A pesar de la velocidad con que viajaban, Juan y Nauj no sentían más que una pequeña vibración en sus cuerpos. Mario les había explicado que viajaban ahora a unos 3.800 km/hora y que era una buena velocidad de “iniciación”. Él ya tenía varios viajes en su haber según manifestaba y había probado las máximas velocidades de la nave con entusiasmo. En el corto viaje llegó a explicarles también que los grises se comunicaban por medio del pensamiento, entre ellos y con los humanos susceptibles como él, por eso no se los escuchaba hablar. Mario les aseguró que no sería un impedimento ya que el iría poniéndole voz a los pensamientos de los comandantes.
—Estimados, la idea es la siguiente: gracias a los Solipsi-Rai y a su avanzada tecnología, sabemos oportunamente que dentro del lago Nahuel Huapi, en una de las zonas más profundas del mismo, hay un portal interdimencional “natural”. Se encuentra exactamente a unos 464 metros de la profundidad y tiene la particularidad de ser intermitente, es decir, aparece y desaparece constantemente. El comandante Apotepkep será el encargado de maniobrar la nave hasta quedar exactamente sobre el portal y el comandante Ranmajeda será el encargado estabilizar el portal, como les dije es intermitente y si no se estabiliza al menos unos minutos, sería imposible atravesarlo. —Mario explicaba el plan los más claro que podía, no quería perder tiempo en dar muchos más detalles.
Nauj miraba y escuchaba atentamente el plan. Juan en cambio, estaba como ausente y mirando hacia abajo. Mario y Nauj notaron esta distracción, pero no se les ocurrió reprenderlo ya que obviamente era el más afectado por toda la situación. Para él todo este mundo raro y nuevo que le mostraban derrumbaba drásticamente sus creencias. Hablar de mundos paralelos y agujeros de gusano, nunca se había planteado siquiera que tales cosas existiesen, ni hablar de esas extrañas criaturas grises. Su capacidad de comprensión estaba siendo llevada al máximo de lo tolerable en tan poco tiempo. Apenas esa misma mañana, despreocupado se calzaba su remera de Elvis´56 para desayunar e irse tranquilamente a trabajar. Como extrañaba en este mismo momento su tranquilo y rutinario trabajo en el depósito del supermercado barrial. “Cajas para aquí, cajas para allá; barrer, trapear, acomodar, inventariar. Simple y rutinario.” Sus pensamientos divagaban mientras observada una rara situación que comenzaba a preocuparlo.
—Hasta aquí, todo bastante claro pero, ¿cómo exactamente pasaré a través del portal? —preguntó Nauj a su interlocutor, pero antes de que Mario pudiera contestar, Juan interrumpió la conversación.
—Perdón, ¿podrían confirmarme ustedes si lo que yo estoy viendo en este momento, es real? —anunció Juan señalándose las piernas.
Al instante Mario y Nauj bajaron la mirada siguiendo el gesto de Juan.
—¡Dios mío! ¡Estás desapareciendo! —Mario no pudo ocultar su sorpresa. Nauj no pudo articular una sola palabra, un nudo atravesó su garganta enmudeciéndolo. La situación era peor de lo que esperaban.
Increíblemente las piernas de Juan comenzaban a transparentarse. Juan tocó su pierna derecha con sumo cuidado, al tacto la sentía todavía aunque muy blanda y depresible, a la vista ya casi no se apreciaba, las transparencia era tal que la sombra de sus piernas había desaparecido completamente. Una vez Juan certificó con sus compañeros que lo que veía era real, sintió una opresión en el pecho y una gran melancolía sobre todo. Ya no le interesaba tanto si había llegado a su final, lo que más le apenaba era su abuela. Quien cuidaría de ella cuando él no estuviese, quien le llevaría chocolates todos los domingos, era la única familia que le quedaba y sin él, su abuela quedaría totalmente sola. Sus ojos comenzaron a humedecerse.
—¡No te preocupes Juan! —Nauj, como si fuera él mismo, entendió en seguida la preocupación y tristeza que brotaban de Juan— ¡Ni se te ocurra pensar eso!, ya estamos sobre el lago Juan, olvidate de todo y enfócate en sobrevivir hasta que yo pase el portal, no podés desanimarte ahora, estamos a quinientos metros de lograrlo, una vez entremos en el lago será cuestión de minutos llegar al portal y segundos más hasta que yo pase…
—¡Tiene razón Juan!, quedáte tranquilo, los comandantes me avisan en este mismo instante, que en cinco minutos estaremos sobre el portal, solo queda zambullirnos en el lago y listo, estamos ya sobre el Nahuel Huapi buscando el mejor lugar para zambullirnos y que sea más directo hacia el portal, así que agarráte de la silla mientras preparo a Nauj para que pueda pasar el portal sin problemas. —Mario sumaba ánimos a Juan aunque no estaban surtiendo el efecto esperado, él tenía mucho por hacer todavía para que Nauj pudiera pasar el portal.
Juan apenas asintió con la cabeza al comentario de Mario, bajó de nuevo la vista y se quedó mirando hacia donde, minutos atrás, habían estado sus dos piernas. Ahora solo había aire, pasó la mano sobre lo que sería su rodilla izquierda y ya no sintió absolutamente nada. Sus piernas habían desaparecido literalmente.