Mundo no Verdadero

DÍEZ

Lentamente abrí mis ojos pero la luz del ambiente hizo que los cerrara de nuevo. Intenté hasta que por fin pude, y visualicé donde estaba.

Estaba en una habitación muy grande y de color negro con detalles de mármol. Muy elegante.

Me incorporé lentamente en la cama ya que mi cabeza me dolía como si fuera que me pasó un camión mil veces por encima. Hice una mueca de dolor y traté, con masajes, se me fuera un poco el dolor pero era en vano.

—Que bueno que despertaste —escuché de repente una voz que se me hizo familiar y levanté la cabeza para ver quién era el dueño de ella.

Abrí mis ojos sorprendida.

—¿Elián?.

—El mismo, pensé que nunca íbamos a volver a hablarnos Liv —sentí nostalgia al escucharlo llamarme asi nuevamente. Antes me decía así todo el tiempo.

—Sinceramente extrañé volver a verte — dije mientras me levantaba lentamente de la cama. El dolor de cabeza no se iba.

Vi que sonrió levemente.

—Te recomiendo que no te levantes por ahora hasta que te pase un poco el dolor. Yo mientras te traeré algo para que se te pase —se fue cuando dijo eso y cerró la puerta.

Me senté en la cama a esperarlo.

Ahora que lo pienso.... ¿cómo llegué aquí?. No recuerdo absolutamente nada.

Trato de recordar pero nada, en blanco. Estos días me sentí más confundida de lo normal, mi vida se volvió un caos.

Desde que supe que soy de otro mundo, desde que mis papás no son mis padres biológicos y que tengo una madre que—no tengo idea en donde pueda estar—está viva y es enemiga del mundo del hielo. Dios, mucha información por procesar en tan corto tiempo.

Todo cambió cuando crucé la barrera....

Nada fue real, fue una mentira... alguien te manipuló.

Suspiré cuando recuerdo como mi vida se volvió un lío últimamente, sé que hay alguien detrás de todo y lo averiguare.

Una bandeja con un desayuno hizo que saliera de mis pensamientos.

—Tan distraída como siempre, al parecer no cambiaste en ese aspecto, Liv —lo golpeé suavemente en el brazo con una sonrisa.

—Tú no cambiaste nada, sigues siendo el mismo idiota de siempre —me tiró una almohada y empezó una guerra de almohadas.

Entre tantas carcajadas nos detuvimos por falta de fuerza. Tantos recuerdos se hicieron aparecer por éste momento.

—Necesito un descanso, entre cuidarte y esto, se me acabaron las energías —lo miré indignada.

—¡Oye! ¡Tú solito quisiste ayudarme!.—lo señalé con el dedo índice—.Tienes la suerte de poder cuidarme —puse mi mano en la pecho fingiendo tener orgullo para molestarlo.

—Si claro, eso me pasa por cuidarte —siguió mi juego.

Nos quedamos en silencio por un largo rato, en ese instante había recordado un detalle que estaba pasando por alto.

—Casi lo olvido, ¿Qué hago aquí? —lo miré confundida y él me miró, luego suspiró.

Sé enderezó y luego me miró directamente a los ojos con expresión neutra que me puso inquieta pero lo disimulé.

—Te encontré en el bosque inconsciente — me miró y luego susurró—, cerca de la barrera.

Lo miré sorprendida por lo que me había revelado. Rápidamente me levanté recorriendo con la mirada por toda la habitación, tratando de buscar algo en específico.

Elián me miró confundido y frunció su ceño.

—¿Qué buscas, Liv? —se levantó mirándome.

Me acerqué hacía él preocupada.

—Cuando me encontraste... ¿Tenía una espada conmigo? —si antes estaba confundido, ahora lo está el doble.

—¿Qué espada? —alzó sus dos cejas mirándome.

"Nada fue real Olivia, olvídalo. Un sueño normal"

Mi subconsciente me lo hizo recordar de vuelta.

Estoy segura que lo último que recuerdo fue real, el dragón con destellos violetas y la espada. Dios, es mucho para mi pobre cerebro.

Lo siento por hacerte trabajar tanto, querido y estimado cerebro.

—¿Olivia? —dirigí mi vista hacía Elián que me miraba con una ceja levantada.

Me enderece y murmuré.

—Necesito contarte algunas cosas que estuvo pasandome así entiendas mi giro de 360° que sufrí en un segundo al otro —lo dije tan rápido que creo que me entendió a medias pero asintió lentamente.

Bien, estamos en confianza, puedo hacerlo.

Me doy ánimos y suspiro dando pasos hacía nuevamente a la cama, me senté y empecé a redactar todos los hechos desde el inicio mientras me miraba atentamente.

Pasó aproximadamente 30 minutos cuando terminé de contarle, no me interrumpió en ningún hasta que acabara.

Nos quedamos callados por unos largo e impacientes minutos hasta que un suspiro de su parte me sacó del trance que estaba, y mi atención estaba en él.

—Analizando todo lo que contaste. Llegué a dos teorías que creo que la segunda puede ser la más acertada —sentenció mirándome fijamente y serio.

Yo asentí dándole a entender que prosiga.

—La primera es que cuando tocaste esa luz por primera vez, te haya dejado inconsciente y que todo lo que supuestamente "viviste" solo fuera un sueño —me quedé sin palabras para responderle.

Al no obtener respuesta por mi parte, siguió.

—Y la segunda, es que creo que al tocar esa luz hayas abierto un portal o una puerta en tu subconsciente y eso fue que les facilitó la entrada a tu mente para hacerte creer cosas que pensaste que fueron reales y que las viviste. Pero en realidad solo fuera una mala broma.

Me quedé analizando esa última que creo que es la más razonable y creíble que la anterior.

¿Demonios, hadas, dragones? Ni quién lo diría.

Si algún otro ser mortal me escucharía, llamaría a un psicólogo para que me ponga anestesia un año.

¿Eso no es lo que hacen los médicos?

Me entendiste, así que cállate.

Abrumada, asentí lentamente haciendo entender que ya no quería hablar. Él lo entendió y se retiró de la habitación. 

Sentía mi cuerpo pesado y cansado, así que me recoste nuevamente en la cama y miré al techo. Nada interesante.



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En el texto hay: romance, magia, sobrenarutal

Editado: 19.04.2024

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