Mundo espiritual

Paz en medio de la tormenta

POV Yessica

Despierto en lo que parece una habitación, me levanto con un poco de mareo, pero aun así trato de mantenerme en pie y recuerdo que tengo el celular en el bolsillo de mi chaqueta, lo saco y lo escondo en mi brasier acomodándolo junto con la blusa para que no se note. Escucho que la puerta se abre y entra Antonio.

—Estas despierta, por fin—dice acercándose a mí—no te asustes que no te haré daño muñeca.

—Antonio ya van a salir las chicas, trae a la que falta —articula un hombre parado en la puerta.

—Ya va —expresa Antonio—. Cámbiate la ropa por la que está en la silla junto a la cama, rápido si no quieres que lo haga yo mismo por ti.

Él sale del cuarto y me deja sola, entonces saco el celular, pero no hay señal —oh Dios mío, ayúdame Señor —exclamo mientras mis lágrimas se agolpan en mis ojos.

Busco la ropa de la silla y la examino, viendo que es un corset negro, con medias largas del mismo color y unos pantalones cortos rojos.

Me lo pongo a toda prisa y decido quedarme con las botas de taco alto que tenía y así guardar el celular dentro.

—¿Estas listas? —dice Antonio entrando.

—Sí —respondo sintiéndome incomoda por la ropa.

—Entonces, sal.

Salgo del cuarto observando que al lado hay otras puertas más, con números del 1 al 10 por lo que pude ver, por el largo pasillo de este lugar.

—Tendrás la fortuna de que vas a hacer exhibida como una de las vírgenes y por los más adinerados serás vista —expresa mi acompañante sonriendo, pero tal parece que Richard no le dijo que yo no soy...

Al terminar el pasillo de puertas, llegamos a lo que parece ser un bar repleto de hombres con trajes de pingüino, bebiendo con chicas sentadas en sus piernas o sirviéndole tragos a su lado y otras bailando en una barra para que después de terminar su baile, se vayan a los cuartos con él hombre que le ofrezca más dinero lo que me empieza a poner nerviosa.

—No te preocupes si nadie te compra, yo te llevaré conmigo para que puedas servirme en este lugar —exclama Antonio—sube a esa tarima que está en el centro.

Le hago caso y subo cada escalón como si fuera a mi propia perdición y en la tarima me uno a la fila de chicas que están aquí entonces, empiezo a orar pidiéndole al Señor que me ayude a salir de este lugar, que me llene de fuerza porque las lágrimas amenazan otra vez en salir.

—Tienes que sacar una sonrisa como puedas o Antonio se enojará —me susurra una chica a mi lado, pero yo me mantengo neutral, invadiéndome después de orar una paz que sobrepasa todo entendimiento dándome calma en medio de este tormento y se entonces, que él está conmigo.

—Ahora caballeros empezaremos con la subasta de las vírgenes codiciadas de este lugar —anuncia Antonio y yo fijo mis ojos en las mesas del fondo y veo un chico castaño de cabello sedoso con un tipo rubio a su par —ese es Scott y Fred—logro visualizar desde donde estoy.

Y pienso, ¿él frecuentará estos lugares?

Empiezan a subastar a las 4 chicas que están conmigo y a mí me dejan de último.

—Ahora caballeros, tenemos a esta joven de porte elegante por 50,000 pesos—un Señor de al parecer 60 años levanta la mano—vendida al Señor Grey a la de tres, dos, uno...

Scott alza la mano sorprendentemente, ofreciendo 100,000 pesos.

—¿Quién ofrece 200,000? —articula Antonio—Oh vamos caballeros, me dirán sentimental, pero vale más que eso está señorita.

Por consiguiente, el Señor de 60, vuelve a levantar la mano otra vez ofreciendo 500,000 —muy bien Señor Grey, vendida a la de tres, dos...

Entonces Scott también sube el precio ofreciendo 800,000, impresionandome otra vez.

—Vendida al Señor Prins —anuncia dando por terminada la subasta y yo no sabía muy bien cómo debía de sentirme, ¿aliviada?, ¿angustiada o aterrorizada? Pero más aún, ¿cómo debía de actuar frente a esta situación?

Me hacen bajar de la tarima y camino hasta uno de los asientos vacíos del lugar—más te vale que cumplas con el contrato y si todavía no eres consiente le perteneces ahora al Señor Prins, por lo tanto, si no sigues sus órdenes o peor, tratas de escapar, tu familia es la que sufrirá las consecuencias. Además, siempre hacemos visitas los dos primeros meses para saber si se están portando bien —dice Antonio para luego irse donde está Scott, entregándole unos papeles.

—Tal vez debería intentar escapar, pero...—pienso, pero me doy cuenta que en las puertas están obstruidas por unos tipos con armas y ¿qué pasaría con mi madre y Kevin si me voy? No puedo ponerlos en peligro, debo soportar esto cuanto pueda.

—Yessica—vocifera Scott acercándose donde estoy y yo me levanto de mi asiento de inmediato—vámonos de aquí —dice poniendo su mano en mi espalda encaminándome hacía la salida.

Al salir subimos al jeep, el cual, estaba estacionado frente a la entrada del lugar. Y Scott conduce con total silencio e igualmente yo me mantengo en silencio.

No obstante, llegamos a una casa de dos niveles, que supongo es su casa, de color verde con blanco, estaciona y sale del auto, entonces salgo yo también de tras de él.

—Esta es mi casa, sé que tienes preguntas que te responderé con gusto, pero antes, es necesario que te cambies de ropa—expresa abriendo la puerta y entrando sin mirar atrás.

Lo sigo y veo que la casa es sencilla de estilo veraniego—ven te enseñaré cual será tu habitación—exclama Scott subiendo al segundo piso.

Voy de tras de él, cuando se detiene frente a una puerta blanca —aquí es, puedes entrar y darte una ducha si quieres—dice yendo hacía la puerta de al lado.

Decido entrar y cierro la puerta tras de mí, me acerco a la cama y toco la suave sabana que cubre la cama, fijándome también de los gaveteros y lámparas a los lados de color crema.

Entonces me despojo de la ropa que tengo y voy directamente al baño a ducharme.

Así pues, doy libertad a que mis lágrimas salgan sin retenerlas más, mezclándose con el agua mientras me hago un ovillo abrazando mis piernas, pensando en todo lo que ha pasado y lo que vendrá ahora.



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En el texto hay: espiritus, terror, demonios

Editado: 18.06.2021

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