Mundo Oculto

Escoge

Pasadas dos horas des de que el misterioso anuncio apareció en todos las pantallas del mundo, las sociedades de todo el mundo empezaron a entrar en conflicto. Al principio nadie creyó nada, pero poco a poco cuando se fueron confirmando que en todas partes del planeta también se había reproducido, se hizo cada vez más y más real. Hubo gente que entró en pánico, otra que decidió pensar en las opciones que se les fueron dadas y otras que no creyeron nada de nada como los padres de Edgar. 

Los padres, Melina y Leo, no se creían las cosas con mucha facilidad y siempre tenían que verlo con sus propios ojos. Unos minutos después del mensaje, un coche había recogido a Edgar en la escuela y se lo había llevado a la empresa donde se había reunido con sus padres y habían discutido sobre el mensaje.

La conclusión fue, que no había nada que temer y que todo había sido un montaje. Aún así Edgar no creyó eso y se puso a pensar más en ello. No pudo parar de pensar y pensar, había llegado a un punto donde no sabía si creer en sus ojos, en sus padres o en su corazón. Decidió esperar a más tarde para razonar sobre las opciones dadas. 

Cuando ya eran las ocho de la tarde, la noticia sobre la llegada del fin del mundo, el descenso del cielo o muchos otros nombres que le fueron dados al acontecimiento empezaron a salir por todos los canales de televisión, fue un verdadero horror.  Gente suicidándose porque no querían ver el apocalipsis, gente que se había vuelto loca y había empezado a matar sin razón alguna o manifestaciones de gente por la calle donde todos respondían positivamente al fin del mundo. 

Edgar no le importaba una mierda lo que la otra gente hacía o dejaba de hacer. Su cabeza aún seguía llena de dudas y esto hizo que no pudiese estudiar tranquilamente. Al final se dio por vencido y se fue a ver a sus padres, quería discutir nuevamente lo que había sucedido. 

La discusión duró muy poco. Sus padres le dijeron que su deber era estudiar y no preocupar-se por el mundo. No ayudaron mucho.

Estaba cansado de pensar así que solo se dirigió al baño para tomar una ducha. 

Mientras estaba de camino al baño notó algo extraño. Una espesa niebla negra se había arremolinado a su alrededor, quiso salir corriendo pero su cuerpo no le respondía. 

- ¿¡Que es esto!? - Se preguntó exaltado

De pronto algo apareció de entre la niebla. Arrastrándose por el suelo, pudo ver un cuerpo largo y estrecho. Era una serpiente de color blanco puro, con un cuerpo larguísimo que no tenía fin. La cabeza empezó a enroscarse por su pierna derecha mientras subía poco a poco haciendo movimientos circulares alrededor del cuerpo de Edgar. En un momento, la cabeza se paró justo delante de su cara. Sacó la legua un par de veces y se quedó viendo sus ojos mientras balanceaba la cabeza.

- Hola chico, un placer conocerte. - Dijo de repente la serpiente sin mover su boca.

- ¡¡¡Que cojones eres tú!!!

- Wow, un chico un poco molesto para mi gusto, pero tienes buen aspecto y me gusta tu olor a rabia. - Respondió el reptil mientras echaba la cabeza para atrás. 

- Mira me duele la cabeza de tanto pensar en el mensaje que hoy dieron esas cosas que parecían ángeles, así que rápido. ¿Vienes a matarme o vienes de parte de los demonios esta vez? - Dijo Edgar en calmarse.

En ese instante la serpiente dejó de mover-se y se quedó mirando a los ojos a Edgar, como pensando en lo increíble que era el chico por reaccionar tan calmadamente ante tal situación. 

- Increíble, es la primera vez que nos vemos pero parece que nos llevaremos bien.- Respondió mientras abría la boca y cerraba los ojos. - Has acertado en una cosa. Es verdad, soy un demonio, pero no estoy aquí para acabar con tu vida. Estoy aquí para ofrecerte un trato. 

- Así que un trato. Bien, te escucho. - Dijo sin pensar Edgar

- Es muy fácil. Los ángeles acogerán a todas esas personas que quieran unirse al cielo a cambio de dejar su vida atrás. Los que no escojan, serán barridos del mundo por el mismo ejercito, por pecadores y egoístas. 

- Eso ya lo sé, ve al grano.- Lo interrumpió Edgar con voz fría. 

- Si, si. Este es el trato. Entre las personas que serán dejadas en la tierra, hay algunas que valen la pena mantener vivas para nosotros, los demonios. Así que hemos decidido dar un poder de su elección a cada uno. A cambió del poder, se debe de hacer un sacrificio a su altura. - Dijo el reptil con una pequeña sonrisa en esa boca de escamas. 

- ¿Y que ganáis vosotros con esto? - Preguntó Edgar.

- Fácil, los demonios también necesitan de personas para su ejercito. Al aceptar el trato, pasareis a formar parte del ejercito demoníaco y seréis catalogados según vuestro rango. No te preocupes, eso pasará después de que la guerra contra los ángeles termine. Cuando todo termine seréis recompensados, aúnque no lo creas, los demonios vivimos mejor que los ángeles. 

- Entiendo, ¿y que es lo que diferencia tanto los demonios y los ángeles? A mi no me parece demasiado grande la diferencia, solo que con vosotros conservaré mi cuerpo y con los ángeles no ¿verdad?.- Dijo con cara de haber descubierto algo raro.




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