"A veces solo necesitamos que nos entiendan, o que al menos intenten hacerlo; pero lo único que hacen es juzgar"
—Taiga Bridger.
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Capítulo 1:
GOLPE DE REALIDAD
¿Alguna vez te has sentido vacío?, ¿roto? Bueno, creo que lo único roto en este momento, sin duda alguna, es mi cráneo.
Caer por las escaleras casi dos pisos y quedar inconsciente no ha sido la mejor de mis ideas. Después de todo, he intentado acabar con mi existencia más de una vez.
¿Cómo es posible que el único día que no lo intento sea el mismo en el cual lo consigo?
Digo, no es que me esté quejando; para mí morir sería un alivio. No quiero aburrirlos con mi triste y miserable historia, y menos crear un bucle de autocompasión.
Ya he superado esa etapa.
Mi padre cobarde, mi madre dolida, ausencia de amistades y ataques a mi integridad física hacen que mi vida se sienta como si estuviera jugando a resistir en una guerra nuclear. Muchas bombas caen y yo solo puedo recibir los impactos y rogar que ese no sea el final de todo, o mejor dicho, rogar que por fin llegue el final.
Y ahora estoy aquí.
Cuando abro mis ojos, lo único que puedo ver es oscuridad y vacío, literalmente vacío.
¿Quién lo diría? Estar muerto es solo estar en la nada por el resto de la eternidad.
El asunto se vuelve simple cuando luego de caminar unos minutos me doy cuenta de que todo es igual, solo estoy yo y eso me hace sentir segura. Hace mucho que no me sentía así.
Dicha seguridad dura unos diez minutos, ya que sin aviso un frío recorre mi espalda como si cada fibra de mi ser reuniera valor para gritarme un "corre..." y yo, tonta al fin, solo me giro a todos lados buscando lo que causa esa reacción.
—¿Perdida? —dice un chico.
Se encuentra a unos metros de mí, pero puedo verlo con claridad.
Si tuviera que describirlo, sin duda me enfocaría en su piel realmente pálida que contrasta a la perfección con su cabello negro y ojos de iris rojizo. Su presencia me hace sentir extraña, como si mi cuerpo de nuevo vibrara aturdido por el peligro, o algo más.
Su sonrisa radiante espera mi respuesta y sin obtenerla, da un paso que hace eco en todos lados; así que intuyo de inmediato que trata de aproximarse.
Yo retrocedo.
—No te asustes —me pide en un intento de evitar que salga corriendo.
—Pedirme eso es un poco estúpido, considerando que no sé dónde estoy y tú solo sales de la nada —mi habla es tan rápida que me cuesta articular.
No entiendo nada. Estoy muerta, pero ¿hay un chico aquí? Además, no puedo hablar como si conociera mi situación ¡Ni siquiera conozco el contexto!
—Bueno, considerando que aún no sales gritando, yo diría que vamos bien —expresa encogiendo los hombros.
—No soy una de esas chicas que se asustan y salen espantadas como damiselas en apuros —digo con toda la firmeza que logro reunir.
—Eso lo sé bien, Wendy, solo digo que lo estás tomando mejor de lo que creí —comenta y puedo sentir la ironía en su voz.
—¿Debería estar corriendo? —levanto una ceja y cruzo mis brazos.
—La verdad, no —extiende su mano para que ya la tome.
Yo no lo hago, tengo miedo, demasiado miedo; ni siquiera sé dónde estoy como para sentirme super confiada con un extraño de ojos rojos.
—Soy Erick, el responsable de que estés aquí —confiesa agitando su mano para que la estreche.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto directamente.
Me armo de valor y cumplo mi parte del saludo solo por cortesía, por supuesto, he evitado el contacto visual en cada movimiento.
—Solo lo sé, y por cierto, lamento haberte lastimado —señala mi cabeza.
A mi memoria regresa el golpe como si lo estuviera invocando; y de nuevo duele, por esa razón llevo mi mano al área afectada y ejerzo presión para aliviarlo.
—¿Qué es este lugar?, ¿estoy muerta? —me aventuro con más preguntas.
—Estás en el lugar más maravilloso que te puedas imaginar, pero para verlo debes dejar el pasado en el pasado, y con eso me refiero a todo en general —me mira y mi cuerpo vibra de nuevo pidiéndome correr.
¿Por qué siento esto con su presencia?, ¿es alguna clase de señal? Aunque, si estoy muerta, no creo que importe mucho si un extraño tiene malas intenciones; no se puede morir dos veces, ¿o sí?
—Muéstrame —no tengo idea de que me inspira, pero quiero descubrir de qué habla.
Tal vez es curiosidad, o el deseo de ver algo diferente, pero quiero seguirlo. Además, no quiero estar sola en este lugar desconocido.
—¿Segura que puedes? —habla preocupado.
—Escucha, no sé quién eres o qué es todo esto, pero la verdad por primera vez eso no me importa. Quiero saber de qué hablas y dónde estoy; si puedes resolver esas dudas, andando —sentencio con toda la seguridad del mundo.
Su expresión cambia y eso me confunde. Ahora puedo ver su alegría y satisfacción; como si estuviera orgulloso de haberme logrado atrapar con curiosidad.
—Vamos entonces —exclama dando un aplauso.
Señala hacia mí con una amplia sonrisa. Tardo un momento en notar no es a mí lo que señala, sino algo que se encuentra detrás. Me giro y observó una puerta brillante de color blanco y un picaporte dorado.
Camina en mi dirección, pasa de largo y llega hasta la puerta. El corazón se me acelera al ver que su mano toca el picaporte, pero no retrocedo ni un poco.
—Préparte, luego de ver lo que hay tras esta puerta, ya no serás la misma —dice y comienza a abrirla.
Un brillo me ciega por un momento y cuando este efecto se dispersa puedo ver... Dios, es algo sumamente increíble.
Es... Es...