Mountain Lake: El lago guarda sus secretos

VI

CAPÍTULO VI

A pesar de la luz de día que golpeaba directamente la cabina de esa camioneta, no se distinguía mucho el interior a causa del lodo y la suciedad en sus ventanas. Esa suciedad, había sido colocada ahí a propósito. Las placas ya no tenían la bolsa, dejando los números a la vista. Eso, también lo había hecho a propósito, como diciendo “Ya las conoces, y yo lo sé muy bien”. La Fiscal cruzó la calle hacia su auto, tratando de ver quién estaba dentro de la camioneta, pero no distinguía más que su figura sentada frente al volante, así que entró a su auto. Esperó unos segundos, y encendió el motor. La camioneta no tardó en ponerse en marcha también. La Fiscal respiró profundo, y arrancó hacia su casa. 
La camioneta la seguía de cerca en la autopista. Katherine acercó su morral, y sacó la pistola. Sus manos estaban sudorosas y su mente se llenaba de preguntas, pero al mismo tiempo, estaba en blanco. No importaba si la seguía, porque quien estuviera manejando esa camioneta, ya sabía donde estaba su casa. Quien estuviera tras el volante, tenía una relación en secreto con el Director de la Policía. De eso no le cabía duda. Pero le urgía saber qué tipo de relación era. ¿Por qué la seguía?. La camioneta no dejaba de seguirle, avanzando a una velocidad insistente atrás del auto de la Fiscal.
La camioneta sonó la bocina tres veces. Katherine dio un salto del susto tan repentino. Por el retrovisor vio como la camioneta ponía direccional a la izquierda, y avanzaba más rápido para rebasar a la Fiscal. La camioneta prendió y apagó las luces. La Fiscal no supo lo que quiso decir. Cuando la camioneta había alcanzado la posición del auto de la Fiscal, ella notó algo. La ventanilla del pasajero estaba entreabierta, dejando una rendija de visión. La Fiscal le vio a los ojos por fracción de segundo. Eran profundos, y reflejaban algo extraño. Eran los ojos de un loco. No pudo ver bien, pero determinó después, que su ojo izquierdo, no parecía totalmente sano. Tenía una carnosidad notable en gran parte de él. La Fiscal se estremeció en esa mirada, antes de que la camioneta saliera de la autopista, tomando una desviación hacia la zona rural de la ciudad. La Fiscal detuvo el auto. 
Si regreso a casa, lo único que haré será embriagarme con tequila barato. Volteó a ver la bolsa con la botella. Si regreso al Departamento de Policía, podré encargarle a Carl que busque el número de matrícula de aquella camioneta en el sistema, y tal vez, también confrontar a Matías.
De un volantazo, dio la vuelta al auto para tomar la desviación al centro de la ciudad, hacia el Departamento de Policía. Elijo la segunda. Se dijo a si misma en sus adentros. 


Entró al edificio de la Policía, segura de encontrar a Carl. No se tomó la molestia de saludar a Amanda de nuevo, y la pasó de largo. Ella solo la miró pasar siguiéndola con los ojos. Llegó a la oficina donde Carl trabajaba, junto a su compañero, Adam. Tocó la puerta. Los dos detectives alzaron la vista de sus monitores. La Fiscal podría haber hecho ese trabajo, pero se habían llevado su computadora que estaba conectada al sistema. 
<<Hola Carl, ¿Puedo hablar contigo un momento?, en privado>> los ojos del Detective parecieron llenarse de vida. Como lo había pensado la Fiscal, él seguía enamorado de ella. Usaría eso a su favor. El chico asintió, y salió de la oficina. Se pararon justo al lado de la puerta. Katherine volteó a ver si alguien los oía. Nadie.
<<Necesito que me hagas un favor>>
<<¿De qué se trata?>>
<<Primero tienes que prometer que no le dirás a nadie, ni siquiera al mismo Director>>
<<Primero dime que deseas>>
La Fiscal cruzó los brazos, y alzó una de sus cejas. El chico entornó los ojos.
<<Muy bien, lo prometo>>
<<Toma, investiga en el sistema la dirección de ésta matrícula>> le dio un papelito, con los números de las placas de la camioneta Ford.
<<¿Para que quieres encontrar al dueño?, sobre todo, sin que se entere el jefe>>
<<Es parte del caso que estoy manejando, y es una pista potencial, ¿harías eso por mí?>>
<<No lo sé, si me encuentran podrían tomar cartas en el asunto conmigo>>
<<Yo puedo cubrir tus huellas, no te preocupes, saldrá bien… ¿Lo harás?>>
El Detective vio por encima del hombro de la Fiscal. Y regresó su vista de nuevo a ella.
<<Bien, te ayudaré… pero no ahora mismo>>
<<¿Cuándo vengo por los resultados?>>
<<Yo te llamo>>
<<¿Tienes mi número?>>
<<Claro, el número de todos figura en el directorio telefónico del Departamento>>
<<Ah si, claro>> la Fiscal se le acercó, y le propinó un suave beso en la mejilla, pero no tan lento para considerarse sexy.
<<Gracias, Carl… nos vemos después>>
Ella desapareció en la esquina del pasillo, mientras el la veía como si para él fuera Dios encarnado. Después, regresó a sentarse tras su escritorio.
La Fiscal caminó rápido hacia la salida del edificio, tratando de no ser vista por el Director Matías. Justo cuando iba a pasar completamente frente a su oficina, dando por hecho que podría salir temprano ese día, el Director la llamó. Estaba asomándose por la puerta de su oficina.
<<¿Dónde había estado Fiscal?>>
<<Interrogué a la señorita Mitchell, y ahora mismo estaba ocupada siguiendo una pista>>
<<Los padres de Michael están en su oficina, la esperan desde la mañana>>
<<Dígales que pueden retirarse, no pretendo estar aquí un buen rato>>
<<Ya les he dicho eso, pero dicen que no se irán hasta hablar con usted>>
<<Preguntó el por qué>>
<<Solo dijeron que tenían problemas con usted>>
La Fiscal respiró profundo. 
<<Me encargaré, Director>>
Al llegar a su oficina, la pareja Meyer estaba sentada en las sillas que estaban frente al escritorio de ella. Pero había alguien más. Un hombre de traje, que examinaba la habitación detenidamente. El hombre la vio directamente, examinándola también. Se presentó como Connor Graham, abogado de un famoso Buffet. Los padres de Michael habían contratado un abogado en su contra.
<<Éste caso ni siquiera necesita defensa, no lo entiendo>>
<<Me contrataron porque ellos fueron testigos de varias irregularidades>>
<<Nómbreme algunas, Señor Graham>>
<<Se les negó la visita a su propio hijo, violando los derechos del mismo Michael, además, lo hicieron alegando que su estado mental estaba alterado, manteniéndolo sedado, y en un lugar donde no es apropiado para él>>
<<El caso aún no ha sido comprendido del todo, es de vital importancia tenerlo aquí, para poder vigilarlo de cerca>>
<<Están atentando contra su propia seguridad, él necesita estar en un lugar más adecuado>>
<<¿Cómo un manicomio?>>
<<Ya no se les llama así, a las instituciones mentales>>
<<Me encargaré de eso yo misma, mientras tanto, ¿Haría algo de ayuda, dejarles ver a su hijo?>> les preguntó a la pareja. Se vieron entre sí, y asintieron. Los dos se levantaron a la puerta. La Fiscal vio al abogado, y alzó una ceja.
<<Si eso era todo, ¿Por qué tanto drama?>> concluyó la Fiscal, y salió de la oficina. 
Caminaron en silencio por dos minutos, con la Fiscal por delante, dirigiéndolos hacia el ala de celdas, donde se encontraría a Michael. Cuando llegaron, la Fiscal habló con uno de los oficiales que holgazaneaban tras una mesita, donde deberían estar vigilando a los reos. Las celdas estaban al tope, así que tuvieron que esperar un poco más, mientras los oficiales movían a los reos, para liberar la celda donde se encontraba Michael. 
El oficial les hizo una señal, y caminaron hasta la celda al fondo. Michael estaba ahí, en un rincón, susurrando cosas. Estaba muy fuera de sus casillas, sucio y con cara de sufrimiento. Ahora veía lo que decían sus padres y el abogado. Sintió algo de culpa. La señora Meyer comenzó a llorar. No de nuevo, no más lágrimas, por dios. El oficial abrió la reja a la señal de la Fiscal, y la pareja entró. El abogado tenía los brazos cruzados, y con expresión seria, anotando mentalmente con su mirada atenta. 
<<Tengan cuidado, Señores Meyer, está inestable>> les advirtió la Fiscal. Ellos ni siquiera parecieron hacerle caso, y entraron a la celda. La señora Meyer llamaba a su hijo, tratando de atraer su atención, pero él ignoraba su presencia. El señor Meyer se encontraba en la espalda de su esposa, como intentando esconderse. El abogado parecía muy tenso, ansioso por cualquier movimiento. La Fiscal no le culpaba. Ella nunca, en su corta vida, había tratado con un caso tan especial como ese. En particular, ese caso le había hecho añicos sus nervios.
Los señores Meyer se acercaban a paso lento hacia su hijo, tratando de hacerle reaccionar. La Fiscal tenía lo peor, así que se acercó más a la reja , esperando que algo pasara. La señora Meyer se acercó lo suficiente para captar el mal olor que emitía Michael, lo que le hizo lanzar unas lágrimas más. Maldición, dense prisa. 
La señora Meyer tocó el hombro de su hijo, quien se removió en su lugar.
<<Quiero repetir, Señora Meyer, Michael está inestable, tenga cuidado, no sabemos…>>
<<¡Demonios!, deje de meterse Fiscal, ¿Cree que mi propio hijo trataría de hacerme daño?, no lo creo… soy su madre, y yo lo conozco mejor que nadie>> interrumpió la señora Meyer, sobresaltada. La Fiscal vio como su hijo volteaba lentamente hacia la cabeza de su madre, quien ahora estaba dándole la espalda para hablar con la Fiscal. Por una fracción de segundo, vio algo en sus ojos. La chispa de una persona que vivía dentro de él, una persona que no pertenecía a Michael. La Fiscal abrió más sus ojos, ante la terrible escena. Michael cargó contra sus padres, arrojándolos a lados opuestos, apartándolos de su camino. Katherine se movió rápido hacia la cerradura de la celda, pero Michael fue más rápido aún, y la alcanzó con una mano, cerrándola en la cara de los trabajadores de la ley. Regresó hacia sus padres. El señor Meyer trató de proteger a su esposa, pues leyó lo mismo que la Fiscal había leído en la cara de Michael. Con una furia inesperada, apartó de un golpe en la cara a Félix Meyer, arrojándolo lejos de su camino. La Fiscal gritaba por ayuda de una oficial, pero quien los había llevado, ahora se había perdido entre los pasillos, y no veía señas de él. Michael avanzó hacia su madre. El abogado solo estaba ahí, inmóvil, petrificado.   
La Fiscal corrió a la mesa de metal, donde se suponía debería haber estado el guardia. Había una radio. La agarró y encendió, llamando por ayuda. El abogado ahora cubría su boca con las dos manos. Los guardias ya se escuchaban por el pasillo, cuando la Fiscal vio el por qué de la expresión en la cara del abogado. El señor Meyer yacía tirado en el piso de la celda, mientras Michael sometía a la señora Meyer también en el suelo.
<<¡Detente!, ¡Ya basta Michael!>> gritaba la Fiscal, sin poder hacer nada. 
La señora Meyer estaba bajo el cuerpo del muchacho, extendida en el frío y húmedo piso. Michael le susurró algo al oído. Los policías llegaron, eran solo dos de ellos, apresurados por ayudar. Michael aún tuvo tiempo de vomitar encima de la Señora Meyer, expulsando jugos gástricos y bilis amarillenta. Los guardas abrieron la puerta de la celda, y alejaron a Michael de la Señora Meyer con las armas de choque eléctrico. Ella corrió a revisar a su esposo, mientras el Abogado y la Fiscal se miraban, como diciéndose el uno al otro: te lo dije.



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En el texto hay: psicologico, desapariciones, terror

Editado: 29.08.2018

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