En el momento que Nauj estaba saliendo de la nave alienígena, Mario giró su cabeza hacia donde estaban los comandantes como si lo hubieran llamado de un grito, con rostro serio y sin rasgos de emoción, los grises le trasmitieron un pensamiento al ufólogo. Algo andaba mal. Sin tiempo de avisarle nada a Nauj, la compuerta se había cerrado ya, con terror Mario miró a Juan que seguía ensimismado en sus pensamientos y le gritó que se aferre al asiento, él por su parte se lanzó contra el piso buscando infructuosamente de donde asirse. El pensamiento de alarma de los grises fue corto y conciso:
—“Nahuelito nos ataca” —breve pero lo suficientemente claro como para que Mario entendiera la extrema gravedad del asunto.
Precisamente como salido de una brecha atemporal mágica, el plesiosaurio que gobierna las oscuras profundidades del lago Nahual Huapi, mejor conocido como “Nahuelito”, de pronto apareció en los radares de los Solipsi-Rai. Sin tiempo a prevenir nada, la bestia mitológica y extremadamente territorial, con sus 22 metros de longitud y 20 toneladas de peso, embistió la nave sin dudarlo ni un segundo. Era un enorme ejemplar, presentaba un prominente cuello de unos 11 metros de longitud, cabeza corta y ancha (con grandes dientes cónicos y filosos), el cuerpo era ancho y ovalado de unos 8 metros de largo por 4 o 5 metros de ancho en la parte central, presentaba cuatro grandes aletas impulsoras proporcionales al gran tamaño del animal, por último su fisonomía culminaba en una ancha cola cilíndrica de unos 3 metros de longitud. Podría decirse que era como una especie de gran tortuga gigante con una serpiente ensartada a través de su cuerpo, pero sin el caparazón claro.
El plesiosaurio es un saurópsido teóricamente extinto al final del período cretácico. Evidentemente, tanto en lago Nahuel Huapi como en el famoso lago Ness (y en otros grandes lagos del planeta), aún existen ejemplares custodiando las profundidades. Si bien era un mamífero marino por excelencia en su apogeo, ahora se ha adaptado perfectamente a vivir en los grandes lagos que tienen una profundidad poco común (más de 300 metros) y que son traspasados por cavernas y túneles subterráneos que llegan, en algunos casos, hasta el océano mismo; condición que les permite alimentarse de grandes peces, calamares y hasta grandes cetáceos provenientes de las profundidades oceánicas. Estos pasajes subterráneos sirven de excelentes escondites también para estas bestias, dentro de los túneles rocosos existen grandes cavernas conectándolos entre sí, donde anidan y a su vez salen a respirar. Si bien son animales submarinos, respiran oxígeno tal y como lo hace una ballena, con la diferencia de que su adaptación milenaria les permite estar sumergidos hasta 60 minutos si es necesario sin respirar y pueden llegar a nadar hasta una profundidad de 1800 metros. El único animal conocido hoy en día que tiene similares aptitudes es el Physeter Macrocephalus, vulgarmente llamado “Cachalote”, aunque éste puede contener la respiración hasta 60-90 minutos y puede sumergirse a bucear por alimento hasta los 2000-2800 metros de profundidad (esto es, podría suponerse, porque nada más rápido que un plesiosaurio). Por lo tanto cada cierto tiempo, el plesiosaurio necesita salir a la superficie a respirar. Muchas veces se los ha sorprendido sacando la cabeza fuera del agua, en la superficie de los lagos que habitan, de aquí que han nacido muchas leyendas sobre estos monstruos marinos. Si bien la mayoría de las fotos existentes son trucadas, otra parte menor son de reales avistamientos.
El topetazo de Nahuelito fue tal, que desplazó a la nave interdimencional unos 20 metros de su posición de origen. Mario que no había podido agarrarse de nada, fue a parar contra el cilindro central de la nave dándose un fuerte golpe en la sien derecha, un pequeño corte resultado del choque comenzaba a emanar sangre sobre su rostro. Juan, si bien no a reaccionó al grito de Mario, no le fue necesario sujetarse porque seguía con el cinturón de seguridad puesto. Por su parte, los comandantes tampoco sufrieron golpes porque también estaban asegurados a sus sillones de mando.
Inmediatamente que dejó de moverse la nave, luego del golpe, los grises ya estaban dirigiéndola nuevamente hacia el portal, Nauj había quedado a la deriva en el fondo del lago sin posibilidades de llegar al portal por sí solo, menos con Nahuelito dando topetazos por allí. Mario se levantó desesperado del piso y miró con un grave gesto a los comandantes, éstos asintieron afirmativamente y en seguida las paredes de la nave se transparentaron y, por fuera de la nave, se encendieron poderosos reflectores que ahuyentaron temporalmente las tinieblas del profundo lago. Así Mario pudo ver que Nauj flotaba a la deriva, a unos 30 metros de la nave. Más allá, la enorme silueta de Nahuelito giraba 180 grados con claras intenciones de embestir nuevamente al extraño artefacto que amenazaba su morada. El portal, volvía a ser intermitente e inestable. Cómo confirmando la infortunada situación, Juan emitió un grito estremecedor. Todos, grises inclusive, giraron inmediatamente hacia la posición de Juan, sus brazos habían desaparecido totalmente.