Liam
Estaba en mi cama pensando en lo que me había dicho Emily. La depresión no era ninguna broma, era algo muy serio. Me duche y me quedé dormido.
Me levanté de pronto por una pesadilla. Vi la hora en mi celular y eran las 4 de la madrugada, me fijé en mi ventana. Y en la casa de Emily se veía a un chico y ella.
Me puse mis zapatillas y salí a ver que estaba pasando. No podía dejar sola a Emily.
Cuando salí me acerqué a ellos.
—¿Qué está pasando? —pregunté. Gané la atención de los dos.
—Estoy conversando con mi novia, imbécil. —me dijo el chico de una forma muy maleducada— Métete en tus asuntos. —Y me empujó para que me alejará.
Él se volteó para seguir hablando con Emily, en ese momento que se descuidó, lo agarre del hombro y lo volteé para darle un golpe en la nariz, lo cual lo dejó sangrando.
—¿Qué te pasa, idiota? —me preguntó el chico enfurecido y agarrándose su estúpida nariz sangrienta.
—¿Estás bien? —le pregunté a Emily.
Emily me miró a los ojos, sus hermosos ojos color avellana me hicieron perderme en ellos por un momento. Ella solo asintió. ¡Por Dios! Hasta para eso era tan hermosa. Me dejó sin aliento, causó un efecto en mí que no esperaba.
—Deberías irte a tu Casa, Bron. —Emily le dijo al chico.
—Esto no se va a quedar así. —me dijo en voz baja ese tal Bron.
Yo solo lo ignoré y vi como se iba lejos. Me acerqué a Emily.
—¿Quién era? —pregunté un poco curioso.
—Se llama Kevin, pero todos lo llamamos por su apellido, Bron —me dijo pero creo que sintió que eso no era a lo que me refería—Y es mi ex novio.
Nos quedamos en silencio un momento.
—Tú también deberías irte a tu casa, Liam.
Me acerqué a ella más de lo debido, pero ella dio un paso atrás y reaccioné.
—Tienes razón. Deberíamos ir a dormir. —pero no me moví—. Hay que salir. Hay que tener citas. Hay que conocernos poco a poco. ¿Qué te parece?
—No se si estoy preparada para eso, Liam.
—Lo siento —le dije—. Hasta mañana. —Estaba alejándome de ella poco a poco.
—Pero al menos hay que intentarlo —yo volteé—. Podemos intentar algo, y puede salir mejor de lo que esperamos.
Me acerqué a ella y le susurré a su oído.
—Va a ser increíble. Vamos a crear un nuevo mundo, solo para nosotros. —y la besé en la mejilla.
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Estaba nervioso. Hoy iba a ser nuestra primera cita y no sabía a donde llevarla, no conocía el lugar. Investigue un poco en Google pero creo que me estresa y me pierdo.
Estaba yendo directo a su casa para ir a nuestra primera cita. Cuando éramos niños imaginábamos como seriamos de grandes, ella sería mi esposa y estaríamos juntos por siempre. Espero que se cumpla porque tendría a la esposa más hermosa del mundo.
Cuando ella salió, me fijé que llevaba un vestido amarillo con unas zapatillas blancas. Su cabello estaba suelto y se le veía muy bonito.
—¿Nos vamos? —le pregunté.
—Si
—¿Dónde se puede ver el atardecer?
—Se de un lugar.
Tomamos un taxi. Y luego caminamos por una pequeña montaña y el atardecer se veía muy hermoso, sus ojos le brillaban más. Y hacía que me perdiera en esos bellos ojos.
Pusimos un pequeño mantel de picnic y acomodamos la comida. Ella puso un poco de crema de maní en su dedo pulgar y me ensucio la nariz. Yo hice lo mismo. Nos reímos. Contamos anécdotas divertidas. Comimos con mucho gusto. Ella tomó fotos. Ella se veía tan dulce y hermosa.
Ella puso música en su celular. Comenzó a sonar Electric love de BØRNS. Ella comenzó a bailar y también me hizo bailar.
En la segunda cita también fue increíble, y esa canción no dejaba de sonar en mi cabeza cuando estaba con ella.
En la tercera cita fuimos a comer, y ella hizo videollamada con mi amigo Oliver, se llevaron genial.
En la cuarta cita fuimos a una pequeña discoteca y bailamos casi toda la noche, ella solo bebía agua y yo unos cuantos tragos, y la música seguía en mi mente, y no sólo la música, ella también estaba en mi mente.
En la quinta cita fue increíble porque nos dimos nuestro primer beso. Estábamos viendo las estrellas y escuchando música (la misma canción que no dejaba mi cabeza), nos comenzamos a acercar, y nuestros labios se unen a la perfección, su boca sabía a fresa, el beso era despacio pero profundo, la agarré de las mejillas para profundizar más el beso. Nos separamos y nuestras respiraciones estaban muy agitadas. No podía dejar de mirarla a los ojos, esos ojos tan hermosos. Luego la dejé en su casa.
—¿No te olvidas de algo? —me dijo cuando ya estaba por irme.
Me acerqué y la besé. Estos momentos eran más que increíble.
#
—Em, ¿Estás segura que es así?
—Que si.
Estábamos preparando un postre, sin la ayuda de mi abuelo. Y era un postre que jamás mi abuelo le había enseñado. Se me ocurrió una pequeña idea para sacarle al menos una sonrisa. Agarré un poco de harina y se lo tiré en la cara, ella me miró con una cara muy enfadada, por un momento temí por mi vida, y luego sin que yo me diera cuenta me tiró harina también. Los dos nos comenzamos a reír.
Cuando terminamos de hacer el postre lo metimos al horno.
Agarré una toalla pequeña y la mojé con agua. Me acerqué a Emily, y comencé a limpiarle la cara de harina. Ella estaba sentada en una silla un poco alta y yo estaba parado, era más alto que ella. Luego poco a poco me acerqué a sus labios pero no ocurrió ningún beso porque escuchamos gritos afuera. Me limpié rápido la cara, y nos acercamos a la ventana para ver qué estaba pasando afuera.
Max y Bron estaban peleando.
Emily salió rápido y yo la seguí.
—ERES UN IMBÉCIL DE MIERDA. ÉRAMOS AMIGOS, ¿COMO MIERDA SE TE OCURRE HACER ESO? YO JAMÁS TE HICE NADA, MIERDA. —lo estaba gritando a todo pulmón Bron.
Max estaba en silencio pero se veía muy enojado.
—TÚ, BRON, ERES UN DROGADICTO DE MIERDA, QUE NO VALE NADA. TU AMISTAD NUNCA FUE NADA PARA MI. YO DE VERDAD AMO A EMILY, Y ESA NOCHE EN LA FIESTA NOS BESAMOS, Y HACE POCO TAMBIÉN.