Min Ho
Nunca me he considerado una persona complicada, a decir verdad siempre sentí que conozco todos mis sentimientos y cualquier parte de mí.
Pero... estando justo a centimetros de tocar la boca de Kwan con la mía, todo se desmorona a mi alrededor.
Ya no sé exactamente quién soy, y es me perturba.
Cuando mi corazón se acelera, mi mirada parece perderse por unos segundos, hasta que por fin decido alejarme.
—Lo siento —Digo, levantándome, Kwan niega con la cabeza.
—No pasa nada —Avisa seguro, asiento levemente.
El hecho de haber querido besarlo provoca que un recuerdo aparezca en mi mente, y la razón por la cual me alejo de Kwan se repita una y otra vez.
Él hirió a quien yo más quería.
—¡Hey! El partido sigue —Dice uno de los chicos de mi equipo, atacando con la pelota a la portería del equipo contrario.
El balón golpea uno de los extremos de la portería, chocando así contra uno de los postes, y regresando hacia un lugar en donde no hay absolutamente nadie.
Kwan y yo nos miramos unos segundos antes de que ambos comenzáramos a correr hacia allá.
A pesar de él ser más veloz que yo, llego primero por el hecho de que cuando sucedió todo él estaba en el suelo.
Aunque, al hacerlo, siento que no debí haberlo hecho.
A penas toco la pelota, la pierna de otro jugador del equipo verde impacta contra la mía, provocando así que un increíble dolor aparezca, y siento todo en cámara lenta.
Mi cuerpo chocando contra el césped provoca dolor por el impacto, además de que creo haberme raspado la rodilla por el ardor que noto.
Me muevo con lentitud, sintiendo el dolor aumentar antes de girarme para ver al chico.
Si bien escuchamos al árbitro tocar el silbato, a este parece no importarle y me queda mirando de mala manera.
Al menos hasta que el caos comienza.
—¿¡Qué carajos te pasa!? —Le pregunta Kwan, empujándolo.
El chico no demora en responder, manteniendo su postura.
—Si llegaban a hacer el gol podríamos haber perdido el partido, y yo nunca pierdo —Advierte, Kwan se acerca para empujarlo otra vez con enfado.
Algunos chicos se acercan a fijarse cómo me encuentro mientras los demás se encaminan a separar a los otros dos que parecen estar a punto de comenzar una pelea.
—¡Es un maldito partido amistoso de entrenamiento! ¿Cuál es tu problema? —Le inquiere Kwan, el chico sonríe de lado.
—Ya te lo dije, no me gusta perder. ¿O será que tal vez solo estás enojado porque toqué a tu novio? —Inquiere, Kwan no demora en responder.
Antes de que alguien pudiera decir algo, y los demás logren llegar a tiempo para separarlos, el puño de Kwan se forma e impacta contra la mejilla del jugador de su mismo equipo.
«Entonces mi equipo eres tú»
Por alguna razón, aquello se reproduce en mi mente mientras me levanto para separarlos.
A pesar de sentir un extremado dolor en mi rodilla, y sentir como algo de sangre se escurre por la misma, me muevo hasta donde se encuentra Kwan, al mismo tiempo que los otros chicos llegan para separar también.
El arbitro decide levantar la tarjeta roja tanto para Kwan como para el chico que desconozco el nombre, aunque su apariencia es bastante llamativa.
Tiene ojos negros como la noche y cabello castaño y oscuro, además de que su rostro no muestra ni un poco de rencor por lo que hizo.
Cuando la mirada de Kwan recae sobre la mía, y se fija en mi rostro, parece pasar por un montón de sensaciones en cuestión de segundos, hasta que luego decide calmarse.
Noto como toca mi mejilla y siento dolor en esta, probablemente no me di cuenta pero el impacto va a lograr que esto parezca un moretón, a fin de cuentas mi piel es bastante sensible.
Kwan baja la mirada hacia mi rodilla y noto como cambia de actitud nuevamente, esta vez con mucha preocupación.
—Vamos a que te venden —Pide, asiento y él se pone a mi lado, para así poder poner mi brazo sobre su nuca y no hacer tanto esfuerzo.
Otro chico, este de mi equipo, no demora en ayudarnos y también hacer todo lo posible para que no tenga tanto dolor.
Al llegar a los bancos nuestro entrenador, Ahn aparece con un botiquín de primeros auxilios y comienza a desinfectarme la herida.
Tengo ganas de llorar cuando me ponen un poco de alcohol en la misma, y debo cerrar los ojos apretando el mismo banco.
Aunque... eso simplemente cambia cuando siento que otra mano se entrelaza con la mía.
Miro a Kwan y este me sonríe, tal vez para hacerme sentir mejor, pero lo agradezco.
Me vendan la rodilla y observo al entrenador, quien se dirige al chico que se encuentra en la otra banca.
—Seung, ven —Pide, el chico bufa antes de acercarse a nosotros de mala manera.
Creo que Kwan va a comenzar a discutir de nuevo por su reacción al momento que el chico se acerca así pero lo freno apretando su mano. El chico dirigue su mirada a mí y alzo el ceño, indicando que no cometa más locuras.
—Puedes pedir disculpas —Dice Ahn, el chico rodea los ojos.
—¿Por qué? Es un partido, el día de mañana habrán personas que también hagan cosas como estas, ¿van a actuar así siempre? —Inquiere, Kwan está a punto de responder pero el entrenador lo frena.
—Tú bien dijiste, es un partido, pero de práctica, no quiero tener a mis jugadores lesionados —Avisa, Seung bufa.
—Entonces no los estás entrenando, porque cuando vayan a comenzar un partido real se darán cuenta que no todo es como sucede aquí —Aclara, Ahn ríe.
—Bien, si no te gusta, te puedes ir retirando, ¿okay? —Inquiere, Seung niega y Ahn continua—. Igual hay algo que es cierto, Kwan, por favor, no golpees a todo aquel que intente o derribe a Min en un partido.
—Lo siento —Dice el chico, el entrenador sonríe.
—Sé que el amor te nubla la vista a veces, pero por favor, controlate —Bromea, Kwan ríe pero no responde al tema, ni siquiera yo.
El partido termina en un empate y todos comienzan a encaminarse hacia los vestidores, menos nosotros cuatro.
—Entonces... ¿me puedo ir? —Inquiere Seung, Ahn asiente y él también se retira.
—¿Ni siquiera es capaz de decir perdón? —Cuestiona Kwan, mirando mal al chico a pesar de que ya se encuentre lejos, río.
—Estoy bien, Kwan, ya tranquilo —Respondo, él asiente con la cabeza sonriendo de costado.
—¿Puedes caminar? —Cuestiona, poniéndose de cuclillas—. Es que ni siquiera llegué a hacerte nada y ya te encuentras en un estado deplorable.
Lo miro mal y él ríe mostrando sus dientes.
Siento mi corazón acelerarse pero trato de ignorarlo sonriendo también.
Intento levantarme pero siento un leve dolor en mi rodilla.
—No te esfuerces —Pide Kwan, rodeo los ojos.
—Tengo mi bicicleta aquí aún —Aviso, Kwan asiente.
—Le mandaré un mensaje a mis amigos para que vengan a buscarla —Dice, alzo el ceño y él sonríe—. Te llevaré en mi auto.
En otra ocasión me hubiera negado, pero sería absurdo no hacerlo cuando vivimos en la misma residencia.
Ninguno de los dos nos cambiamos, pero aún así nos encaminamos hacia el lugar donde dejé mi bicicleta con nuestras cosas.
El dolor en mi rodilla crece pero me mantengo callado, hasta que hago una mueca de dolor a penas llegamos y Kwan parece notarlo.
—Tranquilo, ya vendrán mis amigos —Avisa, asiento y espero a que estos lleguen.
Para nuestra buena suerte Dong y Bae no se tardan en llegar caminando hacia el lugar, al parecer se encontraban cerca de la cancha cuando todo ocurrió.
Ambos chicos miran con una sonrisa a Kwan y este les regala una mala mirada, logrando que rían.
—¿Cómo estás, Min? —Inquiere Dong, el chico de la piel pálida como la mía acercándose.
—Mejor —Aseguro, él asiente.
—¿Desde cuando le llamas solo como Min? —Cuestiona Kwan, el chico ríe al igual que su amigo.
—Oye, Min —Dice Bae, acercándose a mí—. Tú sí que eres lindo.
Noto como Kwan rodea los ojos y río mirando a sus amigos, estos no tardan en dejar de intentar provocar al chico al notar que no causan nada en él.
Supongo que solo quieren molestar a Kwan usándome, por alguna razón.
—Bueno, nos vamos —Dice el chico llamado Dong, subiéndose a mi bicicleta—. Te la dejo donde sabemos que dejas la tuya por la residencia.
Asiento agradecido y ambos se alejan riendo, miro a Kwan y este se fija en mí, sonriente.
—Y... ¿puedes caminar? —Inquiere, asiento.
Doy un paso fuerte con la pierna adolorida y al instante me reprocho mentalmente, sintiendo el dolor crecer.
Antes de que pudiera decir algo, noto como Kwan se agacha delante mío.
—Súbete, te llevaré hasta el estacionamiento donde dejé mi auto —Asegura, siento mi corazón acelerado.
—¿Seguro...? —Inquiero, él asiente.
—Sí, o... ¿tienes miedo? —Pregunta, niego con la cabeza mientras me coloco.
Kwan se levanta a pesar de mi peso, aunque en realidad parece no molestarle en absoluto, ya que si bien soy delgado, él también está bastante entrenado.
—Sostente fuerte o te vas a caer —Avisa, bufo y él ríe.
Uno mis manos alrededor de su cuello y oculto mi rostro en su hombro.
Tal vez, no reconocerme en momentos como estos no sea tan malo como pensaba.