Min Ho
Por alguna extraña razón, Kwan desde que comenzamos las clases no se ha puesto ninguna bandana, sin embargo no me he atrevido a pregúntale el por qué.
Actualmente mi único objetivo es ganarle en este partido, porque a pesar de que seamos muchos en la cancha, para mí solo somos él y yo.
Esta competencia determinará quién es mejor.
Luego de tirar una moneda al aire, se termina dictando que gracias a la suerte que tiene Kwan, ellos serán los primeros en sacar.
Nos preparamos para el comienzo del partido "amistoso" y veo como nuestro entrenador a lo lejos se dispone a observarnos.
Nos colocamos encima de la camisa roja con franjas blancas del equipo unos petos para diferenciar ambos equipos, en el cual está Kwan es verde y el mío es naranja fosforescente.
Antes de que pudiera reacción, el silbato del árbitro suena, provocando que el partido comience.
Veo a Kwan moverse con el balón y enviárselo a su compañero, pero antes de que este llegue es tomado por mí.
Me muevo con facilidad, pasando a dos chicos, hasta que siento que alguien me arrebata el balón.
Kwan me observa con una sonrisa al momento que paro de correr, notando que el mismo ya no está entre mis pies, y giro a mirarlo.
—Suerte en la próxima, Min —Dice, bufo y él ríe, yéndose de nuevo hacia el arco.
¿Cómo se atreve a llamarme así? Solo las personas cercanas lo hacen.
Lo sigo por detrás, sin embargo es más veloz que yo, y no demora en esquivar a algunos de mis compañeros y atacar hacia la portería, ignorando el pedido de balón de uno de sus compañeros.
Veo como el equipo de Kwan festeja, y bufo mientras este se acerca a mí con una sonrisa de victoria.
—Esto recién empieza —Le aviso, Kwan no duda en acercarse a mi rostro con superioridad.
—Lo sé, vete preparándote para perder —Aclara, bufo nuevamente y este ríe, alejándose.
Me encamino hacia el centro de la cancha y noto como mi compañero recibe la pelota, este me observa y esperamos a que el arbitro, quien por cierto es uno de los seniors del equipo de fútbol, toca el silbato.
Comenzamos nuevamente y noto que Kwan se acerca a quitarme el balón, por lo cual no dudo en pasarlo hacia atrás.
Uno de mis compañeros lo recibe y parece quedarse inmóvil, por lo cual alzo el ceño mientras Kwan se va contra él y este no se mueve ni un poco.
Para mi buena suerte, alguien más del equipo que estaba cerca reacciona y se adueña del balón, enviándome el mismo a mí.
Corro en dirección a la portería del equipo contrario y evito a uno de los chicos del mismo, quedando así enfrente de la portería y de otro chico del equipo.
A pesar de no haberme dicho nada, sé que Kwan está detrás de mí, por lo cual no dudo en pasar el balón a mi compañero a mi lado y este efectúa el disparo.
El balón entra en la portería y grito eufórico, Kwan detrás de mí no demora en reír por lo cual me giro para mirarlo mal.
—¿Qué? —Cuestiono, él niega.
—Me causa risa que aún tengas esperanzas —Admite, ruedo los ojos.
—¿No te cansas de ser tan molesto? —Inquiero, él niega haciendo puchero.
—Es parte de mí molestarte —Admite, niego con la cabeza y me muevo hacia el centro de la cancha junto a él—. Además, te ves lindo cuando te enojas.
No respondo nada, pero por alguna razón siento mis mejillas arder, obviamente no dejo que Kwan vea eso por lo cual me muevo mucho más veloz que él para llegar a mi posición.
El partido continúa en un vaivén, hasta que llega el final del primer tiempo con un 2 a 2, el equipo verde de Kwan se encuentra definido a ganar, al igual que el naranja fosforescente que el mío.
Nos sentamos en las bancas y noto como Ahn, el entrenador, me tiende mi mochila.
Agradezco mientras quito de la misma una botella de agua.
El señor Ahn, a pesar de estar simplemente con la camiseta del equipo, parece bastante serio mirando a todos, aunque creo que es solo una faceta de él.
Está en modo entrenador definido, lo entiendo.
Noto como los rayos del sol hacen que sus ojos marrones parezcan casi cafés, y su cabello castaño y corto agarre un toque más claro.
Abro la botella y antes de que pudiera comenzar a tomar agua la misma me es arrebatada por el chico que está sentado a mi lado en la banca.
Kwan me observa con una sonrisa antes de comenzar a tomar, abro la boca sorprendido viendo como se comienza a acabar mi bebida.
—P-pero —Digo, él para de tomar y me la tiende cuando la misma queda por la mitad.
—Es suficiente para ti —Avisa, lo miro mal y él ríe.
—¿Por qué estás aquí? Tu equipo está en la otra banca —Aclaro, Kwan mira alrededor y al notar que es cierto asiente con la cabeza.
—¿No se supone que el equipo es un grupo de personas que se ayudan entre sí? —Inquiere, asiento con la cabeza.
—Sí, y deberán estar juntos pase lo que pase —Admito, él asiente mientras comienzo a beber.
—Entonces mi equipo eres tú —Bromea, el agua se queda estancada en mi garganta y comienzo a toser, Kwan ríe.
Hago una mueca de asco y me dispongo a mirarlo, él parece entrenido con la mirada fija en la cancha, y por alguna razón las palabras no dudan en salir de mi boca.
—¿Por qué no tienes puesta alguna bandana? —Inquiero, él alza el ceño y me muerdo el labio inferior.
—¿Por qué esa pregunta? —Cuestiona.
—No sé, es que siempre te vi con ella y de repente dejaste de usarlas —Hablo, luego agacho la mirada y me dispongo a susurrar—. Te veías lindo con ellas.
Kwan se mantiene en silencio por lo cual pienso que no me escuchó, aunque eso se cae al suelo cuando me fijo en él y noto... ¿un sonrojo?
—Gracias —Dice sonriendo.
Niego con la cabeza levantándome.
—No te emociones, aún así voy a patear tu trasero en el campo —Aclaro.
Nos movemos nuevamente al césped, para comenzar así el segundo tiempo.
A penas tocan el silbato me muevo con velocidad hacia donde se encuentra Kwan, esperando pasarlo.
Cuando creo que lo estoy a punto de hacer, siento que me resbalo, empujando al chico así hacia el suelo.
Por inercia caigo encima suyo, sintiendo parte de mi frente chocar contra la suya.
Hago una mueca de dolor al mismo tiempo que él y me separo un poco, quedando así frente a frente.
Por alguna razón siento mi corazón acelerarse, y noto como la mirada de Kwan baja a mis labios.
Todo se mantiene en silencio por unos segundos mientras un pensamiento aparece en mi cabeza.
Estamos tan cerca que hasta podríamos besarnos.