CAPITULO V
Mientras el Sternentor continuaba abierto luego de que los Arcángeles emprendieron su largo viaje a la Tierra, AN estaba sufriendo las duras consecuencias a causa de los perversos y egoístas planes que desarrollaron los Arcanianos. ¿Se podrá dar una solución efectiva a esto y así cambiar el inevitable destino?... Es algo difícil de responder con seguridad. Los Serafines, Portcanianos y el resto de los seres vivos tenían puesta sus esperanzas en que su Rey los salve.
Los jóvenes guerreros viajaban a través del embudo de energía por el universo siguiendo a los Titanes con el fin de impedir que destruyeran el planeta desconocido así también al suyo posteriormente. Era imperativo terminar con esta guerra que recién había comenzado, sin embargo esto distaba mucho de sus deseos.
La tierra estaba devastada por los mismos efectos de la guerra que llevaba poco más de doscientos cincuenta años terrestres sin detenerse. Una gran batalla se estaba llevando a cabo por los únicos dos bandos que combatían sin cesar destruyendo todo a su paso. De un lado se encontraba Lucifer con su gran ejército compuesto por querubines y el linaje de los demonios y por el otro estaba SonGoliat, Rey de los gigantes, quien era apoyado por las criaturas más fuertes de la tierra.
No había momentos de paz, solo pelear y pelear hasta que alguien ceda o se declare vencido o vencedor. Las bajas por ambos bandos eran incontables, la sangre se mezclaba con el aire mismo que respiraban y el cielo estaba cubierto de ella. Sea de día o de noche, las batallas continuaban, los débiles morían de sed y hambre o caían ante la espada.
Los querubines llevaban la ventaja durante la noche, ya que ellos utilizaban la magia para iluminarse y atacar, los demonios por su parte, adoptaban la forma de nubes oscuras o se hacían invisibles y aprovechando estas habilidades acababan fácilmente con sus enemigos. Sin embargo los gigantes poseían la facultad de controlar parte de la naturaleza, usando las aguas de los mares a su favor y abriendo el suelo debajo para aplastar a cualquiera que contra ellos atente.
Gran cantidad de las primeras criaturas que ocupaban la tierra fueron extintas y otras se perdieron en las profundidades del abismo. El aire se había vuelto tan espeso que hasta las plantas se secaban y morían, el agua se estaba contaminando tanto que los gigantes contraían enfermedades inevitables, así también como muchas de las especies que combatían a su lado y dependían de ella.
El ejército de SonGoliat comenzaba a debilitarse desde sus cimientos, mientras que los invasores ganaban terreno a tal punto que llegaron a tomar más del sesenta por ciento del Orbe.
Cuando comenzaban los festejos anticipados por la tan esperada victoria por parte de los querubines y demonios, los gigantes aún tenían un último recurso para combatir…
El grande y poderoso líder SonGoliat se puso al frente y dando un fuerte golpe al suelo, exclamó: - ¡Poderosas bestias de antaño, primeros caminantes de la tierra, Yo rey de los gigantes invoco su ayuda, levántense y ayúdennos en esta guerra!...-
Un estremecedor movimiento sísmico sacudió todo el lugar haciendo que el festejo de los querubines y demonios cesara repentinamente, ya que esto los había dejado confundidos. Mientras los oponentes comenzaban a dar gritos de esperanza y guerra…
De las profundidades emergieron dos enormes bestias terribles. Su poder era tan atemorizante como su tamaño y los gigantes solo llegaban a los tobillos de estas criaturas.
- ¿Pero que son esas cosas? – Preguntó sorprendido el líder querubín
Nadie sabía que responder a eso, pues eran un misterio, la situación había dado un nuevo giro nivelando la contienda de un lado y del otro. Las dos bestias absorbían la energía de la naturaleza y se llevaban por delante a sus enemigos. Gracias a esto los gigantes se levantaron una vez más para contraatacar. Los nombres de estas antiguas criaturas eran: “Leviatán” encargado de las aguas y “Behemoth” que atacaba por suelo firme. Su piel y huesos eran tan resistentes como el hierro, casi imposible de penetrar por las armas de los Querubines y demonios. Sin embargo esto solo alargó la duración de la guerra, que tarde o temprano acabaría por eliminar toda la vida a su alrededor.
- Señor, es muy difícil perforar la piel de esas bestias además están acabando con muchas de nuestras fuerzas y los gigantes han avanzado bastante – Zurcan le informaba a su líder preocupado
Al escuchar esto, Lucifer comenzó a reír para luego decir muy confiado –“Aun así nosotros tenemos la ventaja, las aguas de los ríos casi se han secado y el resto se ha contaminado al igual que la fuente de sus alimentos, así que no creo que resistan demasiado, una vez se agoten sus recursos les daremos el golpe final y nosotros ganaremos al fin Hahahaha” –
Todo era tal y como lo aseguraba el comandante de los querubines, ya que los habitantes de la tierra necesitaban de ella para vivir pero la escasez de esta, los estaba llevando a la perdición…
Y eran ya más de trescientos años terrestres lo que se había extendido esta guerra, las dos bestias y los gigantes estaban muy débiles por la falta de agua y alimentos y aunque no se rendían, se daban algo de tiempo para descansar y recobrar sus fuerzas, pero en ese lapso de tiempo, Lucifer y su ejército avanzaban y tomaban por sorpresa a los que descuidaban su guardia. No había prisioneros, ni había lugar para la piedad…
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Editado: 28.09.2020