Mundos Diferentes

Aquella Casa

—Usted miente, mi abuelo está muerto. Las palabras salieron de mi boca con una mezcla de incredulidad y dolor. ¿Cómo podía ser posible que este hombre, que no reconocía, estuviera de pie frente a mí? No era posible.

—Sí, claro, morí en esta vida, pero en la otra no, así como ustedes, —respondió con una sonrisa enigmática, como si la idea fuera lo más natural del mundo.

—¿Ustedes? —pregunté, confundida. Mi mente daba vueltas, intentando comprender lo que estaba sucediendo.

—Sí, sé que ya conociste a tu hermano y a tus primos. —Sus ojos brillaban como si estuviera esperando a que lo entendiera.

Hermano, primos... Eso fue demasiado por procesar en un solo momento. Mis recuerdos se volvían borrosos, como si algo o alguien hubiera decidido bloquear mi memoria. No podía recordar mi infancia, no reconocía a esta figura frente a mí que se hacía llamar mi abuelo. Todo era confuso, abrumador.

Me sentía completamente perdida. Mi cabeza comenzaba a doler intensamente, como si estuviera intentando procesar un montón de recuerdos reprimidos que afloraban de golpe. Una casa, un bosque, niños corriendo, una daga, un pacto... Todo parecía estar conectado, pero mi mente se negaba a aceptar lo que mi corazón comenzaba a sospechar. Era como si alguien hubiera trabajado mucho para suprimir mis recuerdos y hacer que viviera de una forma... normal. ¿Pero normal para quién? ¿Para qué propósito?

De repente, una voz dentro de mi cabeza rompió el silencio que se había instalado en mi mente.

No lo escuches, tienes que buscar la manera de irte. Lo que te espera es demasiado traumático y fuerte.

Me detuve en seco. ¿Qué era eso? La voz sonaba suave, como una mujer, pero al mismo tiempo tenía un tono urgente, casi como si tratara de protegerme de algo.

Empecé a preguntarme de dónde provenía esa voz. Me hacía sentir extrañamente en paz, pero a la vez me asustaba. Era como si alguien me estuviera guiando, tratando de advertirme.

Antes de que pudiera seguir pensando, la figura frente a mí, que aún insistía en ser mi abuelo, me sacó de mis pensamientos al hablar nuevamente:

—Charlotte, siempre fuiste mi nieta preferida. Siempre supe que tú deberías ser la que estaría al frente de todo esto.

Su voz era grave y solemne, como si estuviera hablando de algo muy importante. Las palabras parecían cargadas de un peso desconocido.

—¿Y qué es todo esto? —le pregunté, mi voz temblorosa. ¿Qué significaba todo esto? ¿Por qué él decía que yo era la indicada para algo?

—Es un mundo diferente, te llevaré a conocerlo. —Su sonrisa se amplió, como si estuviera revelando algo grandioso, algo que solo unos pocos elegidos podrían comprender.

Una parte de mí sentía curiosidad, una necesidad de saber más, de comprender lo que me estaba diciendo. Pero otra parte de mí, más profunda, sentía una extraña resistencia. ¿Qué pasaría después de todo esto? Algo dentro de mí temía que una vez que cruzara esa línea, no habría vuelta atrás. La idea de enfrentarse a lo desconocido me aterraba, pero no podía evitarlo. Había algo en mí que me empujaba a avanzar, como si estuviera siguiendo un destino que no podía ignorar.

No podía dejar mi vida atrás tan fácilmente. ¿Qué dirían mis padres? ¿Qué pensaría la gente si me embarcara en algo tan extraño, tan peligroso? No tenía respuestas, solo dudas. Y las dudas eran lo único que se repetía en mi cabeza.

De repente, me di cuenta de que había cambiado de lugar. El paisaje que me rodeaba ya no era el mismo. Estaba en un jardín enorme, lleno de flores y árboles frondosos, con caminos que se perdían a lo lejos. Frente a mí, una casa imponente se alzaba, como si fuera un castillo sacado de un sueño.

Mis ojos se abrieron con sorpresa. No podía creerlo. La casa que veía ante mí... Era la misma casa que había soñado tantas veces. La misma, en todos sus detalles. Era como si mi mente hubiera estado guardando un recuerdo olvidado, un recuerdo que ahora regresaba con fuerza.

Apreté mis manos, las cuales sentí temblar levemente, y me di cuenta de que todo era real. El aire fresco del jardín, el aroma de las flores, el sonido lejano de una fuente... Todo era tan vívido, tan tangible. No podía ser un sueño.

Empecé a caminar lentamente, observando con más atención. El jardín estaba perfectamente cuidado, pero tenía algo peculiar. Los caminos que se dividían conducían a diferentes direcciones. Uno de ellos llevaba a una fuente de agua cristalina que parecía brillar bajo el sol. El agua caía en un suave goteo, creando una melodía tranquila que me tranquilizaba. Otro camino, en el que ahora me encontraba, conducía a una gran puerta de madera, con hermosas rosas rojas adornando los costados.

Algo en mi interior me decía que ya había estado allí antes. La sensación de familiaridad me envolvía, pero no entendía cómo era posible. ¿Cómo podía olvidar algo tan grandioso como esto? Todo parecía tan real, tan grande, que no podía haberlo olvidado. ¿O sí?

Me detuve frente a la puerta. De repente, las enormes puertas de madera se abrieron solas, revelando una entrada majestuosa. La casa que se mostraba ante mí era impresionante, como sacada de una película. El interior era blanco, casi inmaculado, pero lo que más me llamó la atención fueron las paredes. Alrededor de cada pared, había rosas doradas que brillaban con una luz cálida, creando una atmósfera misteriosa pero acogedora.

El hombre, mi supuesto abuelo, me observó en silencio durante unos segundos antes de hablar nuevamente:

—¿Te gusta todo lo que ves? —Su voz tenía un tono satisfecho, como si estuviera esperando una aprobación.

—Es hermoso. —Mi voz salió casi en un susurro. No podía encontrar las palabras adecuadas. Todo era tan irreal, tan sobrecogedor, que me sentía como si estuviera atrapada en un sueño del que no podía despertar.

—Pues todo esto será tuyo. —Su mirada se intensificó, como si estuviera anticipando mi reacción.



#16098 en Fantasía
#8965 en Thriller
#3548 en Suspenso

En el texto hay: misterio, asesinos, amor

Editado: 01.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.