Mundo Oculto

No sois humanos sino monstruos

Era tarde por la noche, en una ciudad oscura después de la caída. Una pequeña niña corría por los callejones de la ciudad en busca de refugio. Unas sombras la estaban persiguiendo.

- ¿¡Aun no la encontráis!? - Se escuchaban voces a lo lejos.

-! ¡A este paso o la encontramos antes de que se la coman los monstruos o el jefe nos matará!

-! Rápido, mirad por el sur, es el único lugar que queda. ¡Peinad la zona antes del amanecer!

Eran todas voces de hombres. Eran muchas, alrededor de veinte. La niña, asustada, se movía rápidamente por las calles, como si fuera un gato, dejando atrás a los perseguidores. Las luces de las linternas se movían por toda la oscura ciudad y en cualquier momento podrían llegar a encontrarla. La pequeña chica siguió moviéndose entre callejones durante horas y horas siguió escondiéndose y corriendo por el mar de oscuridad que era la ciudad.

Era ya el amanecer, todos los hombres estaban conmocionados, no esperaban que encontrar a tan joven niña fuera tan difícil.

- Joder, a este paso, ¡moriremos todos!

- ¡Seguid buscando, no nos podemos rendir!

Los hombres sin aliento y desesperados se movían por todos lados, parecían ratas en un laberinto en busca de un queso que se mueve. De repente, uno de los grupos escucho un ruido en un callejón.

- ¡Aquí hay algo!

Algunos de los hombres del grupo, se adentraron hacía el callejón. Cuando llegaron a uno de los lados, encontraron el cuerpo de una niña tirado en el suelo. Estaba sudando, iba descalza y parecía un poco desnutrida. Tenía el pelo largo y castaño, el cual le cubría toda la cara. Debería tener unos doce años, pero parecía más pequeña por la desnutrición.

- ¡La encontramos! - Gritaron satisfechos algunos hombres del grupo

- ¿¡Enserio!?

- ¡Sí! ¡Ahora la traeremos!

Algunos de los hombres cargaron a la niña por los brazos y la arrastraron fuera de callejón. Fuera de este, había un grupo de más de veinte hombres esperándolos. Algunos llevaban cuerdas y una mordaza para la niña. Haciendo uso de sus últimas fuerzas, la niña empezó a tirar de ellos, no dejaría que se la llevasen.

- ¡Soltadme! - Grito ella, con una voz ahogada y pastosa.

- Maldita niña, ¡Compórtate! - Grito uno de los hombres que la cargaban mientras le daba un golpe en la cara.

- ¡No la toques mucho o moriremos!

- ¡Cállate, llevo toda la noche de punta a punta de la ciudad arriesgando mi vida para encontrarla!

Empezó a golpear a la niña, quien se puso en el suelo en posición fetal y cubriendo su cabeza con las manos, mientras gritaba cada vez que le propinaban un golpe. Uno de los golpes le abrió una herida en la frente que sangraba mucho.

- Enserio, ¡Para ya!, ¡La matarás!

- ¡Mierda! - Dijo enfurecido el Hombre mientras se levantaba y le escupía en la cara. - ¡Vuélvete la puta del jefe de una vez, hostia!

La niña, quien estaba gimiendo de dolor en el suelo mientras se sujetaba la herida que aun sangraba, alzó la vista contra el hombre que la había golpeado. Era una vista fría, sin compasión, con ansias de venganza y sedienta de sangre. Después de recibir todos esos golpes no lloraba, su cabeza sangraba y sufría un agudo dolor por todo el cuerpo, pero aun así no contentaría a ese grupo de bestias dejándolos verla llorar.

- ¡Que son esos ojos! - El hombre volvió a levantar el puño para volver a golpearle. Pero de repente...

<Chop>

La cabeza del hombre rodó por el suelo. Un torrente de sangre vino de la cabeza y el cuerpo mientras este se derribaba.

El grupo de hombres que estaban cerca empezaron a gritar atemorizados por la repentina decapitación. De repente pudieron ver un chico alto parado de pie detrás del cadáver, sujetando en su mano derecha una espada corta negra. Llevaba un casco por lo que no le pudieron ver la cara.

- ¡Tu quien coño eres! - Gritó uno de los hombres, quien se estaba recuperando del susto.

- Acaba de matar a alguien, ¡tened cuidado!

- Chico no sabemos lo que quieres. Pero te has metido con la gente equivocada. ¡Vosotros, Matadlo!. - Dijo quien parecía ser el jefe del grupo

El grupo de hombres lo rodearon completamente y empezaron a sacar barras de hierro, trozos de madera y bates con el fin de provocar más daño. Todos en el grupo lo miraban atentamente, pero este no se movía ni un pelo, parecía totalmente petrificado. El chico solo estaba quieto, mirando a la niña que dejaba ir pequeños gritos de dolor. Uno de los hombres de cansó de esperar y salió disparado apuntando a la cabeza del chico con su bate metálico. El joven no se movió y en un momento el hombre se encontraba justo delante de él. Haciendo un gran movimiento con los brazos, movió el bate con fuerza para impactar en la negra visera del casco. En ese momento, el chico se movió. Empuñó con fuerza la espada corta y apuñaló el pecho del hombre, atravesando su corazón.

- Tienes demasiadas aperturas. - Sonó una voz des de dentro del casco.

- ¡Mierda, todos, a él! - Uno de los hombres del circulo vio como perdía a otro camarada y se precipitó hacía el joven mientras ordenaba a los demás.




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