"Cuando soñamos, todo es posible. Nuestra vida se muestra tan hermosa como ese bello jardín en el que deseamos estar por siempre; lástima que siempre tenemos que despertar"
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Capítulo 7:
DESPERTAR
Esta situación es como si una pequeña y asustada ardilla, que tiembla de frío se acercara por primera vez al fuego para aprender lo que es el calor. No querrá jamás volver al frío en el que estuvo sufriendo.
Bueno, en este momento yo soy esa ardilla y Erick, él es aquello que me genera calor, tranquilidad y vida.
Así se siente estar viva.
—Ya es hora de cruzarlo, el tiempo se agota —puedo ver su dolor también y me hace sentir peor.
—También te amo, Erick. Se que para cualquiera es demasiado pronto para decirlo, y realmente no quiero parecerme a esas princesas de cuentos de hadas que solo ven al príncipe y se enamoran, no es así, me hubiera gustado dejar pasar el tiempo y poder...
Ni siquiera sé que estoy diciendo.
—Esta es literalmente la única oportunidad que tengo para decírtelo, y no tengo idea de cómo lo sé, pero lo que siento ahora hacia ti es lo más cercano al amor que he llegado a sentir en mi vida —expreso.
Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas otra vez.
—Daría cualquier cosa porque está fuera mi realidad, daría lo que fuera por tener una oportunidad de estar contigo; lo siento, no quiero parecer una tonta —de nuevo estoy llorando a mares.
Él no dice nada al principio y luego siento sus brazos rodearme, yo hago lo mismo con tanta fuerza como me es posible.
—Yo lo di todo por verte una vez, y no me arrepiento de hacerlo porque al menos pude verte, abrazarte y tenerte cerca. Mi hermoso se arcoiris —da un paso atrás.
Mi corazón late tan fuerte que el pecho me duele y mis manos no dejan de temblar. Siento frío y a la vez calor, estoy asustada y no tengo derecho a retroceder.
—No puedo hacerlo —sentencio llena de tristeza y a la vez rabia.
La verdad es que no puedo volver allá y fingir que él no existió, sea como sea, debe haber otra manera.
-Wendy, por...
-¡Basta! Dije que no, por favor, entiende. No quiero volver allá y ver de nuevo a todas esas personas, sufrir lo mismo de nuevo y seguir sobreviviendo a un mundo que solo me destruye a cada segundo. No puedo, ellos no me necesitan, nadie notará si no estoy —me acerco a Erick en forma de ruego una vez más.
—¿Serías feliz por mi? —pregunta el acariciando mi rostro.
—Solo seré feliz si estoy a tu lado —susurro mirándole a los ojos.
Cada vello de mi cuerpo se eriza cuando la temperatura del ambiente desciende y los golpes de las ballenas se hacen más fuertes, tan fuertes que puedo escuchar el cristal comenzar a agrietarse, cada golpe lo hace peor. Los pastizales comienzan a teñirse de negro y todo empieza a transformarse en un auténtico paisaje de terror.
Pero eso no me importa, estoy con él y eso me hace feliz, su presencia, su aroma, algo en Erick hace que me sienta bien y es así desde el momento en que lo ví.
Tal vez es parte de lo que mi cerebro ha creado, pero me siento increíblemente bien con eso.
—Tu cuerpo físico comienza a morir —el susurra juntando nuestras frentes.
—No se pierde nada importante —respondo con el mismo volúmen.
Miento si digo que no me importa morir, pero si ese es el precio por estar con él, de alguna o de otra manera, lo aceptaré.
Se supone que todo debe morir conmigo, aunque sé que no es así, estaremos juntos y eso es mejor que estar viva.
—Estaremos juntos por siempre —añado con una sonrisa y los ojos llenos de lágrimas.
—Te voy a amar por siempre. Esperé demasiado por esto.
Antes de poder decifrar sus intensiones, siento sus labios sobre los míos en lo que puedo clasificar como el mejor beso de este y todos los mundos.
Yo correspondo de inmediato con demasiados sentimientos como para razonar si estoy o no haciéndolo correctamente.
—Solo quiero tu felicidad —dice y vuelve a besarme.
Yo no pongo ningún tipo de resistencia. Luego de un momento, el se separa un poco y con el pulgar acaricia mi labio inferior.
—Espero puedas perdonarme algún día —noto su mirada de tristeza.
No me deja hablar ya que de nuevo me besa, esta vez con mucha más intensidad; tanta que siento un leve empujón que me hace retroceder.
Suelto su camisa, dejando mis manos sobre su pecho y él sigue dando pasos que me hacen retroceder, hasta que son sus manos las que me detienen al tomarme de la cintura. Me separo un momento para mirarlo, pero su triste y apagado rostro me confunde aún más.
—Te amo.
Es todo lo que dice y antes de que yo pueda responder, siento un empujón que me hace tambalear y caer dentro del portal.
¡No! No, no, no.
Se cierra.
CONTINUARÁ...
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