Mundo mágico. Regalando sueños

12. MI UNICORNIO DE PARÍS

Hoy Emy se ha levantado muy emocionada porque es su cumpleaños. Sí, cumpla cuatro añitos. Corre al cuarto de mamá, pero ella ya nos está. Corre a la cocina y allí se la encuentra sirviendo el desayuno.

—¡Felicidades, princesa!— grita mamá en cuanto la ve, la carga y la llena de besos— hoy es la fiesta de cumpleaños. 

—¿Dónde está mi primo Andrés? ¿Ya vino? —pregunta Emy soltándose de los brazos de mamá y corriendo al cuarto— ¡no está mamá, mi primo no estás!

—Eso es porque hay que ir a buscarlo al aeropuerto —dice papá entrando por la puerta—felicidades niña de papá. 

 También la carga, la abraza y le llena de besos. A Emy le gusta mucho cuando mamá y papá hacen eso, le encanta que la carguen, la abracen y besen.

—Ahora vete corriendo al baño, báñate, lava tu boca para vestirte, desayunar  e irnos a buscar a tu primo—. Dice mamá

—Siiii —. Grita emocionada Emy.

 Hace todo lo que le dijo mamá sin protestar, se da un rico baña, pero no juega, para no demorarse. Cepilla muy bien sus dientecitos con el cepillo nuevo que alumbra, para luego irse para su habitación donde ya mamá tiene lista su ropa. La viste, la peina y vuelven a la cocina. Come rápido todo lo que mamá le hizo. No protesta como otras veces.

 Se montan en el auto de papá y al rato, ya están entrando en el aeropuerto. Emy mira todo entusiasmada, a ella le gustan los aviones.

—Mamá ¿por qué los aviones vuelan?

—Pues porque tienen alas y unas turbinas muy fuertes que los hacen volar—. Responde mamá.

—¿Cómo los pajaritos?

—Más o menos.

—¿Tienen patitas?

—No nené, ellos tienen unas ruedas que se deslizan y es quien los sostienen para aterrizar.

—Vamos a verlos Emy— dice papá— te van a gustar.

—Toman unas escaleras movedizas, de esas que te suben solo. Llegan a una terraza de donde se puede ver toda la pista. 

—¡Hay muchos aviones de todos tamañas y colores! —. Exclama Emy.

—¿Es verdad, pero vez aquel que viene allá en el aire? En ese viene el primo.

—Oh...—. Se asombra.

 El avión en que viene su primo es muy grande, se acerca muy rápido. Ahora Emy puede ver como sacó de su barriga muchas ruedas, que luego ruedan por toda la pista hasta que se detiene.

—Vamos ahora a esperar en la puerta al primo Andrés—. Dice mamá.

 Vuelven a montarse en las escaleras movedizas que los bajan hasta por donde saldrá el primo. Emy está muy emocionada. Al fin se abre la puerta y comienzan a salir personas, pero no ve a su primo. La puerta se cierra., pero una extraña cosa pasa.

¡Una cabeza de unicornio se asoma y mira para todas partes!

A Emy le parece asombroso. Tiene un cuerno violeta que brilla mucho, y su pelo también es violeta. Papá se agacha a su lado y le dice.

—¿No vas a ir a coger ese unicornio?

—¿Puedo papá?

—¿Por qué no le preguntas a tu primo?

Y es cuando detrás del unicornio asoma su primo Andrés. Emy corre y se abraza de él feliz.

—Mira que te traje de París, le enseña el unicornio. Felicidades, princesa.

—¿Es mío? —pregunta incrédula Emy— ese unicornio tan grande es mío.

—Si nené, te lo traje por tu cumpleaños. Es de París.

—Emy— la llama mamá— ¿qué se dice?

—Gracias, muchas gracias, primo—. Dice rápido, mamá le ha enseñado que siempre hay que agradecer cuando nos hacen un regalo.

—De nada princesa, ahora vamos a celebrar tu cumpleaños!—. Vuelven a la casa felices, Emy no se separa de su hermoso unicornio, es blanco con su pelo, su cola, sus orejas, su cuerno y unas estrellas en su cuerpo violetas. Ah y también las patas que son muy grandes violetas. Emy está feliz con su unicornio de París. 

AL llegar a la casa, no puede creer lo que ve. Hay un enorme castillo inflable con dibujos de unicornios armado delante de su casa. Se baja y va corriendo.

—¿Mamá que lindo? ¿Puedo subir, puedo subir con mi unicornio de París?

—Sí, pero solo un poco. Tenemos que vestirte para tu cumpleaños. Después jugarás con todos tus amiguitos.

 —Gracias mamá.

 Papá ayuda a Emy a subir porque es muy alto y no podía solo, tampoco podía subir el unicornio de París. Pero luego cuando entro, se dio cuenta de que había un gran espacio para saltar. A Emy le encanta saltar y rebotar. Después descubrieron ella y su unicornio, una puerta. Cuando la abrieron había unas escaleras que las subía hasta lo más alto, y después una canal para deslizarse. Emy y su unicornio lo hicieron todo eso.




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