estás gritando.- Me dice en voz baja y se quita el gorro para rascarse la cabeza.
Yo me levanto, me acerco al fuego también y estamos parados frente a frente con la fogata como división. Y le digo:
- Bajo mi puente, estás bajo mis reglas. 
Suelta una fuerte carcajada. 
- Oye, estás safado- me dice sin dejar de reír- ¿Qué mierda significa eso que acabas de escupir?- vuelve a tomar la botella vacía con esperanza de sacarle una gota.- ¡Maldición! ¡Ese estúpido bueno para nada no se apura!
Se pone el gorro de nuevo y me pregunta:
- ¿No crees que ya tardó demasiado?
No le contesto, por lo tanto, sigue hablando solo. 
- Dime, ¿hay alguna regla abajo de este maldito puente que impida que este borracho vaya a orinar?- Sonríe un momento pues de mi sólo obtiene silencio- Eso pensé- dice, y sale afuera.

Me quitaré el abrigo, pues, de repente ya no siento frío. Se lo pondré a alguien que sí lo ocupa en este momento. Recostado donde mismo, está Dos, casi roncando y no deja de temblar. Lo acobijo y me cuestiono inmediatamente en mi mente: ¿¡Por qué carajos me preocupo por él!?
Cuando una persona se abre contigo, no es fácil hacer cómo si nada. Eso ha de ser. De otra forma, ¿cómo explicarían que un bastardo egoísta cómo yo sienta afecto por alguien?
Vuelvo a mi asiento y también me quito los guantes, pues siento que me estorban.
Alguien viene por el lado izquierdo del puente, puedo sentirlo. No es Uno, el salió por la parte derecha. Además, puedo verlo desde aquí. Pareciera que está inclinado, como vomitando. 
Así que sólo puede ser alguien.
- ¡Ya llegué, bastardos!
Por la botella en sus manos, cumplió su misión.
También acaba de entrar Uno, quien, desesperadamente, abre la botella y se toma un buen trago en algunos segundos. 
- Tuve que romper un vidrio del estante- dice Tres, enseñando sus manos ensangrentadas.
- ¡Estúpido! ¿Y no podías hacerlo con una maldita piedra?- lo regaña su amigo.
Ignorándolo, Tres se toma un trago también y escupe un poco sobre su mano herida. El licor se mezcla con su sangre. Me pasa la botella y el ansiado líquido me revive un poco, ahora, menos tengo frío. Le doy la botella a Uno, quien, me lanza una mirada rara y fulminante; está molesto por lo de hace un rato, en cualquier momento puede explotar.
En sus pies está la botella. Por lo visto, ya entró en calor de nuevo.
- ¿Sabes, Tres? Éste idiota que tenemos en frente dice que aquí estamos bajo sus reglas. ¿Puedes creerlo?
Tres se seca la mano con su chamarra.
- ¿Es cierto, viejo?- pregunta observándome con una risita.
- Lo es.- digo sin más, y estalla a carcajadas.
- Eres muy gracioso, viejo, todos ustedes lo son- y sigue carcajeando- porque, si estuviésemos bajo tus reglas, no estaríamos compartiendo nuestra bebida en este momento, así cómo tu compartes tus alimentos, ni siquiera estuviéramos aquí.- dice, finalizando.
- Así es.- Concuerda Uno con su amigo.- No se qué le ocurre a este imbécil. 
- ¡Maldición!, tengo que ir a mear.- dice Tres, y sale casi corriendo.
La nieve formó unos montoncitos a los costados del puente. El ambiente, ahora que estamos solos de nuevo Uno y yo, se ha puesto más pesado que nunca.
- Escucha, nunca me has agradado.- confiesa de repente sin dejar de sonreír maliciosamente. 
Así que eso era lo que querías decirme desde hace rato.
- Que nuevas, maldito- le respondo sarcásticamente.
- Pero, aquí en la calle todo es un beneficio mutuo y lo sabes bien de sobra.- Se empina la botella y me la ofrece.- Hemos salido de riñas juntos, por eso no te tienes el derecho de tratarnos como basura, ¡como si fuésemos desconocidos, imbécil! por eso no me agradas.- Un fuerte ronquido lo interrumpe, gira su cabeza hacia donde está dormido Dos- Vaya, te preocupaste por alguien.- dice en tono burlón, al darse cuenta que lo acobijé.
- El es diferente. ¿Crees que te debo algo?- le pregunto amargamente. 
- No lo sé, tal vez no. Pero nuestras manos están manchadas. No nos espera un buen lugar cuando muramos, así que, ¿qué mas da? como tú lo has dicho: él es diferente. ¡No es una escoria cómo nosotros!
- ¡Mierda! ¡Que maldito frío hace afuera!- Tres acaba de entrar.- ¿Qué pasa, chicos? están muy serios. Pásenme esa botella que se me congela el culo. 
El fuego arde en el tambor metálico, despidiendo los usuales olores a suciedad y plástico quemado.

En ese momento, un estúpido ratón pasa corriendo por en medio. Perro lo mira y sale tras de él, derramando la botella que está en los pies de Uno.
Y éste, con toda la rabia que siente por mí, más que por el hecho de la botella derramada, patea a Perro tan fuerte que cae en un montoncito de nieve que está por la parte derecha. 
Sólo escucho un grotezco y ahogado aullido, suficiente para que mi sangre vuelva a hervir. Creo que le ha roto algunas costillas; respira agitado y ya no hace movimiento alguno.
Con mi mano derecha, no dejo de tocar la navaja que tengo en mi cintura. Tres está riendo salvajemente, burlándose de Perro.
Encendido cómo el mismo infierno, me levanto temblando de la rabia y Uno también. 
El ruido despierta a Dos, quien, sin saber lo que ocurre, se queda observando el panorama.



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En el texto hay: reflexion, drama accion, amistad amigos

Editado: 19.11.2022

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