Muñeca de Cristal [libro 1 - Saga Cristal]

Capitulo 4

4

 

           

            La mañana apenas estaba comenzando, pero Boneka ya se encontraba despierta y de pie en el jardín trasero de aquella casa. El sol ni siquiera había salido pero eso era lo que ella quería, ver el amanecer, esperando que de alguna manera eso pudiese reconfortarle.

            —En cualquier momento vendrá por mí, Lucas, sabe que estoy aquí — se quejó sintiendo su cuerpo comenzar a temblar —. Lo ha dejado bien en claro.         

            —Lo sé, lo hemos visto Boneka, pero aún no logramos entender cómo te ha localizado allí — Lucas le respondió a través del teléfono y pudo notar la frustración en su voz — y no puedo entender cómo es que después de todos estos cinco días no se acercase a ti.

            —Quizás sabe que estoy aquí pero no sabe exactamente en donde —propuso pero ni ella misma conseguía creérselo.

            —No, él está muy desesperado por encontrarte, no veo porqué esperaría a hacer algo –respondió inquieto – no le encuentro el sentido, no entiendo cómo ha logrado saber que estas allí, hemos sido increíblemente cautelosos.

            —Al parecer alguno de ustedes se ha descuidado —se encogió de hombros sin dejar de caminar de un lado a otro.

            —Dime que no estás diciendo que estamos haciendo esto mal, porque estamos poniendo todo nuestro esfuerzo en esto —se alteró Lucas.

            —No estoy diciendo eso en lo absoluto —respondió rápidamente sintiendo una angustia apoderarse de ella —. Solo digo que quizás deberías tener más cuidado con Julie, puede que ella se descuidase con algo o...

            —Ya para, Boneka —interrumpió cansado y sin duda enojado —. No eres la única involucrada en esto, no eres la única que tiene algo que perder, todos luchamos por esto porque te recuerdo que cada uno de nosotros tiene un motivo para ayudarte —Boneka sintió como su corazón saltó, haciéndole sentir un dolor en el pecho.

            —Bien, hagan lo que crean mejor —concluyó y sin más colgó la llamada.

            Se sentía tan egoísta en ese momento. Sabía que todo lo que le había pasado a Lucas, Paris y a Julie, era por su culpa. Era por ella que todas esas chicas morían, por su culpa Ashlee había muerto y por su culpa sus padres estuvieron a punto de correr con el mismo destino. Todo ocurría por ella.

            Lucas y Julie podían estarse llevando la peor parte. Julie era la esposa de Denalio, Lucas era su hijo y Paris la novia de este último, por lo que cada vez que ese hombre no tenía a Boneka cerca, ellos pagaban las consecuencias.

            ¿Cómo un Secretario de Estado podía cometer tantos delitos y desastres y no ser descubierto nunca? ¿Cómo podía tenerlos tan atados de manos? ¿Cómo podían hacerle tanto daño a la hija del presidente y que nadie notase nada?

            Boneka no podía recordar un momento de su vida donde no estuviese prácticamente rodeada de esa familia, pues desde el principio su padre y Denalio habían estado juntos en la política. Él era la mano derecha de su padre desde antes que ella naciera, quizás por eso nunca había descubierto todo el daño que Denalio le hacía.

            Pero no lo culpaba, no culpaba a su padre, ni a Lucas o Julie, la culpa era suya, Denalio estaba obsesionado con ella, no con ninguno de ellos.

            El sol había comenzado a salir y no pudo evitar recodar el rascacielos.

            Mecánicamente limpió sus lágrimas y se dirigió a arreglarse para otro día que no podía sentirse más que ficticio. Una vida falsa, un nombre falso, con una realidad de un sueño donde era una chica normal que iba a la escuela rodeada de personas normales y tenía una vida tranquila cuya mayor preocupación eran los exámenes finales.           

            Tres días habían pasado desde su encuentro con aquel chico alto en el rascacielos y Boneka no podía olvidarle. No había ido de nuevo a ver el amanecer desde aquel lugar por miedo a encontrarse con él otra vez. Quizás él no estaría ya allí pero ella solo intentaba ser precavida.

            Se sentía tan inmersa en sus pensamientos y tan ida esa mañana que no fue consciente de lo que hizo antes de llegar a la puerta de su salón de clases, sin duda todo le parecía mecánico, un acto inconsciente de su parte.

            Entró al salón y tratando de no llamar mucho la atención se sentó casi al final del mismo. Miró a su alrededor y se dio cuenta que no había muchas personas allí y que la profesora de historia no había llegado aún y que ella era quien había llegado muy temprano esa mañana.

            Restándole importancia sacó su libreta y un lápiz y comenzó a dibujar, intentando dejar lejos algunos pensamientos, intentando calmarse. Dibujar siempre le había gustado y en realidad se le daba muy bien.

            El timbre sonó en cuanto se encontraba terminando un ala de la mariposa, la cual estaba rota y reflejaba cómo se sentía ella misma. Sin embargo, la profesora no había llegado aún.

            Los chicos en el salón estaban alborotados, sin duda enérgicos, lanzando bolas de papel de un lado a otro, hablando animadamente entre ellos, hasta que la puerta del salón se abrió y el bullicio disminuyó.



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En el texto hay: psicopata, romance, guardian

Editado: 22.09.2020

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